Caso Gordillo: ¿Robo o hipocresía?
Este incidente eclesiástico, que por cierto terminó pacíficamente y en un distendido diálogo al acabar la misa, no habría tenido más resonancia si se hubiera difundido como realmente ocurrió. La cosa se ha complicado por causa de un periodista del diario El Mundo (edición digital de Andalucía), que ha difundido la idea según la cual el jesuita Esteban Velázquez pretendía justificar el “robo” de Gordillo y los trabajadores del SOC amparado por una indebida interpretación de la enseñanza de santo Tomás de Aquino y por ideas tomadas de la teología de la liberación.
Lo que realmente dijo el sacerdote Esteban Velázquez fue muy distinto. Porque ni pretendió hacer política, ni atacar o defender el comportamiento del alcalde de Marinaleda. Lo único que Velázquez destacó es la hipocresía que representa el hecho de que haya tanta gente que se ha rasgado las vestiduras por un hurto relativamente reducido ( el de Gordillo y los trabajadores del SOC), al tiempo que se nos ocultan o disimulan increíbles cantidades de millones que se han defraudado a la administración pública.
La crisis que sufrimos no ha sido causada por el comportamiento del parlamentario andaluz Gordillo. Los responsables de lo que estamos sufriendo siguen siendo gente respetable, que sigue ocupando los altos cargos que ocupaba o incluso ha sido promocionada para ostentar más altas responsabilidades. ¿Es esto soportable?
Pues esto, ni más ni menos, es lo que dijo el sacerdote Esteban Velázquez, al que los “inquisidores espontáneos”, que se han puesto de moda últimamente y los periodistas metidos a teólogos de pacotilla, quisieran llevar a la hoguera cuanto antes. Y la cosa resulta tanto más grave cuanto que el jesuita Velázquez dictó al periodista, por escrito, lo que realmente había dicho en su homilía. Pero el hecho es que el diario El Mundo presentó el incidente, no como realmente ocurrió, sino como, por lo visto, le convenía.
Y aprovecho la ocasión para decir que, si abundaran los obispos y sacerdotes que, en sus predicaciones, tuvieran la libertad y la coherencia de explicar el Evangelio con la claridad con que lo ha hecho Velázquez, la Iglesia tendría una credibilidad y transmitiría un mensaje que, cuando se presenta como realmente es, resulta ser una noticia. Y una noticia que da mucho que hablar.