El programa que interesa: ¿la verdad o la misericordia?
Yo me planteo esta pregunta elemental porque se sabe que hay obispos que andan invocando lo que dijeron los papas anteriores al actual papa Francisco, confrontando así (aunque no sea eso lo que se pretende) a este papa con sus predecesores. Con lo cual - inevitablemente - se siembra la semilla de la duda, la sospecha, la división, el descrédito....
Sin detenerme en otras consideraciones, voy derechamente a la raíz del asunto. Leyendo y estudiando atentamente los escritos del Nuevo Testamento, pronto se da uno cuenta de que, en esos escritos, se nos presentan dos formas distintas de entender la Fe: 1) En las cartas de Pablo, la Fe consiste en “aceptar como verdadera la predicación sobre Cristo” (Gal 2, 16; Fil 1, 29; Rom 4, 5...). Y esa Fe es la que nos “justifica” ante Dios (Rom 3, 30; 4, 15; 5, 1; 9, 30. 32; 10, 6; Gal 3, 7. 8. 9. 12. 24; 5, 5...). 2) En los evangelios, la Fe es la convicción y la fuerza que resuelve el problema del sufrimiento humano. Por eso, cuando Jesús les dice a los enfermos: “Tu Fe te ha salvado” (Mc 5, 34; Mt 9, 22; Lc 8, 48; cf. Mc 10, 52; Mt 8, 10. 13; 9, 30; 15, 28; Lc 7, 9; 17, 19; 18, 42), en realidad lo que les dice es: “Tu Fe te ha curado”.
Es evidente, pues, que en el N.T hay dos concepciones de la Fe: la Fe como “verdad” y la Fe como “misericordia”. Decir que la Fe, tal como la entiende Pablo, es la “dogmática”, mientras que la Fe, tal como la entiende Jesús, es la “espiritual” (o la “pastoral”), como - según he leído en un periódico - ha dicho el cardenal Müller, todo esto pone en evidencia que la “teología dogmática” tiene su eje y su motor en las cartas de Pablo, en tanto que la “teología espiritual” y “pastoral” es la que se deduce del Evangelio de Jesús. Lo cual quiere decir que el “dogma” (lo que hay que creer) y la “espiritualidad” (lo que hay que practicar) tienen fuentes distintas y van por caminos distintos.
Pues bien, si efectivamente todo esto es así, ¿cómo se explica que el cardenal Müller les exija a tantos matrimonios, divorciados y vueltos a casar, que vivan como hermanos, al tiempo que tolera que dentro del Vaticano haya tantos clérigos que no viven precisamente como hermanos? Y sobre todo, ¿qué representa, de verdad, Jesús en nuestras vidas? Y ¿qué podemos hacer por esta Iglesia? Pero, más que nada, ¿qué nos urge hacer para aliviar el sufrimiento de tanta gente que ya no aguanta más?