"Una supuesta voluntad divina" El pseudoevangelio de la Iglesia, una alteración del mensaje evangélico de Cristo

Cruz cristiana
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"El pseudoevangelio de la Iglesia católica titulado “Así es como Dios lo quiere” es una serie de mandamientos supuestamente procedentes de Dios para construir una iglesia sólida, permanente, fuerte y resistente a los cambios de los tiempos modernos"

"Emanan de la Iglesia y están legitimados por una supuesta voluntad divina en el transcurso de su historia"

"Ser cristiano ha significado, y en buena parte también significa hoy día, seguir fielmente las enseñanzas doctrinales y morales de ese pseudoevangelio, defendido con radicalismo por el Vaticano desde el siglo IV"

"Para que la iglesia deje de ser una institución ficticia y sin credibilidad no hay otro camino que tener como referente al Evangelio, los signos de los tiempos y los planteamientos de los teólogos de la liberación como Fray Bartolomé de las Casas, Leonardo Boff, Juan José Tamayo o José Ignacio González Faus que recientemente se ha ido"

El pseudoevangelio de la Iglesia católicatitulado “Así es como Dios lo quiere” esuna serie de mandamientos supuestamente procedentes de Dios para construir una iglesia sólida, permanente, fuerte y resistente a los cambios de los tiempos modernos. Emanan de la Iglesia y están legitimados por una supuesta voluntad divina en el transcurso de su historia.

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El mencionado pseudoevangelio es una alteración del mensaje evangélico de Cristo. Ser cristiano ha significado, y en buena parte también significa hoy día, seguir fielmente las enseñanzas doctrinales y morales de ese pseudoevangelio, defendido con radicalismo por el Vaticano desde el siglo IV, cuando el emperador Constantino sustituyó la Iglesia originaria por una Iglesia ataviada de enorme poder político y religioso, de riquezas inconmensurables y de una estructura patriarcal-piramidal.

Deus vult, dios lo dispone - Forocoches

Estos son los 10 mandamientos supuestamente proclamados y defendidos por Dios en “Así es como Dios lo quiere” para que la Iglesia los aplique.

1º Legitimad en mi nombre todas aquellas acciones que beneficien a la Iglesia, aunque sean consideradas inaceptables. Basta con hacerlas en mi nombre gritando “Deus vult” significando “¡Dios lo quiere!”, el grito de guerra de muchos de los ejércitos cristianos en la Edad Media. Ese grito tiene su origen cuando el papa Urbano II proclamó la primera cruzada en el siglo XI.

No desfallezcáis cuando las guerras de religión pretendan salvaguardar la existencia de la Iglesia. Defendedla cuando se produzcan ataques contra sus privilegios, incluso apoyando y bendiciendo a aquellos que utilicen las armas. Ofrecedles pleitesía, acogiéndolos bajo palio cuando visiten catedrales. Mantened esa pleitesía una vez hayan muerto, enterrándolos en basílicas y catedrales cerca del altar mayor como garantía de entrada en el Reino de los Cielos. No olvidéis que el fin justifica los medios.

2º.  No permitáis que las mujeres administren los sacramentos. Esa misión solo pertenece a los varones como dejó constancia mi Hijo al elegir doce discípulos, todos hombres, que le acompañaran, le siguieran, aprendieran sus enseñanzas y las proclamaran por todos los rincones de la Tierra.

No toméis en serio a los teólogos de la liberación como Juan José Tamayo al creer que el gran escándalo de la Iglesia católica, y desde hace siglos sin que haya cambiado nada, es la marginación de la que son objeto las mujeres. “Esto me parece no sólo un escándalo, sino la mayor contradicción porque va en contra del movimiento de Jesús de Nazaret, que es el punto de partida de la Iglesia y que fue un movimiento igualitario de hombres y mujeres, sin discriminación por razones de género. Creo que esto es lo que hoy más desacredita a la Iglesia Católica, donde las mujeres siguen estando discriminadas y siendo una mayoría silenciada. El diaconado femenino es una posibilidad, pero insuficiente por ser el grado inferior de la jerarquía”.

3º. Los pastores administradores de mis sacramentos deben ser célibes. De ese modo evitarán la carga que supone estar casados y tener hijos. Así dispondrán de más tiempo para dedicarse a las tareas sacramentales y pastorales.

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4º. El sexo clerical con menores debe evitarse, pero los culpables deben confesarse tantas veces como caigan en ese pecado. Para no desacreditar a mi Iglesia, que los obispos y el Vaticano   mantengan silencio, sin delatar a los culpables, cerrando con llave los archivos y no colaborando con la justicia.

