¿Un trato perfecto sin la praxis de un plan de vida?
Cada religión suele resumir en un decálogo los principales preceptos a los que deben ajustar su vida los creyentes; cada institución presenta unas reglas de juego que los miembros guardarán; y cada persona suele regirse por su “decálogo” o conjunto de criterios y compromisos para tratar con el prójimo.
También el buen trato con Dios o trato con amor profundo, puede expresarse en una serie de criterios y compromisos que señalan el camino a seguir. Así evitamos los pensamientos genéricos que vuelan si no se concretan en compromisos. En concreto, el decálogo del trato perfecto con Dios admite estas manifestaciones o compromisos: en plan negativo, evitar la injusticia y la falsedad. En plan positivo, la fidelidad a la propia religión, el seguimiento de Jesús y María en su relación con Dios, la lectura de autores para la información y de personas referentes que motiven respuestas positivas. Y la praxis de una vida impregnada de ilusión, coherencia, entusiasmo y radicalidad y orientada a conseguir el amor profundo, corazón del trato perfecto con Dios y con el prójimo.
1. No ser injusto con Dios ni desagradecido ni desobediente
En las relaciones interpersonales, el trato más negativo que una persona otorga a otra se traduce en respuestas de rechazo, hostilidad, odio y ofensas graves contra el honor o los bienes de quien considera enemigo. En la relación del yo humano con el Tú divino el trato más negativo, también consiste en criterios, actitudes y acciones de rechazo a su existencia, de hostilidad contra signos religiosos y personas creyentes, de odio como acción destructiva para todo lo que se refiere a Dios y al culto debido y la indiferencia ante todo lo religioso. Por el contrario, el creyente, está llamado a respetar, amar y buscar el trabajo justo y bueno con Dios.
2. Evitar un trato falso, parcial, interesado o supersticioso
El trato debido a Dios, con mayor o menor coherencia, siempre debe ser auténtico, según verdad y con amor. Pero en la antítesis, está el trato falso de quienes se profesan creyentes pero son sepulcros blanqueados. La falsedad radica en sus criterios deformados, erróneos, en su conducta incoherente como los que se confiesan creyentes pero no practicantes o los que mantienen una conducta inmoral y permanente. Será oportuno preguntarse: ¿son actuales e interiorizadas mis motivaciones? La respuesta positiva enriquece la capacidad de amar; potencia la fuerza del motor a la hora de superar dificultades, de relacionarse y de cumplir tareas y compromisos. Pero es preciso evitar sentimentalismos, motivos ocasionales, poco fundamentados o no actualizados.
3. Cumplir los compromisos del católico
Muchos bautizados dan a Dios un trato injusto o falso. Pero otro gran porcentaje, miembros de las religiones, son creyentes y practicantes, fieles a sus compromisos religiosos. ¿Cuáles son los rasgos más esenciales del creyente fiel? El respeto a los derechos de Dios, el trato respetuoso a su nombre y a su honor, la práctica de la religiosidad, la participación en el culto y el cumplimiento de los preceptos de la propia religión.
A los compromisos generales del creyente, el católico tiene también los mandamientos de la Iglesia. El católico practicante participa en la Misa y vive en comunión con la Iglesia; progresa en la conversión, se confiesa, repara las ofensas, comunica su fe y colabora en la Evangelización.
4. Cultivar la amistad con Jesús y María interiorizando su trato con Dios
¿Y de qué manera? Jesús experimentó el amor de Dios-Padre,(y también la Virgen María), fue consciente de la misión redentora y cumplió su voluntad hasta dar su vida por todos, por el reino-reinado de Dios. El cristiano a imitación de Jesús tratará a Dios de manera coherente como lo hiciera su Maestro y Testigo, con verdad-sinceridad, justicia-respeto, libertad-dominio, paz-paciencia y, sobre todo, con amor-donación
5. Motivar la amistad-intimidad con Dios con el testimonio de otros cristianos
Los santos, como creyentes, fueron fieles a las prescripciones de la Iglesia, y como seguidores de Jesús y María se relacionaron con Dios y con el prójimo según su vocación, sexo, tareas y posibilidades personales. Ahora bien, el trato perfecto que mantuvieron con Dios estaba sostenido por cuatro columnas: su consagración, confianza, amistad e intimidad que llegó hasta la unión más perfecta
6. Ampliar los criterios con la lectura de Maestros de espiritualidad
Muchos son los caminos para llegar al trato perfecto con Dios. Tantos, cuantas escuelas de espiritualidad, santos canonizados y autores que enseñaron las modalidades de la relaciones del hombre con Dios.
