La misión del canónigo Gustavo Watson Marrón, nuevo vicerrector de Basílica de Guadalupe

Guillermo Gazanini Espinoza / Previo a su partida a Roma para participar en el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes (3 al 28 de octubre) convocado por el Papa Francisco, Mons. Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, confirió el canonicato al nuevo rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe (INBG), Mons. Salvador Martínez Ávila, a quien entregó los símbolos de su encargo -muceta propia del hábito coral, medalla de la Virgen de Guadalupe y el tomo de la Liturgia de las Horas- Tal investidura lo ingresa al cabildo de Guadalupe del cual será cabeza a partir del 4 de noviembre de forma efectiva.
Como se había contado anteriormente en este blog, los movimientos que realiza el cardenal Aguiar Retes tienden a una reestructuración del santuario. Al darse la incorporación al cabildo del nuevo rector, se publicó igualmente la designación del canónigo Gustavo Watson Marrón (Ciudad de México, 1963) como vicerrector y arcipreste de la INBG.
Watson pertenece al clero de Basílica de Guadalupe desde 1999 cuando fue capellán de coro. Ordenado en 1991 por la imposición de manos del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, realizó diversos apostolados, entre ellos, el de la dirección y atención pastoral de jóvenes en consejos tutelares; sirvió en distintas comunidades parroquiales y como formador de estudiantes de preparatoria del seminario menor. En 1996, un año después de la llegada de Mons. Norberto Rivera Carrera a la sede del arzobispado de México, el padre Gustavo Watson fue enviado a Roma a realizar estudios de Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana regenteada por la Compañía de Jesús.
La intuición del cardenal Rivera Carrera apostó por un sacerdote que, a la fecha, ha sido de los principales investigadores y organizadores de la memoria histórica del arzobispado de México. En 1999 fue designado director del Archivo Histórico arquidiocesano. Esa tarea le ha ocupado para que, junto con otros destacados colaboradores, lograran la organización y la publicación de las Guías Históricas para hacer más asequible la búsqueda de los documentos históricos eclesiásticos en diversas etapas de la vida de nuestro país.
Gracias a esa labor, Watson Marrón, también doctor en historia, tuvo ampliación de su encomienda para encargarse del vasto archivo de la INBG. Puede decirse que el nuevo vicerrector es de los autores más calificados en cuanto a la historia del conjunto guadalupano y su crecimiento desde 1531 cuando se dio el portentoso milagro que le da fundamento.
Quienes conocen al canónigo Watson hablan bien de su templanza y discreción. No obstante las serias responsabilidades como director de la memoria histórica de esta Iglesia particular, no ha caído en ese activismo propio de clérigos empecinados en sacar raja política y económica para ser estériles protagonistas. Su formación como historiador le da las notas ideales para el cargo: equilibrio y ecuanimidad para ver con realismo lo que es posible lograr frente a los retos del recinto guadalupano, entre ellos, la transformación del cabildo de Guadalupe en el cual, últimamente, se dieron intrigas, divisiones y presuntos actos de corrupción originando especulaciones para dar de qué hablar en medios políticos de circulación nacional.
Tener el título de arcipreste no es simplemente reconocimiento honorífico. En la conciencia del historiador pesa la relevancia del puesto al ser el canónigo que hace cabeza. ¿Para qué sirve un cabildo en este tiempo? Muchos se cuestionan que este cuerpo sea realmente un órgano que facilite la pastoral de un lugar, catedral o basílica; sin embargo, los arzobispos metropolitanos de la capital mexicana han decidido conservarlo no sólo por sus implicaciones históricas.
La responsabilidad del canónigo Watson será así mayúscula. Representar a esta antigua y venerable institución tiene diversas ramas que a veces no resultan del todo conocidas por los fieles. Promover la liturgia para la celebración coral y la atención diaria de los servicios propios del culto guadalupano, hacerse presente y tener buenas relaciones con la Conferencia del Episcopado Mexicano; en el ámbito administrativo, la gestión responsable del patrimonio de la INBG y del conjunto mariano, lo que implica la transparencia en el uso razonable de los bienes y sus ingresos; en el encargo pastoral, la atención de los 20 millones de fieles anuales -dicho sea de paso, Watson es de los pocos canónigos que se sienta por largas horas en los confesionarios de Basílica- y el de la caridad para que el cabildo otorgue sus servicios de asistencia a quienes lo necesitan, especialmente los pobres.
Watson Marrón no verá en este nombramiento un fútil significado. Como se ha dicho tiene esta ventaja que no es común en la mayoría: la memoria de la historia, pero sobre todo, podrá redescubrir que la actividad del cabildo en la vida de la Basílica de Guadalupe debe orientarse al ministerio de la oración viva. Que el cabildo sea visto como un efectivo órgano de colaboración con el Episcopado Mexicano y no un cuerpo de desmedidos privilegios. Así ha sucedido en otras ocasiones, Abades, canónigos y rectores que se han subsumido en demasiado poder hasta creerse pequeños obispos y grandes señores.
Desde este blog deseamos al vicerrector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe y arcipreste del cabildo un fecundo ministerio que haga presente a Cristo Resucitado, aquél que hizo morada en el vientre de Santa María de Guadalupe, Madre del Verdadero Dios por quien se vive. Enhorabuena.
El comunicado del nombramiento del nuevo vicerrector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe puede leerse aquí.
