¿Influye el temperamento y el carácter en la personalidad?
¿Influye el temperamento y el carácter en la personalidad?
Sí, influye, y mucho, en la personalidad, lo que naturaleza da, el temperamento, y lo que la persona pone de su parte, carácter. La personalidad es la suma de estos dos factores más otros que provienen de la educación recibida, del influjo de la cultura y del ambiente donde se vive. El adulto siempre puede contrarrestar con su libertad tales factores pero no puede impedir su influjo en las tareas y relaciones. Así lo confirman diversas caracterologías que resumimos.
1º Atender a los temperamentos fundamentales
La biotipología de Sheldon descansa en tres componentes temperamentales: la viscerotonía (tipo rechoncho a lo Sancho Panza), la somatotonía (el tipo atlético, tipo Cid) y la cerebrotonía (el tipo alto y delgado, a lo Don Quijote). Cada uno de nosotros tiene algo de cada biotipo pero normalmente con mayor porcentaje en uno de los tres. A cada uno de estos componentes temperamentales le corresponde un tipo de santidad (hagiotipo).
El P. Roldán, apoyado en la tipología de Sheldon, en su obra Introducción a la ascética diferencial, expone los rasgos de tres hagiotipos: 1º el polarizado en el amor (agapetónico), 2º el que está centrado en la praxis apostólica (prasotónico), y el 3º que gira en torno al deber (deontotónico). Cada tipo de santidad o hagiotipo necesita cultivar las virtudes de los otros dos hagiotipos y no centrarse tanto en las virtudes que les facilita su temperamento. En la vida real, cada hagiotipo representa una personalidad concreta por el influjo recibido a lo largo de su vida, bien del esfuerzo personal, bien sea de la educación recibida o del ambiente en que se ha desenvuelto.
2º Trabajar por mejorar el propio carácter
La tarea es doble: 1-fomentar los valores y 2-luchar por moderar las deficiencias-
Heymans-Le Senne y Le Gall estructuran la personalidad en ocho caracteres con estos componentes,: 1º la emotividad o disposición para conmoverse o impresionarse con mayor o menor repercusión; 2º la actividad como disposición para obrar por necesidad interna y no por “fuerza” o miedo: al inactivo le cuesta trabajar, pero el activo siempre está atareado y alegre en el trabajo. Y 3º la resonancia que puede ser primaria, inmediata y de poca duración. Se da en el individuo primario, y la resonancia secundaria que es lenta, permanece largo tiempo en un tipo perseverante. También se dan otros factores como la mentalidad abierta o cerrada, el egocentrismo y el altruísmo, la mayor o menor agresividad, la inteligencia analítica o sintética. Cada uno de estos ocho caracteres recibe el influjo mayor o menor de la eduación recibida, del esfuerzo personal y del ambiente en que vive. Por lo tanto, hablar de carácter es hablar de un factor decisivo de la personalidad.
Si eres un apasionado o un colérico cultiva la moderación
Estos caracteres poseen una fuerte emotividad y actividad pero les diferencia la resonancia. El carácter apasionado es un emotivo, activo y secundario. Quizás sea el temperamento más completo. En él predomina la acción, el apostolado. Siente vivamente el ideal. Es organizador, religioso, apegado al pasado y al orden. Como santos “apasionados”, fueron Agustín, Bernardo, Teresa de Ávila y Franciso Javier. El carácter colérico es emotivo, activo pero primario. Persona muy activa y con mucho sentimiento. Entusiasta, hablador, nunca quieto. Personalidad extrovertida, impresionable y un tanto dispersa. Los caracterólgos afirman que San Pedro y San Ignacio de Loyola fueron coléricos.
Si eres nervioso o sentimental fomenta la actividad, el trabajo constante
Los dos tienen de común la emotividad y la no-actividad, pero les separa la resonancia que puede ser primaria o secundaria. Así, el carácter nervioso es un emotivo, no activo y primario. Es, por lo tanto, “nervioso”, impulsivo, inestable, indisciplinado, superficial. Explosivo, pero inactivo con una vida un tanto irregular. A San Francisco de Asís le asignan muchos rasgos del nervioso. Por su parte, el sentimental es también emotivo y no activo pero goza de la secundariedad. Resulta ser una personalidad introvertida, tímida, indecisa, conservadora, reflexiva, constante, pesimista, algo embrollada. Dicen que el cura de Ars fue un santo sentimental.
