La aventura de Tomás
He recibido un “wasap” del P. Tomás García Martín-Moreno, mercedario, donde me envía una dirección de Youtube para que vea la que está montando en el barrio marginal de Santo Domingo, donde vive y trabaja. Me he quedado impresionado. Pero la aventura de Tomás comienza más atrás...
...Siendo yo formador de los seminaristas mercedarios en Valladolid, conocí, durante un verano, en mi pueblo, Fuente el Fresno (Ciudad Real), a un jovencito de apenas 14 años que siempre había estado interesado en las misiones, según me comentó una de sus profesoras. Le pedí que me lo presentara y allí comenzó la aventura de Tomás. Le pregunté si quería ser sacerdote porque había hecho unas convivencias en el Seminario de la Diócesis para entrar allí, pero no le habían aceptado, pero me dijo taxativamente: "Yo no quiero ser cura, quiero ser misionero". Le ofrecí entonces la posibilidad de ir conmigo al seminario a prepararse y, después de hablar con sus padres, me dijo que contara con él. Así comenzó su formación junto a otros jóvenes seminaristas mercedarios, de los cuales algunos han llegado ya a profesar y otros a ordenarse y el resto han formado excelentes familias cristianas, pero todos guardan entre ellos una relación de amistad muy entrañable.
La formación de Tomás fue una carrera de obstáculos: lo suyo no eran los estudios y cada día libraba una batalla a muerte con ellos, pero su ilusión por ser misionero y el cariño y apoyo que encontró entre sus compañeros por su simpatía y cordialidad, le llevaron adelante con mucha ilusión. Pidió al fin su entrada al noviciado, con su mayoría de edad, y realizó sus estudios universitarios en Salamanca, si no con gran éxito al menos de una manera satisfactoria como para superar todas las exigencias de la formación teológica. Y, finalmente, pidió su profesión solemne en la orden de la Merced en la que hoy está consagrado. Fiel a su trayectoria, no quiso ordenarse sacerdote aunque tenía ya todos los requisitos en regla para poder hacerlo. Siendo ya profeso de votos solemnes, no ordenado, fue destinado a Santo Domingo para apoyar la labor misionera que allí llevamos a cabo los mercedarios. Y allí encontró su lugar y su felicidad, y hoy no es sólo un religioso feliz sino que está haciendo felices a muchas personas, sobre todo niños de la calle, "los limpiabotas" que salen de mañana a limpiar zapatos para poder llevar algo a casa para comer.
Allí, viviendo con las comunidades más necesitadas de la zona de Bienvenido, en las afueras de la capital, descubrió, además, su vocación sacerdotal y pidió su ordenación. Hoy, religioso, sacerdote y misionero, podemos decir -yo lo digo sin ambigüedad- que es todo un héroe de la caridad. No está solo; le acompaña una comunidad mercedaria de manchegos como él: El P. José Muñoz, de Villarrubia de los Ojos, el P. Santiago Rodríguez Palancas de Herencia, que ha logrado formar un coro de niños "EL corito Chichigua" que es una delicia, ya con dos CDS publicados, y que ha sido invitado a cantar en grandes eventos en todo el país. La labor del P. Tomás y sus compañeros manchegos mercedarios, junto a las Religiosas de la Orden de la Merced, está cambiando de manera sustancial el barrio donde trabaja. Y ya se les han unido algunos jóvenes (Modesto, Irvin) que quieren seguir su estilo de vida. Tuve la suerte de asistir a su ordenación en Santo Domingo, acompañando a sus padres, y vi en primera fila como los niños de toda aquella zona han encontrado en él un padre y un amigo y, sobre todo, una esperanza de futuro. No olvidaré a un niño limpiabotas emocionado, llorando en primera fila, sentado en el suelo, delante del altar. Me acerqué a él y le dije: ¿Por qué lloras si hoy es un día de fiesta? Su respuesta me emoción sobremanera: "Porque fray (Así le llaman) ha sido el único que ha confiado en mí".
Están logrando transformar aquel lugar lleno de pobreza y falta de oportunidades en un lugar con esperanza: ya tiene dispensario de salud, formación para los niños... Mucha gente destacada de la isla se ha interesado por el proyecto del padre Tomás y se acerca para apoyar y dar a conocer esta labor, desde la primera dama del país a directores de grandes periódicos y revistas del país, como el "Hola" dominicano.
Su último proyecto que me envía en Youtube y que podéis encontrar ahí
( https://youtu.be/xj61G2xjFSo) se llama "Proyecto ERA" (Espacio Recreación y aprendizaje) porque una de las obsesiones del P. Tomás es que los niños no deben trabajar, sino jugar y aprender. Este proyecto supone la construcción de un parque infantil, un dispensario médico (Ya funcionando), un salón multiusos, aulas de capacitación... Quiere que todos los niños puedan encontrar un trabajo digno, cuando sean mayores de edad, para que puedan formar familias que vivan con dignidad.
La aventura de Tomás, que comenzó con su ilusión de ser misionero en la plaza de su pueblo es, hoy, una realidad maravillosa que llena de esperanza a mucha gente. Los milagros existen y la aventura de Tomás es uno de ellos. Dios escoge a los que quiere y se fija en los humildes y pequeños para confundir a los fuertes de este mundo y, si encuentra, como es el caso, un grupo de hermanos con las mismas inquietudes, “la revolución de la ternura” está hecha.