A la hora de elegir un camino, sobresale el de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús que se puede interpretar con la metáfora del puente sobre un río para explicar el modo de encontrar y unirse plenamente con Dios.
7. Cumplir con ilusión y coherencia la voluntad de Dios en las tareas encomendadas.
El cristiano necesita ilusión por la fe: que el mensaje cristiano se convierta en una meta atrayente, en un ideal que entusiasma y en unas tareas que se realizan con satisfacción. Para toda persona, la ilusión consiste en una esperanza que vive con entusiasmo y fuerza para superar las dificultades. Internamente, la persona que vive la ilusión tiene un “algo”, un secreto que le motiva y da energías para vivir y para superar las dificultades. Este “algo” reside en su familia, profesión...y en la fe.
Es coherente la persona en tanto en cuanto su conducta se ajusta a los valores que acepta. También merece este calificativo quien es fiel a los compromisos contraídos. Por lo tanto, cristiano coherente será el bautizado ilusionado y entusiasmado que proyecta con fidelidad los valores de su fe en obras de caridad.
8. Orientar la comunicación continua con Dios (cc-cD) hacia el entusiasmo, fuerza para superar obstáculos internos y externos.
El entusiasmo como endiosamiento acentúa el amor apasionado por una persona o por un ideal. Así se explica que la persona entusiasmada manifieste un dinamismo exuberante y una ganas extraordinarias de hacer cosas para conseguir sus objetivos. ¿Y el cristiano entusiasmado? Bajo la acción del Espíritu y motivado por la caridad, experimenta con mayor razón el entusiasmo por la vocación cristiana. Y si cualquier persona tiene recursos particulares que intensifican su amor, el creyente dispone de la oración enfocada como el diálogo o comunicación confiada con Dios.
En el aprendizaje de la oración se impone la elección de la fuente común: Jesús, el primer testigo y maestro en la comunicación con Dios. Jesucristo es el mejor testigo y maestro. Y María enseña a orar: su comunicación con Dios estaba marcado por el SÍ del entusiasmo y donación total.
Con la oración surge el entusiasmo, fuerza en las tentaciones, adversidades, fracasos, carencias, enemigos, soledad, pecados capitales y otros ídolos. Que la decisión o fortaleza sea máxima, aceptable. Y que no falte como motivación el compartir la cruz más pesada que soporta el prójimo.
9. Poner en práctica el lema del amor experimentado, íntimo, oblativo y unitivo (AEIOU). También la modalidad del amor profundo, íntimo, confiado, de unión permanente (APICUP)
(AEIOU). Amor-donación. Experiencia: amar y sentirse amado. Intimidad como trato profundo que va más allá de la amistad ordinaria. Oblativo, con ofrecimientos y sacrificios concretos. Unitivo, en cuanto por la oración procura tener presente a Dios y ser fiel a su voluntad.
(APICUP) Amor-donación. Profundo y no superficial, rutinario. Comunicación continua con Dios. Unión con la presencia y obediencia, que sea permanente, no ocasional.
10. Con amor y por amor procurar vivir la radicalidad en el trato con Dios y con el prójimo.
Todo se concentra en el amor profundo, en la radicalidad como actitud según la doctrina y testimonio de Jesús: «apártate, Satanás, porque está escrito: al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto» (Mt 4,8-10). Y la que predicó el Maestro: “si tu ojo te escandaliza, sácatelo” (Mt 5,29-30). A quien lo niegue, Él lo negará (Mt 10,37); se salva quien cumple la voluntad del Padre y no quien se limita a decir «Señor, Señor» (Mt 7,21). Es la total entrega que exigió a los discípulos: a los que quieran seguirle les pide, como al joven rico: querer, vender, dar y compartir la vida: "si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19,21).