5º. Lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo. Sed, por tanto, fieles a la tradición elaborada durante siglos, ya que mantenerse en ella le da a la Iglesia una gran solidez, ahuyentando las novedades de los signos de los tiempos que van apareciendo, que le harían más mal que bien. Por tanto, rechazad todos aquellos movimientos que pongan en tela de juicio la estructura patriarcal y piramidal de la Iglesia como la democracia, el feminismo o la igualdad en derechos entre hombres y mujeres.

6º. Haced alianza con los poderosos de este mundo para garantizar a la Iglesia un gran poder político, religioso, económico y moral. No renunciéis a ningún privilegio proveniente de los poderes públicos. Mi Iglesia debe estar por encima de toda institución.

7º. Haced oídos sordos a las comunidades de base y a los teólogos de la liberación por pretender darle a la Iglesia un giro copernicano respecto a su estructura patriarcal-piramidal y a su enseñanza doctrinal y moral. No canonicéis a ninguno de ellos para no dar alas a su teología situada en las antípodas de la teología vaticana.

8º.  Castigad severamente a los herejes recurriendo a castigos severos como los aplicados por la Santa (bendecida por Dios) Inquisición. Incluso recurrid a la tortura y a la quema pública de los culpables para que sirva de lección para los que intenten salirse del redil de la Iglesia. Excomulgad a todos aquellos y aquellas que pretendan cambiar el rumbo de la Iglesia, ya que son indignos de pertenecer a ella.

9º. Reconducid el sexo hacia la procreación, prohibiendo todo medio anticonceptivo. Las relaciones sexuales solo estarán permitidas dentro del matrimonio. Las parejas homosexuales deben estar excluidas del sacramento matrimonial, ya que sus relaciones son pecaminosas.

10º. El aborto queda prohibido, aunque se trate del aborto terapéutico en los casos en que el parto suponga un alto riesgo para la vida de la madre o en que el feto sufra graves malformaciones que le harían una vida inviable. También queda prohibido el divorcio, porque el matrimonio es para toda la vida, aunque desaparezca el amor y la convivencia suponga un gran sufrimiento. Prefiero el sacrificio antes que la misericordia, como traté a mi hijo al permitir que lo torturaran y lo clavaran en la cruz, a pesar de que me rogara que no le hiciera pasar por ese tormento, conformándose con acogerse a mi voluntad.

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Reflexión final

Se necesita ser ciego para no ver que esos diez mandamientos han estado y continúan estando presentes en la Iglesia, salvo algunas excepciones como los mandamientos 1º y 8º que justificaban la violencia y el castigo, excepto la excomunión, que han sido anulados. Sobre el papel de la mujer en el mandamiento 2º, todavía no se ha plasmado el diaconado. Su papel se limita a ser catequistas y lectoras de las Sagradas Escrituras en las celebraciones. Sobre la pederastia clerical del mandamiento 4º, el papa Francisco ha dejado bien claro que los obispos deben denunciar y abrir los archivos de los casos conocidos de pederastas clericales, como él mismo hizo abriendo el “Secreto Pontificio”. Sobre el mandamiento 9º, a los homosexuales solo se les permite una simple bendición con la recomendación que se conviertan en heterosexuales. Lo correcto sería que fueran anulados todos esos mandamientos para que la Iglesia recupere su estatus originario.

Para que la iglesia deje de ser una institución ficticia y sin credibilidad no hay otro camino que tener como referente al Evangelio, los signos de los tiempos y los planteamientos de los teólogos de la liberación como Fray Bartolomé de las Casas, Leonardo Boff, Juan José Tamayo o José Ignacio González Faus que recientemente se ha ido.

El papa Francisco dejó bien claro en el Sínodo del mes de octubre del año pasado que los siguientes temas deberían quedar al margen de toda discusión, como el diaconado femenino, y por supuesto el sacerdocio femenino, el celibato opcional del clero y la pastoral LGTBI. También habría que añadirlos temas que consideró inamovibles en el décimo mandamiento de los diez que se propuso cumplir, como el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual, la eutanasia o el uso de anticonceptivos. Su postura es evidente: conservar la tradición, la estructura patriarcal-piramidal de la Iglesia sin dar cabida a la democracia y manteniendo la misoginia, la homofobia y una moral trasnochada sobre el sexo. Su intención es la de reforzar el pseudoevangelio de “Así Dios lo quiere”, y poner palos en la rueda de una Iglesia en salida.

Es un desconsuelo para los creyentes que Francisco en sus doce años de papado se haya conformado con pequeños cambios, cuando las perspectivas del pueblo creyente eran muy altas. Así lo confirmó Horacio con su frase tan acertada: ”El monte estaba de parto y parió un ratón”

Breverías erasmianas (XXXV): «Parturiunt montes, nascetur ridiculus mus»  (Parieron los montes, nació un ridículo ratón) | en son de luz

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