Fruto vocacional de esta labor misionera mercedaria es el dominicano fray Ermes Liriano, que ya ha realizado su profesión solemne en La Merced y realiza en la actualidad estudios bíblicos en Salamanca.
...Siendo yo formador de los seminaristas mercedarios en Valladolid, conocí, durante un verano, en mi pueblo, Fuente el Fresno (Ciudad Real), a un jovencito de apenas 14 años que siempre había estado interesado en las misiones, según me comentó una de sus profesoras. Le pedí que me lo presentara y allí comenzó la aventura de Tomás. Le pregunté si quería ser sacerdote porque había hecho unas convivencias en el Seminario de la Diócesis para entrar allí, pero no le habían aceptado, pero me dijo taxativamente: "Yo no quiero ser cura, quiero ser misionero". Le ofrecí entonces la posibilidad de ir conmigo al seminario a prepararse y, después de hablar con sus padres, me dijo que contara con él. Así comenzó su formación junto a otros jóvenes seminaristas mercedarios, de los cuales algunos han llegado ya a profesar y otros a ordenarse y el resto han formado excelentes familias cristianas, pero todos guardan entre ellos una relación de amistad muy entrañable.
La formación de Tomás fue una carrera de obstáculos: lo suyo no eran los estudios y cada día libraba una batalla a muerte con ellos, pero su ilusión por ser misionero y el cariño y apoyo que encontró entre sus compañeros por su simpatía y cordialidad, le llevaron adelante con mucha ilusión. Pidió al fin su entrada al noviciado, con su mayoría de edad, y realizó sus estudios universitarios en Salamanca, si no con gran éxito al menos de una manera satisfactoria como para superar todas las exigencias de la formación teológica. Y, finalmente, pidió su profesión solemne en la orden de la Merced en la que hoy está consagrado. Fiel a su trayectoria, no quiso ordenarse sacerdote aunque tenía ya todos los requisitos en regla para poder hacerlo. Siendo ya profeso de votos solemnes, no ordenado, fue destinado a Santo Domingo para apoyar la labor misionera que allí llevamos a cabo los mercedarios. Y allí encontró su lugar y su felicidad, y hoy no es sólo un religioso feliz sino que está haciendo felices a muchas personas, sobre todo niños de la calle, "los limpiabotas" que salen de mañana a limpiar zapatos para poder llevar algo a casa para comer.
Allí, viviendo con las comunidades más necesitadas de la zona de Bienvenido, en las afueras de la capital, descubrió, además, su vocación sacerdotal y pidió su ordenación. Hoy, religioso, sacerdote y misionero, podemos decir -yo lo digo sin ambigüedad- que es todo un héroe de la caridad. No está solo; le acompaña una comunidad mercedaria de manchegos como él: El P. José Muñoz, de Villarrubia de los Ojos, el P. Santiago Rodríguez Palancas de Herencia, que ha logrado formar un coro de niños "EL corito Chichigua" que es una delicia, ya con dos CDS publicados, y que ha sido invitado a cantar en grandes eventos en todo el país. La labor del P. Tomás y sus compañeros manchegos mercedarios, junto a las Religiosas de la Orden de la Merced, está cambiando de manera sustancial el barrio donde trabaja. Y ya se les han unido algunos jóvenes (Modesto, Irvin) que quieren seguir su estilo de vida. Tuve la suerte de asistir a su ordenación en Santo Domingo, acompañando a sus padres, y vi en primera fila como los niños de toda aquella zona han encontrado en él un padre y un amigo y, sobre todo, una esperanza de futuro. No olvidaré a un niño limpiabotas emocionado, llorando en primera fila, sentado en el suelo, delante del altar. Me acerqué a él y le dije: ¿Por qué lloras si hoy es un día de fiesta? Su respuesta me emoción sobremanera: "Porque fray (Así le llaman) ha sido el único que ha confiado en mí".
Están logrando transformar aquel lugar lleno de pobreza y falta de oportunidades en un lugar con esperanza: ya tiene dispensario de salud, formación para los niños... Mucha gente destacada de la isla se ha interesado por el proyecto del padre Tomás y se acerca para apoyar y dar a conocer esta labor, desde la primera dama del país a directores de grandes periódicos y revistas del país, como el "Hola" dominicano.
Su último proyecto que me envía en Youtube y que podéis encontrar ahí
( https://youtu.be/xj61G2xjFSo) se llama "Proyecto ERA" (Espacio Recreación y aprendizaje) porque una de las obsesiones del P. Tomás es que los niños no deben trabajar, sino jugar y aprender. Este proyecto supone la construcción de un parque infantil, un dispensario médico (Ya funcionando), un salón multiusos, aulas de capacitación... Quiere que todos los niños puedan encontrar un trabajo digno, cuando sean mayores de edad, para que puedan formar familias que vivan con dignidad.
La aventura de Tomás, que comenzó con su ilusión de ser misionero en la plaza de su pueblo es, hoy, una realidad maravillosa que llena de esperanza a mucha gente. Los milagros existen y la aventura de Tomás es uno de ellos. Dios escoge a los que quiere y se fija en los humildes y pequeños para confundir a los fuertes de este mundo y, si encuentra, como es el caso, un grupo de hermanos con las mismas inquietudes, “la revolución de la ternura” está hecha.
Fruto vocacional de esta labor misionera mercedaria es el dominicano fray Ermes Liriano, que ya ha realizado su profesión solemne en La Merced y realiza en la actualidad estudios bíblicos en Salamanca.