Si eres de carácter sanguíneo o flemático acentúa tu sensibilidad ante la belleza y ante los necesitados
Estas dos personalidades son activas pero no emotivas. Una es primaria y la otra secundaria. El carácter sanguíneo es activo pero es primario y no emotivo. Resulta ser una personalidad práctica, observadora, buen diplomático y comerciante pero presta poco interés al mundo interior. Práctico, observador, diplomático y con poco interés por el mundo interior. Para muchos, sanguíneos fueron Santo Tomás Moro y San Bernardino de Siena. El carácter flemático tiene dos buenos rasgos, pues es activo y secundario pero no es emotivo. La personalidad del flemático es un tanto fría, firme y constante, objetiva y organizada. Habla poco y se mantiene imperturbable. Algunos rasgos del flemático tienen santos como Juan Fisher y Pedro Canisio.
Si padeces las carencias del amorfo o del apático procurara cultivar otros valores de tu persona
Son los temperamentos más pobres porque carecen de emotividad y de actividad en grado aceptable. La diferencia radica en la resonancia, primaria en uno y secundaria en el otro. En concreto, el carácter apático no es emotivo ni tampoco activo pero su resonancia es secundaria. De todos modos es, por genética, un perezoso, sin interés por los demás. Algo terco y cerrado. Poco emprendedor, poca habilidad y sensibilidad. Pero un tanto empírico, pragmático y persona tranquila. Con esta pobreza temperamental trabajó y se santificó San José Copertino. Y por último, el que dicen ser el carácter más pobre, el amorfo, que ni es emotivo ni activo y además resulta ser primario. También es por naturaleza un perezoso, vacío de sentimientos y que se contenta con poco. Gran mérito tuvo Benito Labre al combatir sus defectos temperamentales y llegar a la santidad.
Sí, influye, y mucho, en la personalidad, lo que naturaleza da, el temperamento, y lo que la persona pone de su parte, carácter. La personalidad es la suma de estos dos factores más otros que provienen de la educación recibida, del influjo de la cultura y del ambiente donde se vive. El adulto siempre puede contrarrestar con su libertad tales factores pero no puede impedir su influjo en las tareas y relaciones. Así lo confirman diversas caracterologías que resumimos.
1º Atender a los temperamentos fundamentales
La biotipología de Sheldon descansa en tres componentes temperamentales: la viscerotonía (tipo rechoncho a lo Sancho Panza), la somatotonía (el tipo atlético, tipo Cid) y la cerebrotonía (el tipo alto y delgado, a lo Don Quijote). Cada uno de nosotros tiene algo de cada biotipo pero normalmente con mayor porcentaje en uno de los tres. A cada uno de estos componentes temperamentales le corresponde un tipo de santidad (hagiotipo).
El P. Roldán, apoyado en la tipología de Sheldon, en su obra Introducción a la ascética diferencial, expone los rasgos de tres hagiotipos: 1º el polarizado en el amor (agapetónico), 2º el que está centrado en la praxis apostólica (prasotónico), y el 3º que gira en torno al deber (deontotónico). Cada tipo de santidad o hagiotipo necesita cultivar las virtudes de los otros dos hagiotipos y no centrarse tanto en las virtudes que les facilita su temperamento. En la vida real, cada hagiotipo representa una personalidad concreta por el influjo recibido a lo largo de su vida, bien del esfuerzo personal, bien sea de la educación recibida o del ambiente en que se ha desenvuelto.
