El folklore religioso y los pregoneros de solemnidades… ¿desacralización?

(El Español)

 El esfuerzo obrado en anteriores décadas por diversos gobiernos españoles logró promocionar nuestros altos niveles turísticos. Como precio intempestivo y sangrante se trocó nuestro acervo religioso popular por el folclore religioso. Resultaba propagandístico contemplar en la pantalla al gran director de cine Luis Buñuel aporreando los tambores que convocan en su pueblo de Calanda al oficio de Tinieblas; o a una bella andaluza entonando saetas desde el balcón a la Virgen Dolorosa.

El proceso de desacralización de lo sagrado no se ha detenido. Este año vamos a escuchar al señor Gutiérrez Mellado, antiguo ministro de la democracia y militar insigne, pronunciar el pregón de Semana Santa en un pueblo importante alicantino. No hace muchos meses, un hombre de teatro declamaba en Canarias el pregón de la fiesta del Corpus Christi. Por otra parte, se dice que un cura recorre las calles de su pueblo y pregona, al son de la bocina, las últimas disposiciones del ayuntamiento. Otros sacerdotes en una pequeña ciudad navarra recogen la basura de las aceras y barren las calles a diario.

"Soñé que la nieve ardía;

soñé que el fuego se helaba.

Por el mar corren las liebres;

Por el monte las sardinas".

¿Se está volviendo el mundo al revés?

Médicos que se especializan en matar. Campanas que han enmudecido para siempre; iglesias cerradas; curas que defienden otras religiones; desacralización de lo sagrado.

Nada objetaríamos al hecho de que unos seglares pregonen las Pascua del Señor en los umbrales de la Semana Santa, si ellos, en función de su carisma cristiano, convocaran a los fieles a contemplar a nuestro Redentor en su tránsito de pasión, muerte y resurrección. Pero nos parece que muchos de estos pregoneros poco o nada posean del espíritu cuaresmal cristiano; poco o nada de dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado. Quisiéramos que estas llamadas fueran pronunciadas por hombres de mucha fe; por sacerdote celosos que nos recuerdan con celo todo el misterio pascual.

Palabras de calor y aliento que animen a participar en los oficios de la Semana Santa con espíritu de penitencia. Así, poco a poco, las procesiones de estas fechas no serían mero espectáculo para turistas, sino de verdadera oración para cuantos las contemplan. Sería para las almas verdadera lluvia de primavera.

 José María Lorenzo Amelibia 

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