18 de octubre, Domingo Mundial de las Misiones 2020. Testimonios La misión o la mecánica del amor: "Todos podemos ser misioneros"
Andrés Diáz de Rábago acaba de cumplir 100 años. Después de celebrar su aniversario en España junto a su familia, este médico y misionero ha regresado a Taiwán. Allí lleva casi 50 años y quiere entregar su vida hasta el final
Su consejo: "Quien tenga vocación misionera y esté dispuesto a irse a la misión es que “ame al nuevo país y sus habitantes hasta que duela"
Inés Vicente: Lo nuestro es ser presencia, acogida, acompañar, dar amor, andar abriendo caminos. Y al andar, las semillas de Evangelio caerán, germinarán, darán fruto…”
Estrella Arjomil:"Mi misión es llegar a las aldeas donde hay personas afectadas por la lepra, estar un tiempo con ellos, escuchar sus preocupaciones, darles un poco de formación"
Juan Carlos y Virginia: "'Sé valiente, la misión te espera' es una llamada a vivir teniendo como GPS a Jesús y su Palabra. Es una invitación a VIVIR con mayúsculas todo lo que Él nos propone cada día"
Para Julio Cuesta, ser misionero es "sembrar amor por el mundo": "El Domund es una campaña de conciencia para todos. Todos somos misioneros en cuanto a miembros de la Iglesia y todos podemos hacer algo"
Jara y Carlos: "Vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos... ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!"
Inés Vicente: Lo nuestro es ser presencia, acogida, acompañar, dar amor, andar abriendo caminos. Y al andar, las semillas de Evangelio caerán, germinarán, darán fruto…”
Estrella Arjomil:"Mi misión es llegar a las aldeas donde hay personas afectadas por la lepra, estar un tiempo con ellos, escuchar sus preocupaciones, darles un poco de formación"
Juan Carlos y Virginia: "'Sé valiente, la misión te espera' es una llamada a vivir teniendo como GPS a Jesús y su Palabra. Es una invitación a VIVIR con mayúsculas todo lo que Él nos propone cada día"
Para Julio Cuesta, ser misionero es "sembrar amor por el mundo": "El Domund es una campaña de conciencia para todos. Todos somos misioneros en cuanto a miembros de la Iglesia y todos podemos hacer algo"
Jara y Carlos: "Vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos... ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!"
Juan Carlos y Virginia: "'Sé valiente, la misión te espera' es una llamada a vivir teniendo como GPS a Jesús y su Palabra. Es una invitación a VIVIR con mayúsculas todo lo que Él nos propone cada día"
Para Julio Cuesta, ser misionero es "sembrar amor por el mundo": "El Domund es una campaña de conciencia para todos. Todos somos misioneros en cuanto a miembros de la Iglesia y todos podemos hacer algo"
Jara y Carlos: "Vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos... ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!"
Jara y Carlos: "Vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos... ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!"
| OMP
(OMP).- Desde todos los rincones del mundo los misioneros españoles comparten su experiencia con nosotros. Con motivo de la campaña DOMUND 2020 nos ofrecen su visión de qué es ser misionero y animan a dar un paso adelante en este sentido. Te invitamos a que conozcas algunas de sus vivencias de primera mano.
"Jóvenes españoles: sed valientes. La misión os espera"
Andrés Díaz de Rábago. Misionero en Taiwan
Misionero centenario en China: morir con las botas puestas
Andrés Diáz de Rábago acaba de cumplir 100 años. Después de celebrar su aniversario en España junto a su familia, este médico y misionero ha regresado a Taiwán. Allí lleva casi 50 años y quiere entregar su vida hasta el final. Este misionero veterano, que nació antes de que se celebrara el Domund, es el único sacerdote extranjero ordenado en China que aún vive. Tras su expulsión del país por Mao Tse-Tung y antes de ir a Taiwán, ha trabajado en Filipinas, Timor Oriental y Taiwán. Por sus aulas han pasado, entre otros, un premio Nobel de la Paz y un presidente de gobierno. Este testimonio que compartió con OMP es el destello de una vida fulgurante.
