Obispos El pectoral

Querido señor Obispo de habla hispana: Me parece que a nuestros hermanos los obispos les está sucediendo, como a los demás mortales, lo del miedo a la cruz, el rehuirla. Para recordar el amor a la cruz redentora, llevan colgado del pecho el pectoral. Pero ¿ya lo recordáis al ponéroslo todas las mañanas? ¿O lo hacéis como de rutina? ¿O lo hacéis por distinguiros de los demás? Porque si los demás lo lleváramos, os congratularía llevarlo a vosotros?


En décadas preconciliares el pectoral era un objeto de lujo. Vuestros predecesores cayeron en la tentación de ostentar una cruz de algún metal precioso, con pedrería.
Yo lo conocí y me parecía tan absurdo, como si a un Cristo le hubieran colocado un par de pistolas. Menos mal que hubo algún Papa consciente que suprimió aquella ostentación y os impuso llevar una cruz sencilla. Ahora hace falta que lo asimiléis como lo que es: recuerdo de Jesús que murió en la cruz; recuerdo de que sois cristianos; recuerdo de vuestro amor a la cruz. Que aquí estáis para darnos ejemplo de austeridad, de humildad y sencillez, de gran amor como Jesús que se dejó crucificar para nuestra redención.


José María Lorenzo Amelibia
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