El expresidente de Bolivia habría penalizado predicar el Evangelio. Evo Morales, fricciones y reconciliaciones con el cristianismo
Evo descreditó el cristianismo decretando leyes laicistas como la 351, mediante la cual intentó establecer cierto control sobre la Iglesia católica y las evangélicas imponiéndoles impuestos elevados.
| Fabián Acosta Rico - Arquimedios
El régimen de Evo Morales le dio voz a las culturas silenciadas tras centurias de dominación cultural y económica occidental. El indio sudamericano rompía la sumisión a los viejos amos y, con toda la venia del gobierno popular de Evo Morales, les acercaba su ofrenda a los ancestrales dioses precolombinos.
La tónica era des-cristianizar la sociedad en la inteligencia de que esta era una forma de descolonizar al pueblo; de liberarlo de las creencias del dominador cuyo estereotipo antropológico cultural es el hombre blanco, cruz en pecho y Biblia en la mano. El misionero y el predicador eran expulsados al ser valorados y calificados de agentes de un credo extranjero pernicioso y enajenante.
Para hacer aflorar el culto a la Pachamama había que debilitar el cristianismo patriarcal y eurocéntrico. Y se tomaron medidas en este sentido. Atentando contra la libertad religiosa, garantizada en la Constitución de Bolivia en su artículo cuarto, se decretó en el nuevo Código Penal, artículo 88.11, pena de cárcel de 7 a 12 años para quienes hicieran proselitismo religioso; de igual forma serían sancionados todos aquellos que recluten nuevos prosélitos para participar en organizaciones religiosas o de culto (Vázquez, 2018).
Actuando paradójicamente, el régimen de Morales pretendía emancipar a la nación boliviana atentando contra una de las garantías y derechos más reconocidos por los pueblos civilizados, el de conciencia; la contracción estriba en que para defender la libertad se atentaba contra ella.
Radicalizando su ofensiva contra el cristianismo; el gobierno de Morales penalizó el predicar el Evangelio; el trasgredir esta ley ameritaría la cárcel bajo los cargos de apostolado delictivo. Con esta pena se sancionaría a los sacerdotes que en sus homilías expusieran las verdades de su fe; igual suerte correrían los pastores por arengar con sus sermones a sus comunidades. Quedaría igualmente prohibido montar el Belén en Navidad o hacer procesión en Semana Santa (Vázquez, 2018).
Reconociéndose como creyente en los dioses precortesianos y adorador de la Madre Tierra; a diferencia de Hugo Chávez o de Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales ha desacreditado el cristianismo y arremetido contra él decretando leyes laicistas como la 351, mediante la cual intentó establecer cierto control sobre la Iglesia católica y las evangélicas imponiéndoles impuestos elevados.
En particular, a la iglesia católica la amenazó en el 2010 con nacionalizar sus inmuebles (Vázquez, 2018). Las iglesias protestantes en su momento manifestaron que la presión del gobierno de Morales podría determinar literalmente su extinción en las tierras bolivianas.
La Iglesia católica, por el contrario, gracias a su fuerza, dimensiones y arraigo ha sabido resistir y sortear los embates del presidente boliviano. Esta capacidad de resistencia posiblemente hizo que Evo Morales reconsiderara su postura ante la fe católica al grado de aceptar que entre la Iglesia y su gobierno existen enormes coincidencias dado que ambas tienen una preocupación especial y preferencial por los pobres.