Católicos sin comunión eclesial

Entre las confesiones cristianas, destaca la Iglesia católica con una estructura, un mensaje, una normativa, unos medios salvíficos y un culto religioso que la diferencian de otras confesiones. El católico, que es practicante y vive en comunión eclesial, no puede evitar las fuertes impresiones producidas por la crisis que está presente en los fieles (una gran mayoría de alejados de la Iglesia), en el mensaje (para muchos, anticuado), en la práctica religiosa (desfasada para la juventud) y sobre todo es palpable la crisis en la escasez de miembros que son practicantes, los que se acercan con alguna frecuencia a los cultos de la Iglesia: no llegan al 20% de los bautizados. Por otra parte, crece el porcentaje de católicos que rechazan el magisterio, las estructuras eclesiales y la normativa para la vida moral. Me duele definir al español como persona que en su mayoría ha sido bautizado-a en la Iglesia católica, pero que, como adulto-a, la mayoría vive alejada de la Iglesia.Ahora bien, en España y en otras Naciones impresiona la cantidad de también los católicos que viven su fe con toda coherencia y radicalidad. En resumen, la Iglesia está en crisis y provoca innumerables impresiones negativas, y también positivas, para el católico fiel al espíritu del Vaticano II.

Los alejados de la Iglesia y de la fe cristiana
De un estudio sobre la juventud universitaria española, de la fundación BBVA (2007): el 78% ha sido educado en la fe católica pero sólo un 45% se considera católico; y un 9% es practicante; 47% confiesa que no tiene ninguna religión y el 57% opta por una ética relativista.
Desde mi experiencia y en números redondos, con el fundamento de varios estudios consultados, deduzco que en España no llega al 20 % de bautizados adultos con una fe practicante, (algunos son niños y la mayoría pasan de los 60 años); un 50 % manifiesta su fe en algunas ocasiones y de manera débil, escasa, y al margen de la Iglesia. El resto, un 30%, se mantienen en la indiferencia religiosa, agnosticismo o permanente ateísmo (Este 80% son los adultos). Luego son dos los bloques: el de niños y mayores de 60 con un 20% y el de adultos entre los 18 y los 55 con el 80%.
Cuál es la situación
Muchos padres siguen fieles a la Iglesia pero los hijos pasan al grupo de los alejados de la práctica religiosa. En mi labor pastoral he contactado con personas mayores de 55 años que se mantienen en la Iglesia y con la práctica religiosa. Muchas de ellas me confesaban su fracaso: educaron cristianamente a sus hijos y con ellos participaban en la misa dominical, pero, después de los 15-20 años, se fueron apartando de la Iglesia. Los hijos son buenas personas y siguen con la fe cristiana pero no admiten que sus padres les recuerden la práctica religiosa, ni que les hablen de la fe cristiana. Quizás no sean conscientes de pertenecer a la religión “light”, inmersos en la mentalidad pagana, atraídos por la comodidad, influenciados por los medios de comunicación social y celosos de una libertad plena para su vida en la que nadie tiene que meterse.

Las críticas y el rechazo de la Iglesia
Con dolor y sinceramente no comparto los criterios y posturas de quien:
-admite a Cristo pero rechaza la jerarquía: “Cristo, sí, pero curas, no”. Y de hecho rompe con la Iglesia;
-quiere vivir la opción cristiana, aislado o en su pequeña comunidad según el testimonio de los primeros cristianos y desvinculado de los obispos, de la liturgia oficial y de las normas canónicas;
-critica los defectos de la jerarquía y las carencias institucionales con una actitud dogmática y exaltada, propia de quien se cree en posesión de la verdad y de lo que se debe hacer en la Iglesia. Reconozco que en muchas cosas tienen su parte de razón pero reprocho su respuesta exaltada y rebelde que no va unida al diálogo y a la colaboración. Son los clásicos críticos de café que no mueven un dedo para resolver los problemas;
-acepta determinadas enseñanzas del Magisterio, pero rechaza otras. Por ejemplo, sobre sexualidad, matrimonio , justicia social, la necesidad de la confesión...;
-toma de la Iglesia lo que le conviene y pacíficamente rechaza los aspectos que le molestan (de moral y de disciplina). Vive un catolicismo sincretista y oportuno;
-mantiene una posición rebelde y exaltada a la hora de juzgar el autoritarismo jerárquico, la poca participación del laico en la marcha de la Iglesia, la disciplina canónica eclesial que considera desfasada; la opción de la Iglesia por la riqueza y el poder, la enseñanza moral que no va con los signos de los tiempos, etc.. Por éstas y por otras deficiencias, muchos llegan a no “sentirse miembros” de esta Iglesia “infiel al Evangelio”;
-reclama una Iglesia “diferente”: con libertad profética en la celebración de los sacramentos, con un ministerio sacerdotal pluralista (para la mujer y para los casados), con la opción coherente por los pobres (aceptación del marxismo y de la violencia), con libertad intelectual en la formulación de la fe y de la conducta según el secularismo, la ética de situación, el ecumenismo sin fronteras, la supresión de la legislación que coarte la conciencia...;
-fabrica su “Iglesia”: Es el típico conservador que “es más papista que el Papa”, el clásico fariseo, muy ortodoxo, pero carente de amor y humildad; muy fiel a sus prácticas religiosas pero alejado del Evangelio; a veces está apegado a la tradición con tal intensidad que niega consignas del Vaticano II o de sus obispos, a quienes considera muy progresistas;
-reduce su fe católica a la recepción sacramental y a las prácticas piadosas tradicionales pero no quiere, pudiendo, participar en la misión y en las tareas apostólicas de la comunidad eclesial. Recibe pero no da;
-tienen miedo a confesar ante otros que son católicos. Son practicantes y fieles a la Iglesia pero no se atreven a manifestar su condición de miembros de la comunidad eclesial.
Estos católico alejados y estas críticas son la base del católico no-practicante
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