"Cuando la culpa insertada en nuestra mente es irracional y absurda" El sentimiento de culpa

"El sentimiento de culpa es de carácter religioso, social y cultural. Cuando la culpa insertada en nuestra mente es irracional y absurda destruye nuestra autoestima, creando un sentimiento de culpabilidad e infelicidad"
"El gran problema de la religión es la extremada cantidad de actos pecaminosos que condenan al creyente a vivir en una situación de culpabilidad casi permanente"
"Creo que aún es mucho más grave los que creen a pies juntillas que no cometen ningún acto del que sentirse culpables, negándose a cambiar su comportamiento y rechazando que nadie los juzgue, ni siquiera las más altas instituciones de justicia, a pesar del inconmensurable daño que hacen a los demás"
"Son conocidos los casos de Trump, Putin y Netanyahu, por citar los mayores enemigos de la humanidad"
"Creo que aún es mucho más grave los que creen a pies juntillas que no cometen ningún acto del que sentirse culpables, negándose a cambiar su comportamiento y rechazando que nadie los juzgue, ni siquiera las más altas instituciones de justicia, a pesar del inconmensurable daño que hacen a los demás"
"Son conocidos los casos de Trump, Putin y Netanyahu, por citar los mayores enemigos de la humanidad"
El sentimiento de culpa es de carácter religioso, social y cultural. Cuando la culpa insertada en nuestra mente es irracional y absurda destruye nuestra autoestima, creando un sentimiento de culpabilidad e infelicidad. No somos perfectos, por eso cometemos actos que nos perjudican a nosotros mismos, a los demás, o que son contrarios a las normas de convivencia establecidas democráticamente.
Ejemplos de actos que crean un sentimiento razonable de culpa son: el abuso del alcohol, fumar, llevar una vida sedentaria, los comportamientos machistas, la pederastia, el abuso de poder, dirigirse a los demás con un vocabulario ofensivo o realizar actos de maltrato, conducir temerariamente, no cumplir con Hacienda, etc. Los caminos para librarse del sentimiento de culpa racional y recuperar la autoestima son principalmente estos: cambiar el estilo de vida apoyándose en la reflexión y la reparación del daño producido a los demás.

"No somos perfectos"
El gran problema de la religión es la extremada cantidad de actos pecaminosos que condenan al creyente a vivir en una situación de culpabilidad casi permanente. Un ejemplo histórico hace referencia al rey Felipe V que, antes de irse a dormir, llamaba a su confesor personal para confesarse de los muchos pecados cometidos ese día, y así recuperar la inocencia y librarse de ir al infierno si moría esa noche en pecado. Al día siguiente, no le importaba volver a pecar ya que el sentimiento de culpa era temporal, porque por la noche la confesión le devolvía la inocencia perdida.
Creo que aún es mucho más grave los que creen a pies juntillas que no cometen ningún acto del que sentirse culpables, negándose a cambiar su comportamiento y rechazando que nadie los juzgue, ni siquiera las más altas instituciones de justicia, a pesar del inconmensurable daño que hacen a los demás. Son conocidos los casos de Trump, Putin y Netanyahu, por citar los mayores enemigos de la humanidad.

José Melero Pérez
Documento, por Juan Miguel Batalloso Navas
El origen de la culpa
“Como así señalan diferentes autores y mi propia experiencia de vida, no cabe ninguna duda de que el sentimiento de culpa es de carácter social y cultural. Si por ejemplo analizamos las sociedades autoritarias con una religiosidad fundamentalista y cerrada, habremos de convenir que se trata de sociedades que generan miedo en los individuos y por tanto culpa. Una culpa que se convierte en una especie de policía interior que vigila continuamente todo lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos para adecuarlo al orden social, cultural y moral establecido.
En este punto, las religiones y las iglesias como estructuras de poder ocupan a mi juicio un papel fundamental, dado que estas son las encargadas de inocular y adoctrinar a los individuos en creencias irracionales en forma de mitos, que les producen a la corta o a larga culpabilidad y sufrimiento. Ya hemos mencionado anteriormente el papel de las religiones en la conciencia del miedo, así y de la misma forma, la culpa se genera precisamente a través de esos miedos infundados de castigos eternos y expiaciones supuestamente exigidas. Así, por ejemplo, hoy podemos comprobar como en el rito de la misa católica, se sigue sin ningún cambio recitando el conocido “Confiteor” o en español “Yo confieso” o “Yo pecador”, un texto que procede nada menos que de la “Misa tridentina” que fue la reforma realizada por el papa Pío V del misal romano anterior al Concilio de Trento.

En este “Confiteor”, que es una de las oraciones que se recitan en las misas de todas las iglesias católicas del mundo, textualmente se dice: “(Yo) Confieso ante Dios todopoderoso, y ante vosotros/ustedes, hermanos: que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra, y omisión; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran/grandísima culpa”. Obviamente además de ser una creencia de autoculpabilización que ignora la complejidad multicausal de nuestros actos y que nada dice de los males sociales, provoca en muchos creyentes sentimientos de culpabilidad.
Pero además de las religiones, la genealogía de la culpa se encuentra sin duda, tanto en los grupos, organizaciones e instituciones sociales, como en los sistemas de valores del orden cultural establecido. Los sentimientos de culpa nacen en primer lugar en la familia. Es en la familia donde los seres humanos aprendemos tanto las normas sociales como los valores y actitudes que dan sentido a nuestra conducta. Obviamente y según se trate de familias autocráticas, democráticas y de “laissez-faire”, los sentimientos de culpa aparecerán con mayor o menor intensidad.
Si estamos ante familias controladoras, restrictivas, impositivas y autoritarias necesariamente los sentimientos de culpa fluirán e incluso pueden arrastrarse durante toda la vida. En el caso de familias sin normas o con una escasez de ellas, directa o indirectamente se estará influyendo en la creación de personalidades profundamente egocéntricas y sin sentido de la responsabilidad. Unas personalidades, cuyo carácter social aprendido los capacita para hacer uso del chantaje y los más diversos procedimientos de autojustificación y autolegitimación con tal de obtener siempre lo que desean. Personalidades, en suma, proclives al autoritarismo, al dogmatismo y con muy escasa capacidad para la empatía. Por el contrario, si los ambientes educativos familiares están basados en el respeto y el reconocimiento, así como en el diálogo abierto y sincero, además de en la expresión de amor incondicional y el fomento de la reflexión crítica y autocrítica, los sentimientos de culpabilidad tendrán menos posibilidades de aparecer".