Nací el 3 de octubre de 1917. Desde muy pequeño oí hablar de las Misiones a mis padres. En el Colegio de Vigo, los Jesuitas me hablaron de la Misión en China. En 1940, meses antes de terminar la carrera de Medicina, me planteé una vez más mi gran problema: ¿Dónde me quiere Jesucristo? ¿Vida matrimonial o misionera en la Compañía de Jesús?”. En unos Ejercicios Espirituales vi claro que la vida misionera era la vocación que el Señor quería para mí.
Llegué a China en 1947. El mes de octubre de l948 fue un momento importante. Mao Tse-Tung estaba próximo a Pekín. La preocupación abrumaba a la gente; la llegada de las tropas de Mao era cuestión de semanas. Probablemente muchos no se daban cuenta de lo se les venía encima; yo, por mi experiencia de nuestra guerra civil y por mi edad, viví aquel día intensamente. La caída del Frente Norte provocó que los superiores nos mandasen a Shanghai para continuar nuestros estudios. Vivir tres años con los comunistas no fue fácil, pero la Gracia de Dios ayuda siempre.
Recuerdo que el rector del Seminario nos llamó una tarde de 1952 para comunicarnos que habían decidido que todos los escolares extranjeros salieran de China. Esto provocó que nuestra ordenación sacerdotal se adelantara y esto dulcificó un poco la situación. El día 16 de abril de 1952 fuimos ordenados 11 chinos y 8 extranjeros (fue la última ordenación con extranjeros en la China continental). La celebración la presidió el obispo de Shaghai, Ignatius Gong Pinmei, que después pasaría 20 años en la cárcel y sería creado cardenal “in pectore”, siendo prisionero, por Juan Pablo II.
China desapareció de mi vida y entraron otros inesperados nombres geográficos: Manila (1952-1961); Timor Leste, (1961-1969); Taiwán (desde 1969). Aquí viene muy bien lo de san Pablo: “para los que aman a Dios… TODO colabora al bien”. El amor incondicional, tiene que ser “amar hasta que duela”, y cuando salí de China, con los ojos mojados, dejar aquellos hermanos y hermanas, aquella querida tierra… dolió, ¡vaya si dolió! Hasta que sin olvidar el pasado me enamoré de Filipinas y sus habitantes, y pasé entre ellos nueve años inolvidables.
En 1961, recibí una nueva orden, ir a Timor Leste, entonces portugués, como rector del Seminario de Nosa Señora de Fátima, en Dili. Ni siquiera era capaz de localizar ese país en un mapa. Y mis ojos volvieron a humedecerse al tener que despedirme de mis alumnos filipinos. Pero volví a enamorarme otra vez de Timor y sus habitantes.
Ocho años en ese inolvidable país, y vuelta a China, pero esta vez a la China insular, a Taiwán, donde asumí la cátedra de Deontología en la Universidad y un curso de lengua latina en las facultades de Derecho y de Lingüística. En Taiwán, mi apostolado no solo fue la enseñanza sino también el cuidado de la salud, que sigo ejerciendo en mis visitas a los misioneros enfermos y a católicos y no católicos en los hospitales.
Después de 70 años de misionero en cuatro países diferentes, mi consejo a quien tenga vocación misionera y esté dispuesto a irse a la misión es que “ame al nuevo país y sus habitantes hasta que duela.” En mi vida he pasado por 5 naciones (4 en el hemisferio norte y una en el hemisferio sur) y siempre me he sentido en casa.
El DOMUND me hace pensar más en la universalidad de la Iglesia y en tener un corazón grande para amar a mucha gente.
Diría a todos, pero sobre todo a los jóvenes españoles: “Sé valiente. ¡La misión te espera!”
Andrés Díaz de Rábago tiene un mensaje para ti, con motivo del Domund
"Queremos ser luz sembrando la semilla del Evangelio"
Inés Vicente. Misionera en Brasil
Inés Vicente López es Hermana Dominica de la Anunciata, misionera en un barrio periférico de Belo Horizonte en Brasil asediado por la droga y la violencia
“He regresado a Brasil, mi primera estancia fue desde 1975 a 1999, y ahora vuelvo para vivir y caminar con el pueblo brasileño en las periferias de grandes ciudades. Sentía una llamada interpelante del Señor de la que no podía huir más.
