Novela PHD 9º El camino hacia el Absoluto

El teólogo Alberto buscaba la mejor interpretación sobre Jesús y María como místicos insuperables. Y el espiritual convertido encontró la respuesta en La Semana de teología de 1979, celebrada en Toledo sobre el tema “De la búsqueda a la unión profunda con Dios. Y precisamente don Felipe hablaría en el último día sobre El camino hacia el Absoluto según san Juan y santa Teresa. Aunque interesantes los otros temas de la Semana, que el teólogo conocía muy bien, el tema del último día, el los dos doctores carmelitas, despertaba mayor interés. Porque es máxima la autoridad de San Juan de la cruz y santa Teresa para describir el camino hacia el Absoluto tanto en la doctrina como en la vivencia. Uno y otra se complementan para interpretar la intimidad o unión profunda con Dios. Para desarrollar el tema el conferenciante presentó la temática con respuestas de los santos carmelitas a las preguntas que él mismo formuló: quienes son los protagonistas del camino, (Vida de santa Teresa), cuáles son los fundamentos y las motivaciones (Llama de amor viva), las duras exigencias (Noche oscura) y el proceso amoroso de la subida hasta llegar a la cima-meta, hasta el encuentro con el Absoluto, el Amado (Cántico espiritual.

9
EL CAMINO HACIA EL ABSOLUTO
1979

Durante varios meses, el apasionado cura y pintor leyó varias obras sobre historia de la mística. Y reforzó dos convicciones: Jesús y María fueron los grandes místicos, los primeros referentes en el camino hacia el Absoluto, el abbá de Jesús. Y que nadie mejor que san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús lograron interpretar el ascenso del creyente a la profunda amistad con Dios. Pero todavía le quedaba por escuchar la opinión de un especialista, don Felipe. ¿Cómo enfocaría el tema su director espiritual? Pronto lo comprobaría.

Temática de la Semana de Teología (1979)
Muy ambiciosa le pareció al teólogo doctor Navarro la temática elegida para la Semana de Teología: De la búsqueda a la unión profunda con el Absoluto. ¡Nada menos que analizar en pocas sesiones las relaciones con Dios en cuatro religiones! Alberto escuchó con atención y tomó notas de todas las charlas que le refrescaron conocimientos. Pero en su diario íntimo solamente escribió algunas impresiones. Él aguardaba el último día.

Primer día: Búsqueda y encuentro con Dios en el Hinduismo
Escribió Alberto: “¡cómo me emociona Bhakti, la devoción amorosa a Dios y el confiado abandono en él! Expresa también el deseo insaciable de comunión con un Dios personal. Me llena saber que consiste en una actitud de amor ardiente y exclusivo a Dios, experimentado como grandeza y benevolencia, marcado por el respeto y la adoración, que suscita la consagración de la persona a Dios, previa la autopurificación y la renuncia a todo lo que es incompatible con dicha relación religiosa. ¡Qué lástima que el misticismo hindú no hubiera conocido a Jesús” . Ciertamente que en estos místicos encuentro una maravillosa plataforma para interiorizar las relaciones de Jesús con su Padre Dios, con su abbá”.

Segundo día: La Alianza, mística del Judaísmo
Leemos en su diario: “incomprensible el camino hacia el Absoluto enseñado por Jesús sin la historia y la mística del Pueblo de Israel. ¡Ellos, Jesús y María, vivieron la fidelidad al Dios único y personal que salva a su pueblo! ¡Dios era su gran «Tú», el Señor y liberador con quien mantenían relaciones gracias a la Alianza! ¡Su vida espiritual estaba alimentada por los salmos donde vertían su amor profundo, íntimo y confiado a Yahvé. Sin embargo, ¡cómo siento la ausencia de la esperanza que abre la puerta a la resurrección, al abrazo para siempre con el Dios de Israel! ¡Gracias, Jesús, porque con tu Buena Nueva, la del reino de Dios, y con tu Misterio Pascual, abres horizontes insospechados en mi caminar hacia el Absoluto, hacia tu Padre y padre nuestro!