2º Trabajar por mejorar el propio carácter
La tarea es doble: 1-fomentar los valores y 2-luchar por moderar las deficiencias-
Heymans-Le Senne y Le Gall estructuran la personalidad en ocho caracteres con estos componentes,: 1º la emotividad o disposición para conmoverse o impresionarse con mayor o menor repercusión; 2º la actividad como disposición para obrar por necesidad interna y no por “fuerza” o miedo: al inactivo le cuesta trabajar, pero el activo siempre está atareado y alegre en el trabajo. Y 3º la resonancia que puede ser primaria, inmediata y de poca duración. Se da en el individuo primario, y la resonancia secundaria que es lenta, permanece largo tiempo en un tipo perseverante. También se dan otros factores como la mentalidad abierta o cerrada, el egocentrismo y el altruísmo, la mayor o menor agresividad, la inteligencia analítica o sintética. Cada uno de estos ocho caracteres recibe el influjo mayor o menor de la eduación recibida, del esfuerzo personal y del ambiente en que vive. Por lo tanto, hablar de carácter es hablar de un factor decisivo de la personalidad.
Si eres un apasionado o un colérico cultiva la moderación
Estos caracteres poseen una fuerte emotividad y actividad pero les diferencia la resonancia. El carácter apasionado es un emotivo, activo y secundario. Quizás sea el temperamento más completo. En él predomina la acción, el apostolado. Siente vivamente el ideal. Es organizador, religioso, apegado al pasado y al orden. Como santos “apasionados”, fueron Agustín, Bernardo, Teresa de Ávila y Franciso Javier. El carácter colérico es emotivo, activo pero primario. Persona muy activa y con mucho sentimiento. Entusiasta, hablador, nunca quieto. Personalidad extrovertida, impresionable y un tanto dispersa. Los caracterólgos afirman que San Pedro y San Ignacio de Loyola fueron coléricos.
Si eres nervioso o sentimental fomenta la actividad, el trabajo constante
Los dos tienen de común la emotividad y la no-actividad, pero les separa la resonancia que puede ser primaria o secundaria. Así, el carácter nervioso es un emotivo, no activo y primario. Es, por lo tanto, “nervioso”, impulsivo, inestable, indisciplinado, superficial. Explosivo, pero inactivo con una vida un tanto irregular. A San Francisco de Asís le asignan muchos rasgos del nervioso. Por su parte, el sentimental es también emotivo y no activo pero goza de la secundariedad. Resulta ser una personalidad introvertida, tímida, indecisa, conservadora, reflexiva, constante, pesimista, algo embrollada. Dicen que el cura de Ars fue un santo sentimental.
Si eres de carácter sanguíneo o flemático acentúa tu sensibilidad ante la belleza y ante los necesitados
Estas dos personalidades son activas pero no emotivas. Una es primaria y la otra secundaria. El carácter sanguíneo es activo pero es primario y no emotivo. Resulta ser una personalidad práctica, observadora, buen diplomático y comerciante pero presta poco interés al mundo interior. Práctico, observador, diplomático y con poco interés por el mundo interior. Para muchos, sanguíneos fueron Santo Tomás Moro y San Bernardino de Siena. El carácter flemático tiene dos buenos rasgos, pues es activo y secundario pero no es emotivo. La personalidad del flemático es un tanto fría, firme y constante, objetiva y organizada. Habla poco y se mantiene imperturbable. Algunos rasgos del flemático tienen santos como Juan Fisher y Pedro Canisio.
Si padeces las carencias del amorfo o del apático procurara cultivar otros valores de tu persona
Son los temperamentos más pobres porque carecen de emotividad y de actividad en grado aceptable. La diferencia radica en la resonancia, primaria en uno y secundaria en el otro. En concreto, el carácter apático no es emotivo ni tampoco activo pero su resonancia es secundaria. De todos modos es, por genética, un perezoso, sin interés por los demás. Algo terco y cerrado. Poco emprendedor, poca habilidad y sensibilidad. Pero un tanto empírico, pragmático y persona tranquila. Con esta pobreza temperamental trabajó y se santificó San José Copertino. Y por último, el que dicen ser el carácter más pobre, el amorfo, que ni es emotivo ni activo y además resulta ser primario. También es por naturaleza un perezoso, vacío de sentimientos y que se contenta con poco. Gran mérito tuvo Benito Labre al combatir sus defectos temperamentales y llegar a la santidad.