Las misioneras vivimos desde la sencillez el lema “Cambia el mundo”, del Domund de este año. Como gota de agua en el océano, en lo cotidiano de nuestra vida en la misión del Barrio Aarâo Reis, en las periferias de Belo Horizonte.
En nuestra misión funciona la Escuela de Música Rosa Font Fuster con el lema: ‘Cambiar un arma por una flauta’. Nuestro objetivo en esta barriada asediada por tanta droga y violencia, es que los jóvenes y los niños encuentren otra manera de vivir.
Las misioneras trabajamos en la Parroquia Sâo José Operario y aquí realizamos la evangelización con algunas actividades como el Grupo Bíblico, que por las noches va de casa en casa leyendo la Palabra de Dios. También participamos en los grupos de bautismo; en la Pastoral de la Solidaridad, visitando familias y enfermos; en la asistencia a los matrimonios… todo lo que conlleva ser presencia de Dios en medio nuestro pueblo. Con la convicción de que el tesoro de las semillas del Evangelio, lo llevo en la vasija de barro de mi fragilidad personal de mis 74 años. Fiel al carisma de mi congregación, quiero ser aquí y ahora luz para los demas, ‘un fuego que enciende otro fuego, una luz otra luz’, como decía nuestro fundador Francisco Coll.
Las misioneras vamos sembrando el Evangelio en medio de este pueblo brasileño. Sólo el Señor de la mies es quien lo puede suscitar y hacer fructificar. Lo nuestro es ser presencia, acogida, acompañar, dar amor, andar abriendo caminos. Y al andar, las semillas de Evangelio caerán, germinarán, darán fruto…”
"Mi misión es llegar a las aldeas donde hay leprosos"
Estrella Arjomil. Misionera en Mozambique
Estrella Arjomil es una misionera coruñesa que vive en Mozambique. Visita a los leprosos para acompañarles, atenderles, y hablarles de un Dios que se preocupa por ellos. A pesar de las limitaciones, la misionera afirma que su misión vale la pena, y que Dios se sirve de ella para seguir consolando a los pobres.
“Tengo la gran suerte de ser misionera en Mozambique desde hace 10 años, 7 de los cuales los pasé en Maputo y hace un poco más de tres que estoy en la provincia de Pemba (Cabo Delgado). Aquí estoy trabajando directamente con personas afectadas por la lepra. Muchos de nuestros hermanos están sufriendo las graves y duras consecuencias de esta enfermedad, que es de las más antiguas, y que todavía continúa.
El Papa nos invita constantemente a ser Iglesia en salida, ir al encuentro, llevar la buena noticia con nuestra vida. Esta es mi misión aquí en Pemba: llegar a las aldeas donde hay personas afectadas por la lepra, estar un tiempo con ellos, escuchar sus preocupaciones, darles un poco de formación. Sobre todo, que sientan que no están solos y que Dios los ama (da igual la religión que profesen, pues la mayoría son musulmanes), y que es Él quien me envía a ellos. También hacemos diagnósticos. Este mes pasado encontramos un joven con 41 años, sin dedos en las manos ni en los pies y con úlceras, nunca había sido atendido en un centro de salud. ¡Se me encogió el alma! Jesús nos dio gran ejemplo de pararse, escuchar, tocar y curar a los leprosos. Su labor continúa…
Aquí hay muchísima necesidad. Necesitaríamos muchas manos, muchos corazones unidos para poder dar respuesta a tanta pobreza, no solo de comida. Pobreza en la educación, en la salud, embarazos precoces, epidemia de SIDA y tuberculosis, etc. Pero aún viendo nuestra gran pobreza por los poquitos misioneros que somos, es hermoso ver como Dios se vale de nosotros como un día lo hizo con Moisés, y también nos dice a nosotros: “he visto, he oído el clamor de mi pueblo. Vete a liberarlo.” Y este es el motivo de estar aquí: ser sus pobres instrumentos para que llegue el amor de Dios a cada uno de estos nuestros hermanos.
