En mayo de 2008 fue conferido por primera vez a 17 personas Ministros de la catequesis, Papa Francisco confirma lo que era una realidad en arquidiócesis de México
*En 1992, II Sínodo arquidiocesano lo consideró una vocación en plena comunión con los pastores.
*Los arzobispos Miguel Darío Miranda y Ernesto Corripio fueron precursores de una nueva identidad de la catequesis.
*Norberto Rivera Carrera dio el carácter de “estable” al ministerio.
*Arzobispo Carlos Aguiar detonó estructuras pastorales de catequesis que se habían consolidado tras más de dos décadas de construcción.
*Norberto Rivera Carrera dio el carácter de “estable” al ministerio.
*Arzobispo Carlos Aguiar detonó estructuras pastorales de catequesis que se habían consolidado tras más de dos décadas de construcción.
| Guillermo Gazanini Espinoza
Gran expectación ante la próxima presentación del motu proprio del Papa Francisco Antiquum ministerium por el que se dará origen al ministerio de catequista. El 11 de mayo, el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, presentará este documento por el que el Papa cristalizaría un deseo derivado de la misma esencia de la labor catequética vista como vocación.
Y aunque este ministerio se presenta ahora como novedad, en la historia reciente de la Iglesia de la arquidiócesis de México, trece años atrás, más de una decena de catequistas fueron instituidas en este ministerio, cristalizando un largo proceso que se inició con el II Sínodo de 1992.
El 4 de mayo de 2008, en catedral metropolitana al celebrar la solemnidad de la Asunción del Señor, el entonces arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, confirió este ministerio a 17 personas inaugurando una nueva fase en la catequesis de la Iglesia particular poniéndose así a la vanguardia en esta pastoral.
Esto no fue fruto de la espontaneidad ni de la casualidad. El decreto que originó el ministerio fue publicado en la edición del 4 de mayo de 2008 del suplemento ECO del ya desaparecido semanario Desde la Fe, órgano que servía no sólo para informar, también para dar a conocer las determinaciones y decretos sancionados por el arzobispo primado de México.
En sus consideraciones, el cardenal Rivera Carrera señaló algunos de los hechos de la Iglesia universal para dar este “paso adelante” de la arquidiócesis con relación al ministerio: la IV Asamblea del Sínodo de los Obispos de 1977 y la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe de Aparecida del 2007.
En la Iglesia de la capital del país, el ministerio venía gestándose gracias a la implantación del Oficio Catequístico Arquidiocesano y del Instituto Sedes Sapientiae para la formación de catequistas, iniciativas del cardenal Miguel Darío Miranda. El parteaguas vino con el cardenal Ernesto Corripio Ahumada a través del histórico II Sínodo arquidiocesano.
El Sínodo de 1992 determinó la creación del ministerio de catequistas. Fruto de esa innovadora reunión que puso al día a la Iglesia católica de la capital del país y que la actualizaría como parte de las proyecciones postsinodales, el documento sobre la Evangelización de las Culturas en la Ciudad de México -ECUCIM- dejó asentadas las bases para la posterior institución del ministerio de la catequesis en la arquidiócesis.
Muchos guardan memoria de estos importantísimos documentos que hoy, desafortunadamente, se pierden por el desdén, desprecio, soberbia tácita e ignorancia supina de la historia. Borrados de los archivos históricos desde la llegada del arzobispo Carlos Aguiar en 2018, el ECUCIM no se puede encontrar en las páginas web del actual arzobispado. Gracias a otros sitios particulares, como el del canónigo teólogo de catedral metropolitana, Julián López Amozurrutia, el ECUCIM está a nuestro alcance aquí.
Efectivamente, los números 2994 a 3011, dieron los cimientos para lo que hoy el Papa Francisco confirma en su motu proprio. El ministerio de la catequesis conferido a los laicos se alzaba como una vocación y servicio eclesial en plena comunión con los pastores. Se hizo especial énfasis sobre la “selección, promoción, renovación y preparación esmerada, con una entrega más generosa de quienes lo ejerzan”. Enviados por el obispo, el ministro de la catequesis tenía una misión y vocación particulares. Sería “profeta, testigo, comunicador, miembro de la comunidad y hermano”. Para el II Sínodo, el ministro sería instituido y, además, desplegado en diversos ambientes como la pastoral vocacional y ser efectivos agentes de evangelización donde las parroquias y sus instancias juegan un papel esencial.
La semilla estaba plantada. Desde la clausura del Sínodo en 1992, los esfuerzos para dar plena forma al ministerio comenzaron a florecer. En 2008, la VI vicaría de pastoral “San José”, bajo el auspicio del obispo auxiliar Jonás Guerrero Corona, actualmente pastor de la Iglesia de Culiacán, dio los lineamientos para formar a los interesados. A través del documento “El ministerio de la catequesis conferido a laicos”, el obispo Jonás Guerrero impulsó lo que el II Sínodo ya había decretado para conferir a los catequistas la “misión canónica” de servicio “con más autoridad” delante del Pueblo de Dios.
