¿Es una utopía la coherencia cristiana en la posmodernidad?

En mi humilde opinión, respaldada por la experiencia pastoral, el problema más grave que hoy tiene planteado la Iglesia es el siguiente: el 90% de los bautizados terminan viviendo como paganos, alejados no solamente de la práctica religiosa sino del mensaje de Jesús. Y muchos de ellos, hasta con pérdida de la fe. Y el problema se agrava porque ese 10% o 15% de creyentes y practicantes, en su mayoría han cumplido los sesenta años. Si ahora la coherencia cristiana resulta una utopía, en el futuro inmediato será utopía más del pasado.
El interrogante plantea uno de los desafíos más urgentes a quienes estamos comprometidos en la tarea pastoral en los comienzos del siglo XXI, en los tiempos de la posmodernidad. Frente a la gran masa de alejados de la fe cristiana, unos totalmente y otros parcialmente, el que practica en alguna que otra ocasión, están los del 10% o 15% con los que la Iglesia puede contar.
Antes de adoptar una respuesta pesimista, la de creer que el cristianismo es un imposible, una utopía que no sirve ni encaja con los valores y respuestas del hombre posmoderno, será conveniente reflexionar sobre las dificultades que el vivir según Jesús, es decir, la coherencia cristiana, presenta en nuestros días. Y abrir las puertas a la esperanza con la respuesta de los muchos cristianos coherentes que existen.

La realidad: muchos son los bautizados pero pocos los coherentes
La fe fundamenta el orgullo del bautizado por la presencia de Cristo en su persona y en la Iglesia. Pero la historia actual confirma la ausencia de Jesús en la mayoría de bautizados y catequizados. Ausencia externa en el culto eclesial, en un 80%-85% aproximado. ¿Cuántos de ese 15% o 20% están comprometidos dentro de la Iglesia? No se trata ahora de los que rechazan a Dios porque lo consideran un antivalor. El problema está centrado en los bautizados que se convierten en unos paganos. ¿Por qué tan pocos católicos practicantes?
Conviene repetirlo: nos encontramos ante el problema más grave que afronta la Iglesia de nuestros días: el porcentaje mayor de los bautizados adultos es el de los católicos apartados de la práctica religiosa. ¿Por qué tanta huída de la Iglesia, de la coherencia cristiana y en muchos casos de la fe en Dios? ¿Por qué tantos creyentes cristianos no son practicantes?

El problema se agrava: de padres cristianos, hijos paganos
Actualmente, muchos padres mayores de 60 años siguen fieles a la Iglesia pero los hijos pasan al grupo de los alejados de la práctica religiosa y de una vida que en nada se diferencia a la de un pagano. Estos padres-madres confiesan su fracaso: educaron cristianamente a sus hijos y con ellos participaban en la misa dominical, pero, después de los 15-20 años, se fueron apartando totalmente de la Iglesia o bien pertenecen a la religión “light”, (creyentes ocasionales), inmersos en la mentalidad pagana, atraídos por la comodidad, influenciados por los medios de comunicación social y celosos de una libertad plena para su vida en la que nadie tiene que meterse.

Las causas personales que explican la situación de los alejados
Entre los factores, causas y razones personales que de alguna manera dan una explicación del escaso porcentaje de cristianos coherentes, destacamos los siguientes:
-la formación deficiente. Bien porque no se tiene, bien porque no se actualizó la fe del joven o bien porque forma parte de una experiencia religiosa negativa: "ya escuché de niño y en el colegio misas para toda la vida", “basta con una misa cada año”, “mis devociones suplen las obligaciones cristianas”;
-una fe débil y poco profunda en las convicciones religiosas. Es como una casa construida sobre arena o como el traje que se quita y se pone. Faltan raíces sólidas y fuertes motivaciones en las creencias cristianas;
-la presión política: su ideología no les permite manifestaciones públicas de la fe, y mucho menos el colaborar con la Iglesia en cualquier apostolado;
-el miedo “social-político”: no quieren señalarse en la vida social como colaboradores de la Iglesia en cualquier apostolado;
-la escasa alimentación espiritual: son creyentes que van dejando todo tipo de oración personal.
-la radicalización: el progresista, arriesgado por lo nuevo, termina por separarse de la Iglesia y en ocasiones de la misma vida cristiana cuando rechaza alguno de los mandamientos o sacramentos como el precepto dominical;
-no hay tiempo para Dios. Son tantas las tareas, preocupaciones y diversiones que no hay tiempo para las respuestas propias del cristiano coherente.

