Comienza la 107 asamblea plenaria de la CEM Estas son las emergencias pastorales de los obispos de México
Jóvenes, migrantes y la formación sacerdotal. Los temas de la asamblea plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano son ahora “emergencias” del cambio de época.
Guillermo Gazanini, corresponsal en México
En la 107 Asamblea de la CEM, el pensamiento del episcopado está puesto en la reconstrucción de la credibilidad y confianza afectada por los abusos y escándalos sexuales. El mensaje de apertura del arzobispo de Monterrey y presidente del colegiado de los obispos inició citando al administrador apostólico de la arquidiócesis de Santiago de Chile, Mons. Celestino Aós Braco:“No son buenos momentos para la Iglesia y hay que asumir errores y trabajar juntos para enfrentar la grave crisis que involucra a todos”.
Sin ambages, Mons. Rogelio Cabrera López admite que la Iglesia mexicana también está viviendo un momento de crisis particular, “no sólo por los escándalos que tanto han afectado nuestra credibilidad y autoridad moral, sino por el cambio de época”. Los obispos tienen claro que la vorágine de información y los acontecimientos han rebasado a la institución eclesial teniendo al borde del desconcierto.
El frente para combatir la pederastia y evitar los abusos han generado cierto desgaste que consume recursos y hasta posibilidades del desarrollo pastoral, así el prelado admite que los sectores más vulnerables “y hasta los sacerdotes” migrantes, jóvenes, mujeres, minorías “no siempre nos sienten cercanos y sensibles ante sus problemas”.
Las exigencias sociales e injusticias particularmente en estos momentos destapan la descomposición de la cosa pública, la corrupción e impunidad, poniendo a la Iglesia frente a profundas polarizaciones ideológicas. El dilema de la cauta observancia de los cambios o entrar a la acción no pasó desapercibido por el arzobispo Cabrera, “no faltan voces que nos piden e incluso nos exigen, una actitud más combativa, no sólo de resistencia, sino de franca oposición”.Y aunque insistió en el respeto a las autoridades, el prelado señaló que tampoco es válido el “colaboracionismo cómplice y supuestamente útil”.
Teniendo en cuenta las estrategias establecidas en el PGP-2031-2033 aprobado el año pasado, los desafíos ahora ya son emergencias. Ciertos sectores sociales demandan el acucioso cuidado pastoral y de acciones más creativas de la Iglesia.
En el mensaje, jóvenes, migrantes y sacerdotes serán objetivo de las reflexiones esta semana en la encerrona de los prelados. Para los jóvenes, una pastoral “menos melosa y transformadora de la realidad”; para los migrantes, las cuatro recomendaciones del Papa Francisco: “acoger, proteger, promover e integrar” y llama la atención que, como otro sector fuera de las murallas eclesiásticas, las baterías apunten a los presbíteros de cada diócesis por ser “emergencia pastoral más apremiante”.
“No podemos perder a nuestros presbíteros” diría el presidente de la CEM ante los rigurosos protocolos que por las presiones externas ante los abusos, los obispos adoptan para la prevención. En esto hay un reconocimiento inédito de lo que podría generar una crisis al interno de los presbiterios: la dura fiscalización. Así lo admite el arzobispo de Monterrey, “los protocolos para atender las denuncias sobre el abuso a los menores y a los adultos vulnerables han hecho que, en ocasiones, nos vean a los obispos como perseguidores o policías, minando la necesaria confianza filial que debemos despertar en ellos”.“Dialogar más que imponer…” a lo que se asoma la austeridad y sencillez que el obispo debe demostrar.
Las emergencias pastorales están dadas. El reconocimiento inusitado del presidente de la CEM debe volver a la reflexión ad intra que no se quede simplemente en cosas de casa. En este tiempo donde la transparencia es el mejor remedio contra los males de las instituciones públicas, la reflexión de los obispos nacionales debe dirigirse al reconocimiento sincero de que, para muchos presbíteros a quienes se les exige el ejercicio de la misericordia, son los menos que la tienen de parte de sus padres en la fe y en el ministerio.
No obstante, se debe aplaudir el gesto. Del “aquí no pasa nada”, los obispos admiten la verdadera “emergencia”.
Aquí el mensaje completo del presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Mons. Rogelio Cabrera López.