Manos Unidas lanza su 61 Campaña contra el Hambre Clara Pardo: "El ser humano es el único ser vivo que destruye, a conciencia, la tierra que le ha sido dada"
821 millones de personas pasan hambre en el mundo. "Ellos nos exigen que actuemos y que lo hagamos ya, con contundencia"
'Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú: colaborar está en tu mano', lema de la Campaña
“Queremos hacer de altavoz del grito de la tierra herido y del grito de las personas vulnerables, empobrecidas y hambrientas, porque ambos lamentos suenan al unísono"
“Queremos hacer de altavoz del grito de la tierra herido y del grito de las personas vulnerables, empobrecidas y hambrientas, porque ambos lamentos suenan al unísono"
“Nadie lanza una piedra al lugar en que ha puesto el recipiente de la leche”. El ancestral proverbio ruandés sirvió de eje para la presentación que la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, hizo de la 61 Campaña contra el Hambre de la ONGD de la Iglesia española, que se celebra este domingo y que este viernes tiene su tradicional ayuno solidario.
Una campaña, la de este año, que se centra en la responsabilidad del ser humano en la destrucción del medio ambiente, y de cómo son los más empobrecidos quienes más sufren sus consecuencias. 'Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú: colaborar está en tu mano', es el lema de este año, que busca “poner el foco en la consecuencias”, explicó Pardo.
Y es que, denunció, “el ser humano es el único ser vivo que destruye, a conciencia, la tierra que le ha sido dada como un préstamo; la casa común en la que vivieron nuestros ancestros y en la que vivirán las generaciones venideras”.
“Los seres humanos somos los únicos seres vivos capaces de hacer gritar de dolor y de sufrimiento al lugar donde habitamos, que esquilmamos, quemamos, explotamos, contaminamos y maltratamos hasta dejarle las entrañas heridas”, clamó la presidenta de Manos Unidas, quien denunció “nuestro comportamiento insensible, egoísta e inconsciente”, que nos hace “hacer gritar de dolor y sufrimiento a los miembros de nuestra propia especie”.
Eco del grito de la tierra herida
Frente a este duro diagnóstico, Manos Unidas “quiere hacerse eco de esos gritos”, como tantas veces pide el Papa. “Queremos hacer de altavoz del grito de la tierra herida y del grito de las personas vulnerables, empobrecidas y hambrientas, porque ambos lamentos suenan al unísono”, destacó.
Hambre, enfermedad, muerte... son algunas de las causas de este cambio climático que muchos, pese a las evidencias, se empeñan en negar. “821 millones de personas nos exigen que actuemos y que lo hagamos ya, con contundencia”, apuntó Clara Pardo, quien añadió que más de 29 millones de personas sufren hambre por las consecuencias del cambio climático. Es más, los desastres naturales relacionados con la metereología se han triplicado desde los años 60 y más de 60.000 muertes al año.
Toma la palabra Clara Pardo, presidenta de @ManosUnidasONGD: Esta Campaña es una consecuencia de nuestro compromiso por acabar con el hambre en el mundo. Y ese será nuestro enfoque sobre este tema.#RuedadePrensa Campaña #ManosUnidasCuidaElPlaneta. pic.twitter.com/2GySnx4kBx
— Manos Unidas ONGD (@ManosUnidasONGD) February 4, 2020
140 millones de 'refugiados climáticos'
Por no hablar de los 'refugiados climáticos', que sumarán 140 millones en 2050. “Llevamos 61 años trabajando sobre el terreno, codo con codo con nuestros socios locales y con las personas que más lo necesitan”, subrayó. “Lo que no sabemos es hasta dónde pueden llegar estos daños si no se revierte la tendencia”.
"¿Nos hemos planteado qué vamos a hacer cuando esas personas, a las que hace tan solo unos días se acaba de reconocer como refugiados, llamen a nuestras puertas? ¡No quiero ni imaginarlo!"
Tras la presidenta de Manos Unidas, tomaron la palabra la hermana Janeth Aguirre, que lleva 15 años de trabajo en Mali, con las mujeres como grandes protagonistas; y el padre Alberto Franco, religioso colombiano que trabaja con las comunidades afrocolombianas, indígenas y campesinas.
La mujer, frente a la violencia en Malí
Janeth ("aunque podría llamarme Maimouna, Fanta, Rokia, Assetou, Senimba... que son las mujeres por ls que mi presencia en Malí cobra todo su sentido", explicó) relató los desplazamientos en el país, provocados por la violencia terrorista. en el norte del país. "El maliense acoge a cualquier persona como si fuera su hermano", relató, contando cómo las 280 etnias del país se consideran hermanos desde hace generaciones.
Una de las hermanas de esta religiosa lleva casi tres años secuestrada. "Hasta el momento no tenemos ninguna novedad", lamentó. A ello se suma "el cambio climático que se toca con la punta de los dedos", que desde hace 15 años, y gracias a la ayuda de Manos Unidas, intentan combatir, gracias a tantas mujeres "que representan una fuerza incomparable para el país".
"Las mujeres en Malí lo son todo en la familia, desde muy niñas se enfrentan a la realidad cruda de pobreza y carencias", denunció Janeth. "Son las mujeres las que llevan la comida a la mesa con la ayuda de los huertos, y si no hay agua vendrá la desnutrición, y con ésta las enfermedades y todos los problemas de crecimiento, de comprensión, de falta de rendimiento en el cole".
"Hay que crear soluciones durable, formarlas, capacitarlas en técnicas de cultivo y de riego, reutilizar las aguas usadas, ayudarlas a crear la infraestructura para que la mujer maliense pueda realizar su trabajo y cumplir con su misión".
Cura campesino, defensor de los derechos humanos
Por su parte, Alberto Franco relató la vocación que le llevó a luchar contra aquellos que "pensaban que había que civilizar las montañas; es decir, derribarlas, tumbarlas". Así, este cura se hizo campesino y defensor de derechos humanos y ambientales, y llegó a conocer "asesinatos, masacres, desapariciones, desplazamientos forzados, montajes judiciales, encarcelados injustamente...".
La "explotación de bienes de la creación es la causa de esta cruda realidad", que "empobrece a millones de personas y genera hambre en las periferias del 'mundo civilizado'", denunció Franco, quien explicó el proyecto de Manos Unidas en el norte del Chocó, un trabajo conjunto que logró frenar la entrada de paramilitares y empresarios que desplazaron a miles de originarios para explotar un proyecto de producción de agro-combustible con palma aceitera.
"No es ético ni realista seguir escuchando los negacionistas de la crisis ambiental y socioeconómica, que maquillan el hambre, la miseria y el riesgo climático", subrayó el sacerdote colombiano, quien recordó que "somos parte de un todo, el centro es la interdependencia de la vida".
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