Es impresionante y sorprendente como Dios empuja y da fuerzas. Muchas veces los caminos son pésimos, tener que cruzar pequeños ríos para llegar a algunas aldeas… Pero vale la pena arriesgar por poder llegar a ellos y apretar sus manos como una tierra sagrada.
¡Soy feliz con estos mis hermanos… mis CRISTOS!
"Sed valientes, vivid la misión"
Juan Carlos García y Virginia Cuenca. Misioneros en Brasil
Somos Juancar y Vivi, misioneros de Madrid, que hace un año partimos hacía la Diócesis de San Gabriel de Cachoeira en la Amazonia de Brasil. Y desde estas lejanas tierras brasileñas os animamos a que seáis valientes y viváis la misión.
Con motivo de esta nueva jornada del DOMUND queremos compartir con vosotros eso que habla el lema de este año: “Se valiente, la misión te espera”. Porque “la misión nos espera” a todos.
Hay muchas cosas en nuestro mundo desarrollado que llenan nuestra vida, a veces excesivas, tantas que no conseguimos dejar espacio para encontrarnos con Dios, para encontrarnos con gente, con personas que nos llevan a descubrir a Cristo.
Si algo nos han enseñado la misión es que nada de esas cosas son necesarias. Lo esencial para ser feliz esta en el encuentro con el otro y en poder compartir lo que somos y tenemos. De eso son verdaderos maestros de coaching los pueblos indígenas que habitan preciosos lugares del mundo como la Amazonía. Su valentía para vivir nos lleva a cuestionarnos nuestra cobardía personal y social, incluso a veces eclesial.
Por eso el lema SÉ VALIENTE,LA MISION TE ESPERA es una llamada a vivir teniendo como GPS a Jesús y su Palabra. Es una invitación a VIVIR con mayúsculas todo lo que Él nos propone cada día.
Ser misionero es una vocación que siempre nos queda grande… pero ayudar, vivir las Bienaventuranzas es algo al alcance de todos. Solo es cuestión de empezar…
Sed valientes y la misión os espera.
"Rescatar la dignidad entre la basura"
Julio Cuesta. Misionero en Filipinas
Nació en la provincia de Burgos hace más de 70 años. Con corazón inquieto, decidió regalar su trabajo y esfuerzo en las zonas más pobres del planeta. Su vocación lo llevó hasta La Payata, uno de los rincones más deprimidos de Filipinas. En el extrarradio de Manila, su inmenso trabajo con la Pequeña Obra de la Divina Providencia es una gota de esperanza en un mar en el que más de 250.000 personas viven su día a día rodeadas de basura, entre desperdicios, gases tóxicos y enfermedades.
- ¿Cómo define un misionero qué es ser misionero?
Ser misionero es ponerse a disposición de los demás. Para mí es muy fácil, porque estoy rodeado de gente que simplemente necesita ayuda. Me gusta explicar lo que hacemos con una frase de Theilard de Chardin: “sembrar amor por el mundo”. Afortunadamente, en esa siembra descubres que no estás solo y eso es muy bonito.
- ¿Se puede explicar cuál es la situación que se vive en La Payata?
Es la vida trágica de más de 250.000 personas que viven en condiciones infrahumanas. Gente que no tiene en quién apoyarse. A la que nadie ayuda. Desde nuestra congregación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia hemos puesto en marcha nueve comedores, un ambulatorio para tuberculosos, dos dispensarios médicos y un internado para niños con discapacidad física o psíquica. Atendemos a muchas personas, pero no deja de ser algo casi simbólico ante la extrema necesidad de mucha más gente.
- ¿Qué le impulsó a poner en marcha estos centros?
Ves realmente que la sociedad no llega. Que son gente sin futuro. Viven entre basura y les haría falta tener un poco más para que pudiéramos decir que son pobres. Miras eso y piensas: algo tengo que hacer. Sobre todo con el problema de los niños con discapacidad. Directamente son abandonados, en la carretera, en la calle, porque las familias no pueden ni plantearse el coste que les supone mantenerlos. Nosotros hemos acogido a unos cincuenta.
- ¿Cómo consigue la misión abrir sus centros todos los días?