Por la mentalidad y la conducta
Los criterios que se forjan en el bautizado, especialmente desde el ingreso en la Universidad, van configurando una personalidad alejada de los valores cristianos:
-la conciencia, juez supremo que decide sobre lo que está bien o mal y que no necesita intermediarios ni oposición como sería el magisterio de la Iglesia;
-una libertad sin límites y sin obligaciones religiosas. Los mandamientos y prohibiciones de la Iglesia católica son obstáculos. “Como soy libre puedo elegir cuándo y cómo quiera lo que tengo que hacer sin imposiciones externas”;
-el pragmatismo. La persona pragmática o utilitarista admite a Dios y a la religión en tanto en cuanto le ayudan a resolver sus problemas humanos. Para muchos, lo que cuenta a la hora de relacionarse con la Iglesia es la experiencia agradable o desagradable;
-la conducta ética. Muchos se apartan de la Iglesia por una vida contraria a la moral cristiana en materia de justicia, sexualidad, matrimonio, procreación, vida (aborto y eutanasia), odio, injusticia, robo, corrupción, droga, alcohol, juego ...etc.;
-los conflictos con la Iglesia. Así sucede con el que vive con su pareja sin compromiso alguno, el que se casó solamente por lo civil, el de la unión homosexual, el divorciado vuelto a casar que se siente “excomulgado por la Iglesia. En todas estas situaciones permaneció la fe en Dios pero no en la Iglesia que “no me permite comulgar”.

Dificultades externas
A las dificultades y obstáculos personales se une el influjo contrario a la fe que proviene el ambiente-calle, de los medios de comunicación, lecturas, etc.
-el orgullo “cultural” o sensación de poder y autosuficiencia. El hombre actual no necesita de la Iglesia, del Evangelio ni del mismo Dios para resolver sus problemas;
-las fuertes presiones contra la moral cristiana. La sociedad del bienestar propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda y deslumbra con unas ideologías que no son compatibles con las enseñanzas de la Iglesia;
-el contagio. Es abrumador el porcentaje de los bautizados que no son practicantes y “contagian” a los que desean “débilmente” seguir coherentes en la práctica religiosa. Al final la abandonan o se quedan con una “débil” práctica religiosa;
-la deformación y el prejuicio. Es generalizada la opinión que reduce la conducta de los católicos a la celebración de sacramentos, procesiones y actos de piedad. Relación con lo religioso, sí, pero no la interpersonal y comprometida del cristiano;
-el mal ejemplo de algunos sacerdotes. La conducta de algunos sacerdotes aleja de la vida espiritual y de la apostólica. Es la excusa que muchos presentan para justificar su alejamiento de la Iglesia y de la misma comunicación con Dios;
-la mala imagen que se tiene de los católicos influye para debilitar la adhesión a la Iglesia. Se juzga al católico como persona anticuada, algo fanática y enemiga del progreso social. En ocasiones, los que colaboran estrechamente con la Iglesia reflejan una imagen poco atrayente ante los alejados;
-la cultura diferente. Los jóvenes, y también los de 30, 40 años, de hecho, pertenecen a una cultura muy diferente a la de sus padres y a la educación recibida de niños. Siguen como creyentes, con sus oraciones y son practicantes de ocasión. Pero rechazan la obligación de la misa dominical, los temas religiosos, y por supuesto, el colaborar en obras eclesiales.

Cristianos poco coherentes, “ocasionales”. Los de la religión light
Son personas que tienen fe y se comunican individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. Muchas de ellas asisten alguna que otra vez a los actos religiosos, pero quedan definidas como los que "no van a Misa ni se confiesan". Y cuando lo hacen, normalmente, es para aprovecharse de los beneficios de la religión o de lo que Dios pueda otorgarle. O bien, por razones sociales como el que asiste a un funeral, a una boda, etc.

Factores y causas externas
La situación de estos bautizados, coherentes ocasionales, es fruto de los obstáculos, causas y mentalidad de los alejados con algunos matices. Sufren:
-el respaldo de algunas mentalidades. Por una parte el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. También respalda la posmodernidad que desplaza a Dios a un segundo lugar y prescinde de las prácticas religiosas "oficiales", y el laicismo que aunque no sea beligerante presiona para relegar la fe al ámbito individual;
-las fuertes presiones contra la moral cristiana que continuamente vienen del ambiente, las lecturas, los medios de comunicación social, los centros universitarios, amistades.... Todo confluye en una cultura permisiva sobre lo religioso: “como todo el mundo no va a misa,” “ como la doctrina de la Iglesia está atrasada”,”como no se lleva lo de ser católico....”
-la sociedad del bienestar que propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Pero las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”;

¿Existen cristianos coherentes? Sí y más de lo que aparece a primera vista. El próximo artículo tratará de los bautizados que como adultos vive su fe cristiana de modo coherente.
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