Con tal potestad, en esa época, la vicaría San José imprimió certeza con la formación y capacitación de tales ministros en el proyecto evangelizador. Ellos cuidarían “en particular el vínculo entre catequesis, sacramentos y liturgia garantizando la vinculación de la catequesis con los planes pastorales de la arquidiócesis, de la VI vicaría, de los decanatos y de las parroquias”.
El 4 de mayo de 2008, Norberto Rivera Carrera, en el decreto enunciado líneas arriba, instituyó oficialmente el “Ministerio estable de catequista” poniendo, ad experimentum por cinco años, los requisitos para la recepción del ministerio en comunión con “el arzobispo, el vicario episcopal y el párroco” y acentuó: “El fiel cristiano que reciba este ministerio lo recibirá para desempeñarlo de modo gratuito como un servicio y una encomienda por parte de la Iglesia y no como una exigencia que se le deba conceder y será por tiempo determinado…” Eso generó la publicación de subsidios que fueron tomados como modelo en otras diócesis de la República mexicana.
Pero la historia de este ministerio tuvo otros desafortunados derroteros. La llegada del actual arzobispo primado de México dio un vuelco completo que, prácticamente, ha dejado en ruinas a la catequesis. Como fue publicado en este blog el 21 de octubre de 2019, y ante los frustrados e inoperantes decretos de la catequesis escolarizada a imponerse en la provincia de México, catequistasdenunciaron la destrucción de la pastoral catequética al señalar que el arzobispo primado de México había desmantelado una consolidada estructura sin tener el mínimo conocimiento de la realidad arquidiocesana:“Desde que Aguiar está en la arquidiócesis de México se ha dado una gran falta de respeto a las personas quienes, por décadas, han apuntalado la catequesis en la Ciudad y que, hoy, por ser mayores, han despreciado desaprovechando la experiencia. Laicas con amplia presencia arquidiocesana y hasta nacional”, señalaron las entrevistadas.
Efectivamente, tras la pandemia, los efectos de la descristianización crecen en la arquidiócesis de México. La catequesis está dirigida por incompetentes más interesados en los beneficios económicos que en los de la efectiva evangelización. Como afirmaron las catequistas en esa entrevista: “Estamos perdidos, muy desanimados. Hay descontento y falta de respeto a nuestro trabajo. Lo que hacemos es desinteresado sin paga alguna. Dejamos nuestras actividades por ir con los niños. Invertimos por amor a la Iglesia, pero en este nuevo arzobispado nos desplazan, menosprecian y subestiman. No hay unión, estamos perdidas. ¡Ahora nos exigen tener maestría en pedagogía catequética! Esto no va con la realidad de las catequistas. Muchas son adultas y personas adultas mayores. No tienen los recursos económicos para pagar ¿Cómo exigir un título a ellas? Todas tienen una formación que se ha probado por experiencia. Quien no esté certificado por la Universidad Lumen Gentium, porque esa es la exigencia del arzobispo, no puede ser aceptadas para impartir catequesis. ¿Dónde quedamos las que no tenemos dinero para comprar así una certificación?”
La vocación del catequista en la arquidiócesis de México se redujo a la maquila de técnicos en catequesis por la desafortunada pastoral de escritorio y de facebook ordenada por el arzobispo Carlos Aguiar y consentida por el obispo auxiliar, Héctor Mario Pérez Villarreal, quien acompaña a la vicaría de pastoral y de laicos en el mundo. En no pocas ocasiones, ha desdeñado al II Sínodo como una cosa del pasado, de archivo y anticuada que ya debe superarse, según su obtuso criterio.
Seguramente, tras la publicación del motu proprio, en la arquidiócesis de México, la pastoral de las ocurrencias se montará en algo que esta misma aniquiló. Y las reivindicaciones de la historia siempre tienen sus curiosidades. Hoy, el Papa Francisco confirma este ministerio para la Iglesia universal que ya era una realidad en la arquidiócesis de México. Ministerio que, como toda la pastoral arquidiocesana, fue detonado a la manera de esos Budas de Bāmiyān a manos de los talibanes. Mientras el mundo católico agradece al Papa este ministerio, en la arquidiócesis de México la historia es otra, la de una Iglesia, alguna vez a la vanguardia, ahora ahogada, a la zaga y paralizada. Con un arzobispo ausente sólo presente en entrevistas a modo para disimular y tapar la tremenda realidad de la arquidiócesis fallida donde también hay chairos arzobispales que ensalzan a Carlos Aguiar como el hombre de la transformación sinodal, soñador y fervoroso de la cacareada primavera que la Iglesia de México requería. Sin embargo, es más triste nuestra realidad… Como el más cruel, gris y desolador tiempo invernal.