Yo también me lo pregunto a veces. Es un casi un milagro. Se va adelante poco a poco gracias a la Providencia, que siempre está de nuestra mano. Hace 25 años que nos pusimos en marcha en Manila y no hemos parado de trabajar en nuestros trece centros. Son siete días a la semana y treinta días al mes. Hay un trabajo infinito por delante, de hacer, de construir, de atender, y también de ir a buscar a esas personas que nos pueden ayudar de una forma u otra: con dinero, con materiales, con comida o con tiempo. Todo nos sirve y nos viene bien.
- “Sé valiente, la misión te espera” es el lema de este Domund. Ante situaciones así, parece muy apropiado
Sin duda. El Domund es una campaña de conciencia para todos. Todos somos misioneros en cuanto a miembros de la Iglesia y todos podemos hacer algo. Rezar, pues rezar; colaborar con tiempo o dinero, lo que sea. Para nosotros es un día feliz, de alegrarse de lo que la Iglesia, sumando esos pocos muchos, es capaz de hacer en el mundo.
"La vida está para entregarla, no únicamente para disfrutarla"
Jara y Carlos. Misioneros en Mozambique
Luna de miel en la misión
Cuatro días después de casarse, Jara Zotes y Carlos García cogieron un avión a Mozambique. Ella farmacéutica, y él médico, estos jóvenes de 31 años dedicaron su primer año de casados a la misión en Nacuxa, donde los misioneros vicentinos coordinan un instituto y un centro de salud. Ahora en España, y mientras esperan su primer hijo, no descartan regresar a la misión para poder enseñar a sus hijos una forma diferente de vivir: “La vida está para entregarla, no para únicamente disfrutarla”.
- ¿Qué os movió a dedicar vuestro primer año de casados a la misión?
Los dos habíamos tenido experiencias previas de misión de corta duración (en verano, por 3 meses…) y ya una vez prometidos y conscientes de todo lo que habíamos recibido, sentimos que Dios nos llamaba a dar el salto y compartir la vida con aquellos que no han tenido tanta suerte como nosotros. Pensamos que era el momento adecuado, dejamos nuestros trabajos y nos embarcamos en la aventura 4 días después de darnos el “Sí quiero”, siempre confiando en que Dios no nos dejaría solos.
- Los dos sois profesionales de la salud. ¿Os consideráis misioneros mientras hacéis labores sanitarias? ¿Qué os diferencia de un cooperante?
Efectivamente, creemos que lo que diferencia a un misionero de un cooperante está no tanto en “lo que haces” sino en “cómo lo haces”. Nosotros, con nuestras pobrezas y limitaciones, intentamos tratar a las personas que acudían a nosotros con todo el amor y dignidad posibles, viendo en ellos el rostro de Cristo. Intentamos que nuestro apoyo a las personas de la comunidad y los alumnos no solo fuera en lo sanitario, sino también en lo espiritual, abrazándolos en su totalidad independientemente de su religión o creencia (la mayoría eran musulmanes), como lo haría Cristo.
- Ahora que estáis de nuevo en España, ¿cómo continuar este trabajo misionero como familia?
De vuelta en España, creemos que la mejor y más necesaria manera de continuar nuestro trabajo misionero como familia, es intentando dar ejemplo de entrega, amor y unidad en una sociedad en la que el matrimonio y la familia están en tela de juicio, desmoronándose. El vivir con un mayor desprendimiento material, más abiertos y comprometidos con las necesidades de nuestros hermanos, intentando dar testimonio de todo lo que hemos aprendido en la misión… ¡Todos podemos ser misioneros allá donde estemos!
- ¿Os planteáis volver a la misión en el futuro?
Sí, si Dios quiere nos gustaría enseñar a nuestros hijos que hay otra forma de vivir la vida. Otras realidades distintas a la nuestra, a las que no podemos dar la espalda.
- El lema del Domund de este año es “Sé valiente, la misión te espera”. ¿Qué le dirías a jóvenes como vosotros?
Les diríamos que no tengan miedo, que la vida está para entregarla, no para únicamente disfrutarla. Que no pasa nada por no tener todo nuestro futuro controlado y que merece la pena alejarnos de nuestras comodidades y seguridades por salir al encuentro del otro. Porque amar te hace siempre más libre.
Etiquetas