Desde hace años, Manos Unidas, sumándose a los esfuerzos de muchas otras organizaciones, viene denunciando los riesgos y agresiones que padece la Amazonía y que conllevan una acelerada deforestación hacia el cada vez más cercano punto de “no retorno”; momento en el que la desaparición de este pulmón verde de la humanidad será ya irreversible.
La explotación incontrolada de los recursos naturales para la obtención de minerales o combustibles, la ampliación de la frontera agrícola para el monocultivo o la producción ganadera extensiva, hacen que la selva se esté reduciendo dramáticamente (y cada vez a un mayor ritmo), en un contexto, el del cambio climático, donde las variaciones en los ciclos de lluvias y las temperaturas ya están alterando gravemente los ecosistemas.
Los incendios vienen a sumarse a estas amenazas sobre la Amazonía y tienen especial incidencia en las áreas más deforestadas, allá donde se juntan los intereses económicos con los entornos naturales más debilitados.
Son “las que mejor preservan el medioambiente y las que están más amenazadas que nunca”, en palabras del Papa Francisco. Y también, a través de la defensa de los líderes y organizaciones que defienden los Derechos Humanos y Ambientales y que son víctimas de campañas de criminalización y de amenazas.
Manos Unidas forma parte de algunos esfuerzos colectivos de defensa de la Amazonía, como la Red Eclesial Panamazónica o la Red Iglesias y Minería, que día a día buscan movilizar a la sociedad en la defensa de nuestra “Casa Común” y cuya presencia en Roma durante el próximo Sínodo Amazónico servirá para reforzar el mensaje de la Iglesia en favor de una ecología integral.