¿Cómo concretar la radicalidad? En la actitud coherente de quien lo deja todo, acepta la cruz, ama al enemigo, da la vida por el prójimo y vive el espíritu de las bienaventuranzas
También el buen trato con Dios o trato con amor profundo, puede expresarse en una serie de criterios y compromisos que señalan el camino a seguir. Así evitamos los pensamientos genéricos que vuelan si no se concretan en compromisos. En concreto, el decálogo del trato perfecto con Dios admite estas manifestaciones o compromisos: en plan negativo, evitar la injusticia y la falsedad. En plan positivo, la fidelidad a la propia religión, el seguimiento de Jesús y María en su relación con Dios, la lectura de autores para la información y de personas referentes que motiven respuestas positivas. Y la praxis de una vida impregnada de ilusión, coherencia, entusiasmo y radicalidad y orientada a conseguir el amor profundo, corazón del trato perfecto con Dios y con el prójimo.
1. No ser injusto con Dios ni desagradecido ni desobediente
En las relaciones interpersonales, el trato más negativo que una persona otorga a otra se traduce en respuestas de rechazo, hostilidad, odio y ofensas graves contra el honor o los bienes de quien considera enemigo. En la relación del yo humano con el Tú divino el trato más negativo, también consiste en criterios, actitudes y acciones de rechazo a su existencia, de hostilidad contra signos religiosos y personas creyentes, de odio como acción destructiva para todo lo que se refiere a Dios y al culto debido y la indiferencia ante todo lo religioso. Por el contrario, el creyente, está llamado a respetar, amar y buscar el trabajo justo y bueno con Dios.
2. Evitar un trato falso, parcial, interesado o supersticioso
El trato debido a Dios, con mayor o menor coherencia, siempre debe ser auténtico, según verdad y con amor. Pero en la antítesis, está el trato falso de quienes se profesan creyentes pero son sepulcros blanqueados. La falsedad radica en sus criterios deformados, erróneos, en su conducta incoherente como los que se confiesan creyentes pero no practicantes o los que mantienen una conducta inmoral y permanente. Será oportuno preguntarse: ¿son actuales e interiorizadas mis motivaciones? La respuesta positiva enriquece la capacidad de amar; potencia la fuerza del motor a la hora de superar dificultades, de relacionarse y de cumplir tareas y compromisos. Pero es preciso evitar sentimentalismos, motivos ocasionales, poco fundamentados o no actualizados.
3. Cumplir los compromisos del católico
Muchos bautizados dan a Dios un trato injusto o falso. Pero otro gran porcentaje, miembros de las religiones, son creyentes y practicantes, fieles a sus compromisos religiosos. ¿Cuáles son los rasgos más esenciales del creyente fiel? El respeto a los derechos de Dios, el trato respetuoso a su nombre y a su honor, la práctica de la religiosidad, la participación en el culto y el cumplimiento de los preceptos de la propia religión.
A los compromisos generales del creyente, el católico tiene también los mandamientos de la Iglesia. El católico practicante participa en la Misa y vive en comunión con la Iglesia; progresa en la conversión, se confiesa, repara las ofensas, comunica su fe y colabora en la Evangelización.
4. Cultivar la amistad con Jesús y María interiorizando su trato con Dios
¿Y de qué manera? Jesús experimentó el amor de Dios-Padre,(y también la Virgen María), fue consciente de la misión redentora y cumplió su voluntad hasta dar su vida por todos, por el reino-reinado de Dios. El cristiano a imitación de Jesús tratará a Dios de manera coherente como lo hiciera su Maestro y Testigo, con verdad-sinceridad, justicia-respeto, libertad-dominio, paz-paciencia y, sobre todo, con amor-donación
5. Motivar la amistad-intimidad con Dios con el testimonio de otros cristianos
Los santos, como creyentes, fueron fieles a las prescripciones de la Iglesia, y como seguidores de Jesús y María se relacionaron con Dios y con el prójimo según su vocación, sexo, tareas y posibilidades personales. Ahora bien, el trato perfecto que mantuvieron con Dios estaba sostenido por cuatro columnas: su consagración, confianza, amistad e intimidad que llegó hasta la unión más perfecta
6. Ampliar los criterios con la lectura de Maestros de espiritualidad
Muchos son los caminos para llegar al trato perfecto con Dios. Tantos, cuantas escuelas de espiritualidad, santos canonizados y autores que enseñaron las modalidades de la relaciones del hombre con Dios.
