El poder transformador de un encuentro Una carta de los niños del albergue del JRS Ucrania al Papa Francisco

Una carta de los niños del albergue del JRS Ucrania al Papa Francisco
Una carta de los niños del albergue del JRS Ucrania al Papa Francisco

En el encuentro con el Papa tuvimos la oportunidad de tratar el tema de las migraciones en nuestro contexto europeo. Los niños de uno de nuestros albergues del JRS en Ucrania habían pintado un cuadro de S. Jorge, el patrón de Lviv, que dedicaron al Papa Francisco, y Anastasia, una niña refugiada de 10 años natural de Kherson, le escribió una carta en nombre de todos.

En su carta, Anastasia dice: "Mis amigos y yo pintamos este cuadro para usted. Significa mucho en nuestras vidas porque representa a San Jorge, el patrón de Lviv. San Jorge nos ayuda a mantener nuestra fe, y con él nos sentimos seguros. Por favor, siga apoyando a mi pueblo, Ucrania. Rezo para que cese la violencia en Ucrania y que podamos volver a casa algún día. Quiero volver a jugar en el parque e ir a la escuela con mis amigos".

Algo que recalcó en varias ocasiones es que no solo basta con acoger y ser puerta abierta, sino que es muy importante la integración, cómo construimos sociedades inclusivas, madurando y creciendo como comunidad de hermanos y hermanas.

Cuando le entregué personalmente los regalos, me miró a los ojos y sentí su complicidad, como he sentido en otras ocasiones cuando nos hemos encontrado. Me transmitió el agradecimiento por todo el trabajo que venimos haciendo en la acogida y la integración, y me seguía animando a que siguiéramos así.

Escuchar sus palabras y sobre todo sentir su oración, su entusiasmo y valentía, aún en tiempos de complejidad y dificultad, me emociona y me anima a seguir siendo testigo e instrumento de Dios, compañero de camino y colaborador de su misión.

Da mucha alegría encontrarse con el Papa Francisco, especialmente junto a compañeros jesuitas. Compartir con él sobre los temas que en la actualidad son los signos de los tiempos y los retos que enfrentamos como Iglesia. Su visita en Bélgica y Luxemburgo fue una bendición que buscaba fortalecer los lazos con la comunidad católica belga, acompañar el dolor de las víctimas de abusos, además de ofrecer un mensaje de esperanza y renovación, especialmente a los jóvenes, ante los desafíos que vivimos.

Al encuentro vino acompañado por el Cardenal Michael Czerny, que justo llegaba de realizar la peregrinación con los jóvenes y participar en el encuentro «Hope Happening». Con él pudimos conversar antes de la llegada del Papa Francisco. Una alegría saludarle y conversar con él personalmente.

En el encuentro con el Papa tuvimos la oportunidad de tratar el tema de las migraciones en nuestro contexto europeo. Los niños de uno de nuestros albergues del JRS en Ucrania habían pintado un cuadro de S. Jorge, el patrón de Lviv, que dedicaron al Papa Francisco, y Anastasia, una niña refugiada de 10 años natural de Kherson, le escribió una carta en nombre de todos.

El Papa Francisco se sintió fuertemente conmovido cuando le entregué estos regalos, -el cuadro y la carta-, pero sobre todo por la situación tan dura que están viviendo, mostrando su dolor y recordándonos el valor de la paz.

Asimismo, el Papa Francisco nos impulsaba enérgicamente al JRS en Europa y a toda la Compañía de Jesús a seguir acogiendo, protegiendo, promoviendo, e integrando a las personas migrantes y refugiadas, especialmente a las más vulnerables. Algo que recalcó en varias ocasiones es que no solo basta con acoger y ser puerta abierta, sino que es muy importante la integración, cómo construimos sociedades inclusivas, madurando y creciendo como comunidad de hermanos y hermanas.

Puso muchos ejemplos de cómo debía de ser esa acogida e integración, de cómo la Biblia desde el AT nos habla reiteradamente del apoyo al huérfano y la viuda y del amor al extranjero. Nos recordó que su primer viaje como Papa fue a la isla de Lampedusa, para conocer de primera mano y mostrar solidaridad y oración.

Al final del encuentro, cuando le entregué personalmente los regalos, me miró a los ojos y sentí su complicidad, como he sentido en otras ocasiones cuando nos hemos encontrado. Me transmitió el agradecimiento por todo el trabajo que venimos haciendo en la acogida y la integración, y me seguía animando a que siguiéramos así.

Escuchar sus palabras y sobre todo sentir su oración, su entusiasmo y valentía para anunciar la buena noticia a los pobres y caminar junto a ellos, aún en tiempos de complejidad y dificultad, me emociona y me anima a seguir siendo testigo e instrumento de Dios, compañero de camino y colaborador de su misión.

CARTA DE ANASTASIA

Querido Papa Francisco,

Me llamo Anastasia y tengo 10 años. Le escribo desde el albergue del JRS Ucrania donde vivo con mi mamá y mi abuelita. La guerra en Ucrania ha cambiado nuestras vidas de una manera que nunca imaginé. Solía jugar en el parque e ir a la escuela, pero ahora todo es diferente. A veces tengo miedo de los ruidos fuertes y de no saber qué pasará mañana.

Me gustaría darle las gracias de todo corazón por todo el amor y el apoyo que da a los niños y niñas que, como yo, se han visto obligados a abandonar sus hogares. Aquí en el albergue, la gente es amable y nos cuida muy bien, pero yo siempre echo de menos mi casa y a mis amigos. Sin embargo, me da mucha alegría saber que hay gente como usted que se preocupa por nosotros.

Mis sueños son sencillos: quiero estudiar mucho para ser una buena doctora cuando sea mayor. Quiero ayudar a otros niños que estén enfermos o tristes. También sueño con vivir en paz con mi familia, sin miedo ni tristeza.

Mis amigos y yo hemos pintado este cuadro para usted. Significa mucho en nuestras vidas porque representa a San Jorge, el patrón de Lviv. San Jorge nos ayuda a mantener nuestra fe, y con él nos sentimos seguros.

Por favor, siga apoyando a mi pueblo, Ucrania. Rezo para que cese la violencia en mi país y podamos volver a casa algún día. Quiero volver a jugar en el parque e ir a la escuela con mis amigos.

Gracias por escucharme y por tu amor a todos los niños y niñas del mundo. Espero que algún día podamos vivir todos juntos en paz.

Por favor, siga rezando por nosotros, y sepa que nosotros también rezaremos por usted.

Un fuerte abrazo,

Anastasia de Kherson, Ucrania

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