Fomentar nuestra fuerza interior
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Fomentar nuestra fuerza interior
(Devocionales cristianos)
Admiro a las personas de gran fuerza interior; y a la vez pienso que todos podemos lograr una meta aceptable en este terreno. Llegar a evitar o superar la depresión, el estrés, el agobio, el abatimiento está por lo general a nuestro alcance. Basta asumir con empeño las directrices que nos señalan algunas personas llenas de sabiduría.
Desde hace años he tomado afición a dos autores españoles: no son ni psicólogos ni psiquiatras; son sacerdotes que van gastando su vida en orientar a las personas hacia Dios, pero a la vez consiguen efectos saludables tan grandes o mayores que los mejores psicólogos. Se trata del navarro Nicolás Caballero y del vasco Ignacio Larrañaga. Basta asomarnos a sus obras para entrar en el deseo de superación interior por terrenos tan actuales como son la meditación trascendental, el yoga y otros sistemas tradicionales. A quien no conoce todavía a ninguno de estos dos autores les aconsejaría para empezar “Muéstrame tu rostro” de Larrañaga o “El Silencio” de Caballero. Aunque son numerosas las publicaciones de ambos sacerdotes.
Cuando una persona quiere inhibirse de sus problemas lo primero que se le ocurre es ver una película, un partido de fútbol o acudir a cualquier tipo de espectáculos. Pero no se logra con estos métodos solucionar un caso medianamente grave, tan sólo se consigue un rato de esparcimiento, una evasión. Lo que más equilibra nuestro espíritu es el encuentro con Dios en la oración bien hecha; con gran concentración de atención.
Para llegar a la paz interior es necesario ante todo el abandono confiado en los brazos de Dios, como un niño en los de su madre. Durante esa sencilla meditación amorosa vamos suprimiendo todos los impulsos negativos, todos los temores y angustias y le decimos con total confianza al Señor: “Sí, Padre, hágase tu voluntad”. Si en nuestro interior se estaba fraguando la desazón, la ira, el temor y la tristeza, también en el fondo de nuestro corazón encontramos, la solución de todos los estados negativos, apoyados en nuestro Padre Dios.
Uno de los grandes problemas psicológicos en la actualidad es sentirse la persona como juguete del destino, como sin poder hacer nada, como esclavos de todo cuanto nos sucede. Y es preciso ser dueños de nosotros mismos; saber que podemos superar cualquier dificultad que nos sobrevenga a lo largo de nuestra vida.
Está en nuestras manos configurarnos a nosotros mismos; ser dueños de cualquier situación; madurar en una paz interior casi inalterable. Es verdad que esto no se consigue en un día, pero con el trabajo constante dentro de los principios y técnicas que nos sugieren estos hombres de fe, a lo largo de unos años vemos cómo nuestro interior mejora y no somos los mismos de antes. Ya en las primeras sesiones de esta meditación de abandono en la Providencia, se barrunta cómo irá cambiando nuestra vida. Es necesario después perseverar, como ocurre en todas las cosas importantes que nos proponemos.
José María Lorenzo Amelibia
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