A la hora de elegir un camino, sobresale el de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús que se puede interpretar con la metáfora del puente sobre un río para explicar el modo de encontrar y unirse plenamente con Dios.
7. Cumplir con ilusión y coherencia la voluntad de Dios en las tareas encomendadas.
El cristiano necesita ilusión por la fe: que el mensaje cristiano se convierta en una meta atrayente, en un ideal que entusiasma y en unas tareas que se realizan con satisfacción. Para toda persona, la ilusión consiste en una esperanza que vive con entusiasmo y fuerza para superar las dificultades. Internamente, la persona que vive la ilusión tiene un “algo”, un secreto que le motiva y da energías para vivir y para superar las dificultades. Este “algo” reside en su familia, profesión...y en la fe.
Es coherente la persona en tanto en cuanto su conducta se ajusta a los valores que acepta. También merece este calificativo quien es fiel a los compromisos contraídos. Por lo tanto, cristiano coherente será el bautizado ilusionado y entusiasmado que proyecta con fidelidad los valores de su fe en obras de caridad.
8. Orientar la comunicación continua con Dios (cc-cD) hacia el entusiasmo, fuerza para superar obstáculos internos y externos.
El entusiasmo como endiosamiento acentúa el amor apasionado por una persona o por un ideal. Así se explica que la persona entusiasmada manifieste un dinamismo exuberante y una ganas extraordinarias de hacer cosas para conseguir sus objetivos. ¿Y el cristiano entusiasmado? Bajo la acción del Espíritu y motivado por la caridad, experimenta con mayor razón el entusiasmo por la vocación cristiana. Y si cualquier persona tiene recursos particulares que intensifican su amor, el creyente dispone de la oración enfocada como el diálogo o comunicación confiada con Dios.
En el aprendizaje de la oración se impone la elección de la fuente común: Jesús, el primer testigo y maestro en la comunicación con Dios. Jesucristo es el mejor testigo y maestro. Y María enseña a orar: su comunicación con Dios estaba marcado por el SÍ del entusiasmo y donación total.
Con la oración surge el entusiasmo, fuerza en las tentaciones, adversidades, fracasos, carencias, enemigos, soledad, pecados capitales y otros ídolos. Que la decisión o fortaleza sea máxima, aceptable. Y que no falte como motivación el compartir la cruz más pesada que soporta el prójimo.
9. Poner en práctica el lema del amor experimentado, íntimo, oblativo y unitivo (AEIOU). También la modalidad del amor profundo, íntimo, confiado, de unión permanente (APICUP)
(AEIOU). Amor-donación. Experiencia: amar y sentirse amado. Intimidad como trato profundo que va más allá de la amistad ordinaria. Oblativo, con ofrecimientos y sacrificios concretos. Unitivo, en cuanto por la oración procura tener presente a Dios y ser fiel a su voluntad.
(APICUP) Amor-donación. Profundo y no superficial, rutinario. Comunicación continua con Dios. Unión con la presencia y obediencia, que sea permanente, no ocasional.
10. Con amor y por amor procurar vivir la radicalidad en el trato con Dios y con el prójimo.
Todo se concentra en el amor profundo, en la radicalidad como actitud según la doctrina y testimonio de Jesús: «apártate, Satanás, porque está escrito: al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto» (Mt 4,8-10). Y la que predicó el Maestro: “si tu ojo te escandaliza, sácatelo” (Mt 5,29-30). A quien lo niegue, Él lo negará (Mt 10,37); se salva quien cumple la voluntad del Padre y no quien se limita a decir «Señor, Señor» (Mt 7,21). Es la total entrega que exigió a los discípulos: a los que quieran seguirle les pide, como al joven rico: querer, vender, dar y compartir la vida: "si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19,21).
¿Cómo concretar la radicalidad? En la actitud coherente de quien lo deja todo, acepta la cruz, ama al enemigo, da la vida por el prójimo y vive el espíritu de las bienaventuranzas