Tercer día: Radicalidad y mística en el Islam
No faltaron las notas en su diario: “una vez más me ha maravillado la radicalidad del Islam en el trato con Dios, su camino de sumisión hacia Dios, Alá, Tú radicalmente único y soberano. Y de manera especial me ha emocionado el testimonio de La mística de Basora (713-801): «¡Oh Dios mío! Si yo te adoro por miedo al infierno, quémame en él; y si te adoro por la esperanza del paraíso, exclúyeme de él. Pero te adoro únicamente por ti mismo, no me prives de tu eterna belleza... ¡Oh Dios mío!, mi sola ocupación y todo cuanto deseo en este mundo, entre todas las cosas creadas, es acordarme de ti; y en el otro mundo, de todo cuanto haya en el otro mundo, a lo único que aspiro es a encontrarte». Admiro, sí, muchos aspectos del islamismo pero siento mucho que en la historia pasada y presente algunos fundamentalistas acudan para imponer su religión a la violencia, tan ajena a la paz que Jesús trajo al mundo”.

Cuarto día: El camino según san Juan y santa Teresa.
Escribió en el último día: “agradezco a los organizadores que para representar al cristianismo en el tema del camino hacia el Absoluto hayan elegido a san Juan de la cruz y a santa Teresa de Jesús. Y también que el expositor del tema haya sido don Felipe. ¡Qué bien lo pasamos todos!
Me sorprendió que el conferenciante, don Felipe Gutiérrez, presentara el tema con unas preguntas un tanto provocativas: ¿quién interpreta mejor “el camino”: san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús? ¿Comenzar por la doctrina o por el testimonio en el caminar hacia el Absoluto? ¿Qué interpretación es más aceptable, la masculina o la femenina a la hora de exponer los rasgos del alma cristiana, de Dios y de la unión más íntima con Él? ¿Interpretan del mismo modo el camino para unirse con Dios el doctor Juan de la cruz y la doctora Teresa de Jesús?
Menos mal que a estos interrogantes el mismo ponente, mi querido don Felipe, respondió con textos elegidos de los místicos carmelitanos. Me gustó también el símil del camino que utilizó: quién camina, hacia dónde se dirige, qué le motiva, cuáles son las exigencias, cómo es el ascenso y qué encuentra al llegar a la meta. Merece la pena que transcriba el documento que repartió al final de la charla”.

San Juan de la cruz y Santa Teresa de Jesús, las dos caras de la misma moneda.
El conferenciante afrontó las respuestas a los interrogantes propuestos: los dos místicos se complementan y se necesitan; son las dos caras de la misma moneda del “seguidor de Jesús”. Nadie lo duda: San Juan de la Cruz es el maestro insuperable. Como teólogo, poeta y místico, Juan describe la meta, la unión máxima con Dios en esta vida, y el camino coherente con sus obstáculos y medios para llegar a la vida eterna. Muchos textos de la Subida, la Noche, la Llama y el Cántico espiritual presentan al Tú divino enamorado del hombre; al yo humano en búsqueda de Dios y el encuentro de amor de los protagonistas con las manifestaciones correspondientes.
Pero no es menor la importancia doctrinal y, sobre todo, el testimonio de santa Teresa de Jesús. San Juan describe doctrinalmente el camino poético del encuentro entre el creyente y Dios en la tierra. Pero en las obras de Teresa, principalmente en la Vida, en las Moradas del Castillo y en algunas de sus poesías, se aprecia más la dimensión existencial de la unión con Dios en la tierra. Teresa vivió como santa el cielo en la tierra y como escritora describió el camino para el encuentro con Dios en esta vida y en la del más allá. El amor de Teresa a Dios, el amado y el que ama, y la devoción a Cristo, camino y puente, constituyen los fundamentos para vivir el cielo en la tierra. Como persona, la primera doctora carmelita de la Iglesia, es consciente de su dignidad y de su miseria; como cristiana aceptó el sufrimiento que purifica y salva; reconoció cuanto le impidió caminar hacia la vida eterna. Y siempre se apoyó en la presencia de Dios, el Amor prisionero en su alma.

QUIÉN CAMINA: EL YO HUMANO

La visión que los místicos tienen del yo humano es negativa y positiva: “como gusano” de mal olor y con la dignidad de hijo. En san Juan, el avulense de Fontiveros, el alma pasa “de ser nada” a convertirse en esposa de Dios. En la unión encuentra la libertad verdadera: “Sufre el alma verse todavía en el mundo con miserias, como en tierra de enemigos, tiranizada entre extraños, muerta entre los muertos” (C.18).
Por su parte, la mística doctora presenta la doble cara de la persona. Desde la perspectiva humana aparece como un “gusanillo” que puede comunicarse con Dios, pero como hija de Dios contempla la hermosura del alma como el castillo, el paraíso y la morada de Dios que está situado en el centro más profundo del ser humano. Y se siente maravillosa criatura porque: “fuiste por amor criada / hermosa, bella, y así / en mis entrañas pintada,/ si te perdieres, mi amada,/ Alma, buscarte has en Mí (Alma, buscarte has en Mí).

