Por fin se cerraron los manicomios 

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 La reforma psiquiátrica de 1985 pretendió integrar al enfermo mental en la Sociedad. Labor ardua; supone mucho esfuerzo; mucho gasto y mucho tiempo. En la actualidad no se ha logrado ni con mucho la solución perfecta. Existen, sí, los hospitales psiquiátricos, los centros de día, los pisos tutelados… pero son las familias las encargadas principalmente del cuidado de estos pacientes. Se aproxima al millón el número de españoles afectados de enfermedades mentales serias, y se piensa que el número ha de ir aumentando en años venideros.

El disminuido psíquico es una persona tan digna como cualquier otra. No se llega a entender por qué en la Sociedad hay un cierto reparo hacia este mal. Todavía son tabú la esquizofrenia, los trastornos bipolares, la psicosis y la paranoia. La salud mental está incluso un tanto marginada en el sistema sanitario. Es verdad que se han desterrado las camisas de fuerza y los castigos; pero existen en la actualidad pocos centros de día, pocas unidades de rehabilitación, insuficiente atención domiciliaria. La escasez de recursos hace que caiga sobre cada familia el cuidado de estas personas enfermas.

Animaba yo a un amigo, padre de un hijo con esquizofrenia, a que acudiera a las autoridades municipales y sanitarias para conseguir una plaza en algo tan sencillo como el grupo de trabajo en el que colaboran varios deficientes mentales. Dio muchos pasos, pero todo fue inútil. Otras personas consiguen más.

 Juana Aguado es una señora de edad provecta; conviven tres hermanas; una de ellas con enfermedad mental grave. Decía: “Han quitado los manicomios; pero ahora tenemos el manicomio en casa”. Pero ella no se desmoralizó. Se informó en todos los lugares posibles. Reclamó una pensión para su hermana y la consiguió. Le costó muchísimo trabajo lograr un centro de día. Pero no fue tan fácil la solución, pues en la primera crisis aguda, devolvieron a la enferma a su domicilio. Para remediar del todo la situación hubo de revolver Santiago con Roma. Después de un mes de movimiento, consiguió solucionar del todo el problema. Hoy la hermana de Johana está perfectamente atendida y en contacto constante con la familia.

El setenta y cinco por ciento de los que cuidan a familiares con dificultades serias mentales, acaba con problemas de salud. No basta con mandar a casa a la mayoría de los pacientes. Es preciso una atención constante por parte de la autoridad sanitaria. No basta con recetar pastillas. A nuestra Sociedad todavía le falta recorrer mucho camino para proporcionar una ayuda eficaz a nuestros enfermos mentales y a sus familias. ¿La solución? Asociaciones que empujen a los políticos a favor de los enfermos mentales.

José María Lorenzo Amelibia

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