Las cenizas de los muertos y los dolores de los vivos.
A propósito de la instrucción "Ad resurgendum cum Christo", que ha causado tantos comentarios, en uno u otro sentido, se me ocurre que estamos aún en una órbita muy lejos de la misericordia en la que deseamos aterrizar en este año por invitación del papa Francisco. Estamos dispersos en las nubes y nunca mejor dicho. Resulta que nos preocupan más las cenizas de los muertos que los cuerpos sufrientes de los vivos. Esto es un drama humano terrible. Estamos sumidos aún en unas reflexiones estériles que nos conducirán a la esterilidad humana. Cuando pienso en el negocio que se oculta detrás de las cenizas de los muertos, me estremezco. Joyas para guardar las cenizas que valen un ojo de la cara, urnas de plata, relicarios, medallas … en fin, yo como dice Cristina de Arteaga: “ No pido el laurel que nimba el talento ni las voluptuosas guirnaldas de lujo y alborozamiento. ¡Ni mirtos ni rosas! ¡ No me des coronas que se lleva el viento!
Y mientras tanto los refugiados se agolpan a las puerta de la vieja Europa retenidos con verjas y perros guardianes y las pateras se hunden en el mediterráneo repletas de seres humanos hacinados y engañados, y la guerra se cierne sobre Alepo Y Mosul, y las ciudades sirias caen a manos de fanáticos despiadados, sostenidos por el dinero que los europeos pagamos por el petróleo a los regímenes totalitarios que no respetan derecho humano alguno…¡Nos preocupan las cenizas de los muertos!
Y yo estoy con el papa en que las cenizas de nuestros seres queridos no son basura para el espacio y que merecen respeto y dignidad; no por el tema de la resurrección de la carne porque si Dios nos va a resucitar por la entrega sacrificial de su hijo, no creo que tenga problema de dónde estén nuestras cenizas, en una urna, en la tierra o desperdigadas en el bosque. La resurrección está por encima de nuestras discusiones ñoñas y superficiales, porque no depende de nosotros sino del poder de Dios. Las cenizas son el resto material de una vida consagrada por el bautismo, sede de tanto amor y generosidad y merecen respeto. “Polvo serán, decía Quevedo, pero polvo enamorado”. Haríamos mejor preocupándonos de donar nuestros órganos en vida, antes de que se quemen o se pudran para que puedan seguir dando vida.
Montar una industria en torno a las cenizas de los muertos o utilizarlas para brujerías, rituales extraños y opciones panteístas ligadas a las nuevas religiones “New Age” me parece una falta de respeto a las cenizas enamoradas de nuestros seres queridos.
Con todo el respeto que tengo a los restos de nuestros difuntos, os confieso que tengo más respeto aun por nuestros vivos sufrientes que son templo vivo del Espíritu Santo, aquí y ahora. Y cuando llegue el momento que hagan con mis restos lo que mejor les parezca, mejor en la tierra de donde salieron “Polvo somos y en polvo nos convertiremos” pero, eso sí, si va a costar mucho dinero que escojan la opción más barata y el resto que se lo den a los pobres. Me preocupan más los dolores de los vivos que las cenizas de los muertos.Lo dejaré escrito entre mis últimas voluntades.
Y mientras tanto los refugiados se agolpan a las puerta de la vieja Europa retenidos con verjas y perros guardianes y las pateras se hunden en el mediterráneo repletas de seres humanos hacinados y engañados, y la guerra se cierne sobre Alepo Y Mosul, y las ciudades sirias caen a manos de fanáticos despiadados, sostenidos por el dinero que los europeos pagamos por el petróleo a los regímenes totalitarios que no respetan derecho humano alguno…¡Nos preocupan las cenizas de los muertos!
Y yo estoy con el papa en que las cenizas de nuestros seres queridos no son basura para el espacio y que merecen respeto y dignidad; no por el tema de la resurrección de la carne porque si Dios nos va a resucitar por la entrega sacrificial de su hijo, no creo que tenga problema de dónde estén nuestras cenizas, en una urna, en la tierra o desperdigadas en el bosque. La resurrección está por encima de nuestras discusiones ñoñas y superficiales, porque no depende de nosotros sino del poder de Dios. Las cenizas son el resto material de una vida consagrada por el bautismo, sede de tanto amor y generosidad y merecen respeto. “Polvo serán, decía Quevedo, pero polvo enamorado”. Haríamos mejor preocupándonos de donar nuestros órganos en vida, antes de que se quemen o se pudran para que puedan seguir dando vida.
Montar una industria en torno a las cenizas de los muertos o utilizarlas para brujerías, rituales extraños y opciones panteístas ligadas a las nuevas religiones “New Age” me parece una falta de respeto a las cenizas enamoradas de nuestros seres queridos.
Con todo el respeto que tengo a los restos de nuestros difuntos, os confieso que tengo más respeto aun por nuestros vivos sufrientes que son templo vivo del Espíritu Santo, aquí y ahora. Y cuando llegue el momento que hagan con mis restos lo que mejor les parezca, mejor en la tierra de donde salieron “Polvo somos y en polvo nos convertiremos” pero, eso sí, si va a costar mucho dinero que escojan la opción más barata y el resto que se lo den a los pobres. Me preocupan más los dolores de los vivos que las cenizas de los muertos.Lo dejaré escrito entre mis últimas voluntades.