HACIA QUIÉN: EL ABSOLUTO ES DIOS, EL AMADO

Dios es presentado de modo teológico y familiar en san Juan mientras que en santa Teresa es bello y misericordioso. Si del yo humano pasamos a Dios como gran protagonista, se comprende que san Juan profundice más teológicamente cuando presenta al Dios Uno y Trino: “las tres personas de la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, son las que realizan en el alma la divina obra de unión. El cauterio es el Espíritu Santo, la mano es el Padre, el toque el Hijo (Ll-2ª-1).
Sin estudios especiales de teología, Teresa de Cepeda y Ahumada describe en sus poesías y obras, algunos rasgos de Dios, en especial su belleza y la misericordia: ¡Oh hermosura que excedéis/ a todas las hermosuras!/ Sin herir dolor hacéis, /y sin dolor deshacéis, /el amor de las criaturas” (¡Oh hermosura que excedéis!).“Mas bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que no puedo dejar de ser...” (3M1, 3 ).


QUÉ MOTIVA AL CAMINANTE: EL AMOR Y LA ESPERANZA

En san Juan, el yo humano, anhela encontrarse con el Amado. Con toda claridad aparece este deseo en el Cántico espiritual: porque “allí amaremos a Dios como El se ama y ama. En la gloria entonces le amará también como es amada de Dios transformándola en su amor...” (C.38ª). Pero como el alma está en este mundo separada del Amado, por eso suplica: “rompe la tela de esta vida antes que la edad y años naturalmente la corten, para que te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma sin término ni fin” (Ll-1ª 36 y cf .Ll-1ª-29 a 34)
Para expresar este anhelo, santa Teresa acude a la experiencia personal. En su vida manifestó ansias de ver a Dios y deseos de morir: “Veíame morir con deseo de ver a Dios, y no sabía adónde había de buscar esta vida, si no era con la muerte. Dábanme unos ímpetus grandes de este amor, que, aunque no eran tan insufrideros como los que ya otra vez he dicho ni de tanto valor, yo no sabía qué me hacer; porque nada me satisfacía, ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma” (V 29,8).

POR QUÉ CAMINAR: LOS FUNDAMENTOS

Porque Dios, Tú divino, se acerca de varios modos al hombre que, impulsado por la esperanza corre ansioso al encuentro. San Juan y santa Teresa describen cada uno con su estilo la unión de los dos enamorados. El teólogo describe las diferentes presencias de Dios en el alma a la que llaga, diviniza y la convierte en esposa con previa purificación. La doctora carmelita acude a su experiencia: ella siente a Dios en lo más íntimo de su alma, como prisionero en el centro de su ser. Y todo gracias a Jesucristo, camino y puente que la hiere.

Dios viene, Dios está presente en el hombre
Como experto teólogo, San Juan distingue las varias presencias de Dios en el hombre (C.11ª), pero como místico insiste más en la presencia profunda: “Es la presencia e inhabitación que conviene a saber: que si alguno le amase, vendría la Santísima Trinidad en él y moraría de asiento en él…; lo cual es ilustrándole el entendimiento divinamente en la sabiduría del Hijo, y deleitándole la voluntad en el Espíritu Santo, y absorbiéndola el Padre poderosa y fuertemente en el abrazo abisal de su dulzura” (Ll 1ª-15).
Ante Dios, la polifacética Teresa, como doctora carmelitana, profesa su fe en Dios Uno y Trino con su belleza y poder. La Teresa cristiana, contempla al Amor que le ama y que tanto ha hecho por ella. Y Santa Teresa mística siente a Dios en lo más íntimo de su alma con una presencia intensa, inolvidable, que produce la suspensión de sus facultades. ¡Es el Dios que por amor está como prisionero en el centro de su ser! Además, tiene la originalidad de acudir a la humanidad de Jesús, pues recuerda que Dios viene por Cristo camino y puente. De Él, Teresa recibe una herida: “veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas” (V 29,13).

CON QUÉ MEDIOS ASCENDER

Según Teresa, Dios fortalece y dispone al alma que agradece y se apoya en la presencia de Dios su prisionero. Para San Juan, el alma enamorada corre al encuentro del Dios enamorado, pero ante su triste situación gime apenada. Sin Dios nada le satisface. Busca progresivamente la unión con su Amado como la leona buscan sus crías.

