Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE Clérigos que resisten a las tentaciones: alguna compensación
Informa ASCE
Crítica Constructiva
| José María Lorenzo Amelibia
Clérigos que resisten a las tentaciones: alguna compensación
Fruto de mi larga observación y del contacto con muchos cientos de sacerdotes fuera de confesión, he llegado a formar un perfil del sacerdote casto, que lucha por mantenerse y consigue vivir conforme a la ley. Lo envié en su día a todos los obispos de España. Hoy lo publico en varios capítulos con el fin de que los cristianos comprendan la realidad.
VIII parte
Hemos oído hablar a ciertos célibes de su resistencia a tentaciones provocadas por mujeres. Les halaga ser fuertes y no consentir. Mas les place en su intimidad reprimida sentirse objeto de deseo. Todavía no han desaparecido sus cualidades viriles.
Renace de nuevo el amor a la virtud angélica. Fomentar la virtud de la pureza en un mundo hedonista. Que crezca como azucena entre el estiércol. Hablar de la pureza que tanto le va costando mantener puede resultar un tubo de desahogo. Otro escape frecuente, dar charlas de formación sexual. Resulta curioso: ¿por qué precisamente ha de ser especialista en estos temas quien no disfruta de experiencia plena en la materia? ¿Por qué no impulsar en este menester a seglares casados? Y dirá entonces nuestro amigo: "No es necesario para conocer a fondo una enfermedad haberla padecido." ¿Quién se atreverá a discutir a quien así habla?
Los placeres de la mesa, el ansia de dominar y el afán de atesorar dinero suelen ser una compensación indirecta de los gozos carnales. La comodidad, el capricho y el ocio también juegan un papel importante en el equilibrio compensatorio.
Por desgracia no son muchos los que llegan a sublimar de tal modo el instinto, que pongan su total esperanza e ilusión en entregarse a los demás con amor de hermanos. No abundan los sacerdotes enamorados de Jesús Eucaristía al estilo del Padre García Nieto o de Don Manuel González. Vivir con serenidad una vida mística centrada en Dios, "la porción de su herencia." Más trabajo, más ocupación suele ser la salida inmediata a la soledad que inunda el alma. Acción, sí. ¿Pero la contemplación? ¿Quién será capaz? Noches tristes de Getsemaní abundan por encima de los gozos del Tabor.
¡Qué difícil resulta el ideal! Duro el combate, sobre todo en los días en que la fisiología viril tiende a desahogarse, y los ensueños de juventud no liberan ya del peso corporal. Para evitar el dolor, incluso físico, de la retención prolongada, llegan algunos a la masturbación. Y tranquilizan así su propia conciencia: "No busco el placer, sino evitar el dolor."
Su mente se pregunta: ¿Qué será más difícil, abstenerse del placer sexual o vivir con elegancia el amor exclusivo a Dios?
No llega a dar una respuesta adecuada a esta pregunta. Depende del momento psicológico en que se encuentre.
Lo cierto es que en las épocas de intensidad de oración y vida mística cuesta menos la carga. Incluso entonces llega a reafirmarse en la frase del Evangelio, aplicándola al tema: "Mi yugo es suave y mi carga ligera."
Levantarse hasta las alturas como un ángel. Descender a la tierra como ser humano. ¿Será el destino de los célibes este subir y bajar como la noria?
Cuando los años tiñen de nieve la cabeza, buscaría en los momentos de aterrizaje una compañera, que con amor de esposa le ayudara en la última etapa de la vida. Y piensa: "cavar no puedo; mendigar me da vergüenza." ¿Qué haré? ¿Por qué he de sucumbir, cuando me encuentro ya próximo a la orilla? ¡Señor, Señor, acógeme. Tú sabes que te quiero. Aunque ha habido debilidades en mi vida, tú ves que mi tónica ha sido siempre la fidelidad, vivida ciertamente de un modo demasiado humano.
¿Hasta cuándo durará la lucha? Gráfica. Muy vulgar. Impúdica la frase que escuché de un célibe maduro. Pero creo que merece la pena consignarla en toda su desnudez, porque describe la angustia y tormento, que tras los hábitos se esconde: "Lo que más me j... en esta vida es tener que morirme sin j... "
¿Hasta cuándo? el buen Dios que no impuso a nadie ley tan dura, sino insinuó la virginidad a quien con fuerzas se sintiera, sin mencionar en ningún momento el compromiso de por vida, el Buen Dios acogerá con una ternura especial a los hombres y mujeres que han sido generosos y a la vez víctimas de una ley que, a juicio de muchos, carece de sentido cristiano. Jesús no la impuso a sus sacerdotes.
Dura la lucha de la castidad del hombre casto. En el declive de su vida no le acompañan los hijos como brotes de olivo. Su existencia, sin embargo, no ha sido estéril. Su muerte se realiza en soledad. En esto coincide con todos los hombres.
No pretendo generalizar en este artículo. (Está redactado en la segunda mitad del siglo XX). Sí dar pistas sobre la vida íntima de un sector de hombres que lucharon por mantenerse fieles al compromiso del celibato y siguen fieles al mismo. Quedan fuera de este estudio los sacerdotes secularizados, los que están al margen de la ley celibataria y los que viven su virginidad a tope en una plena sublimación. Entran de lleno una gran mayoría, aquellos para quienes el celibato es una carga más que una liberación.
Con estas consideraciones y las que en sucesivos días seguirán, podrían nuestros superiores eclesiásticos, poner en tela de juicio la desventurada ley celibataria y cambiarla, o mejor abolirla, a medio plazo. Estúdienla, por favor.
José María Lorenzo Amelibia
José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/ Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3 Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2