Cómo actúa Dios según Teresa
Y Dios dispone que el alma: “tenga ánimo de juntarse con tan gran Señor y tomarle por Esposo”(6M 4,1).Y el ser humano responde. El alma agradece la creación y el amor de Dios. Como buena discípula de Jesús, Teresa agradece a Dios la obra creadora y redentora: “Vuestra soy, pues me criastes, /vuestra, pues me redimistes (Vuestra soy, para Vos naci). ”Dios no deja de amarnos No deja de nos amar / nuestro Dios y nos llamar, / sigámosle sin recelo, /monjas del Carmelo (Hacia la Patria).
El alma, siente, agradece y se apoya en la presencia de Dios. Para Teresa, la presencia de Dios es clara, cierta y deleitosa. ¿Dónde quiere estar Dios presente? …“algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El” (V 10). “Adelante veréis como Su Majestad quiere que le goce el alma en su mesmo centro, aun más que aquí muy en la postrera morada” (5M 1,14 y en 7M 4,3; 7M 1,6).
Y es Dios quien está prisionero en su alma “y causa en mí tal pasión / ver a Dios mi prisionero, /que muero porque no muero (Vivo sin vivir en mí).

Para San Juan, el alma enamorada corre al encuentro del Dios enamorado
Ante la triste situación gime el alma apenada: “pide al Amado quiera ya poner término a sus ansias (fatigas) y penas con su presencia. Nada le satisface sin la presencia profunda del Amado, sin verle cara a cara” (C.10ª). Al no tener presente al Amado, el amor es atrevido como el de la “leona buscando sus crías. A este talle, pues, son las ansias de amor que va sintiendo esta alma, cuando ya va aprovechada en esta espiritual purgación” (N.II. 13º). Y es tan intensa la fuerza para ir a juntarse con Dios que “apetece y codicia a Dios impacientemente y siempre piensa que halla al Amado” (N.II. 19º y .20º).

QUÉ EXIGE LLEGAR A LA META

San Juan concreta: el alma pecadora y humilde acepta la purificación, como el madero por el fuego. También renuncia de modo coherente a lo que no sea Dios. Y en este proceso el alma se va enamorando y transformando de modo progresivo con respuestas de cruz y de total renuncia.
El alma, pecadora y humilde, acepta la purificación, como el madero por el fuego: “esta llama embiste al alma purgándola; bien así como el mismo fuego que entra en el madero es el que primero le está embistiendo e hiriendo con su llama, enjugándole y desnudándole de sus feos accidentes, hasta disponerle con su calor, tanto que pueda entrar en él y transformarle en sí. Y esto llaman los espirituales vía purgativa” (Ll 1ª-19 y cf. N.II. 11º)
Y no solamente la purificación sino también el alma renuncia de modo coherente a lo que no sea Dios, respuesta propia del que ama totalmente. En este encuentro el alma confiesa que “ya no guardo ganado: ya no me ando tras mis gustos y apetitos, porque, habiéndolos puesto en Dios y dado a él, ya no los apacienta ni guarda para sí el alma. Ni ya tengo otro oficio que la donación y entrega de sí y de su caudal al Amado que ya sólo en amar es mi ejercicio (C.28).
¿Cuál es el motor indispensable para la ascensión? El mismo Doctor y místico y responde: “Ahora todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que hago con amor y padeciendo todo lo que padezco con sabor de amor. Hasta el mismo ejercicio de oración y trato con Dios que antes solía tener en otras consideraciones y modos, ya todo es ejercicio de amor” (C. 28ª).
Observemos cómo durante el doble proceso de purificación y renuncia, el alma se va enamorando y transformando de modo progresivo. Y cómo brotan respuestas de amistad que le llevan a la aceptación de la cruz y a la renuncia total: “Tal es el que anda enamorado de Dios, que no pretende ganancia ni premio, sino sólo perderlo todo y a sí mismo en su voluntad por Dios…” (C. 29ª).
La radicalidad de Teresa de Jesús. Desde su perspectiva femenina, la santa doctora describe la ausencia-presencia de Dios de varios modos. En ocasiones, de manera humilde, atenta como pobre. Se manifiesta en ocasiones como mujer débil y con dramatismo. Pero en otras ocasiones, la Teresa de carácter fuerte mantiene su radicalidad con entrega total: “si quiere llevarla al cielo, vaya; si al infierno, no tiene pena, como vaya con su Bien; si acabar del todo la vida, eso quiere; si que viva mil años, también. Haga Su Majestad como de cosa propia; ya no es suya el alma de sí misma...” (V 17). Y muchas veces repetirá: “querría mil vidas para emplearlas todas en Dios”.
Y la mujer fuerte de Ávila mantiene su radicalidad con entrega total, pues sabe “perderse a sí mismo” como esclava del Señor y con el amor permanente” (Mi amado para mí. Y Vivo sin vivir en mí). Y muchas veces repetirá su total entrega: “querría mil vidas para emplearlas todas en Dios y que todas cuantas cosas hay en la tierra fuesen lenguas para alabarle por ella...” (6M4,15 y en 7M3,1).

LA CIMA: LA UNIÓN ESPONSAL

El caminante llegó a la cima.
Y en la cime el enamorado se encuentra con Dios, su Esposo. ¿Cómo describen la unión los dos místicos, Juan y Teresa? La santa de Ávila fue introducida en la morada divina, envuelta en un fuego espiritual, unida a Dios como dos velas y viviendo el matrimonio espiritual: “digamos que sea la unión como si dos velas de cera se juntasen tan en estremo, que toda la luz fuese una” (o como) “agua de lluvia en un río adonde queda hecho todo agua....” (7M 2,6). Pero siempre la iniciativa la lleva Dios que une consigo al alma invadida por un deleite inefable: “...porque el gran deleite que entonces siente en el alma es de verse cerca de Dios...” (7M 1,6).
Es la unión de dos esposos con amor limpio: “pues cuando Su Majestad es servido de hacerle la merced dicha de este divino matrimonio, primero la mete en su morada” (7M 1,3). Y “pasa esta secreta unión en el centro muy interior del alma, que deve ser adonde está el mesmo Dios” (7M 2,3. Ver en V 18.2 y 3).
El poeta de Fontiveros insiste en una progresiva, total y verdadera transformación del alma en Dios: “una transformación total en el Amado, en que se entregan ambas partes por total posesión de la una a la otra, con cierta consumación de unión de amor, en que está el alma hecha divina y Dios por participación, cuanto se puede en esta vida” (C.22ª). Y surgen las expresiones de ternura: “entrégase toda a sí misma a él, y dale también sus pechos de su voluntad y amor: Yo para mi Amado, y la conversión de él para mí. Ven, Amado mío; salgámonos al campo, moremos juntos en las granjas” (C.27ª). La situación de quien alcanzó la cima encuentra una bella descripción en el final de la Noche oscura:”quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado”

Palabras finales del conferenciante
Don Felipe, terminó su conferencia con estas palabras:
-cuanto afirmé fue una interpretación muy personal de la doctrina y de la vida de dos santos.
-Sí, san Juan de la cruz y santa Teresa de Jesús, por sendas diferentes dentro del mismo camino del amor, alcanzaron al Absoluto, al Dios-Amor, al amado y esposo de sus vidas.
-En definitiva, ellos, no hicieron sino plasmar con interpretación masculina o femenina “algo” de lo que existió en la vida de Jesús y de María en Nazaret.
-Y yo me pregunto: si los místicos han expresado el amor a Dios con tal intensidad, ¡cuánto más sería el del Redentor y el de su Madre!
-El mensaje de Juan y de Teresa es actual porque, en definitiva, se trata de vivir la santidad en y con amor. Los dos, desde su experiencia y cultura cristianas, teniendo como base la Palabra de Dios.
-Nosotros, sumergidos en la cultura de la secularización, con el mensaje del Vaticano II, estamos llamados a caminar y llegar a la cima, a la unión profunda y permanente con Dios, claro está que para servir mejor a los hermanos.
-Todos llamados a la vida mística, llamados a la santidad. AMÉN”

Final del Curso
Varios minutos duró el aplauso con el que el auditorio premió a don Felipe. Dos de los más entusiasmados, claro está, fueron Alberto y Luis que propusieron dialogar y profundizar sobre el mensaje escuchado. Especialmente Alberto que, mientras oía al conferenciante, pensaba en el amor coherente a Dios en Jesús y María y seguía con sus dos preguntas. Una, como sacerdote en su etapa más espiritual: ¿cómo vivir la relación con Dios con el fundamento de Jesús y María en Nazaret, y con el mensaje místico de san Juan y de santa Teresa? Y la otra pregunta como artista: ¿cómo plasmar en la pintura el rostro de los dos más grandes místicos que han existido en toda la historia, Jesús y María?
Aunque ensimismado en su reflexión, sí logró a escuchar lo que dijo uno de los asistentes: “¡hasta el próximo año, don Felipe!”
Y con claridad, la respuesta del director “patriarca” que, consciente de sus muchos años, contestó convencido: “si Dios quiere, si Dios quiere”...”Dios dirá, Dios dirá”.
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