Fue en esta noche
Sí, fue en esta noche mágica y sagrada del 2 de agosto, cuando un hombre fue tocado por la mano de Dios y dejó de hacer lo que hacía para ser lo que siempre iba a ser: un redentor de cautivos. Un hombre lleno de compasión, para quien su fe no era un barniz para exteriores o para la galería, sino un sentimiento de justicia que le llevó a los sufrientes y descartados de entonces: ¡Los cautivos! Los más pobres de los pobres porque no se poseían ni a sí mismos.
No fue fácil la aventura; había que dejar mucho sin garantía de conseguir algo. Pero él como buen mercader lo apostó todo. Y ganó una vocación divina que le hizo vivir para los demás y ser inmensamente feliz. Y contagió a muchos esa vocación intrépida y arriesgada de estar dispuesto a dar la vida, si fuere necesario, por el cautivo cuya fe está en peligro. A mí me contagió también.
Y de él, para los cautivos, nació una familia religiosa en la iglesia : ¡La Merced de María de los cautivos! Mujeres y hombres, hombres y mujeres, sin distinción en su “voto de sangre”.
Y no fue hombre de latines y jaculatorias ¡Ni falta que le hacían¡ Era un laico y lo suyo era comerciar. Un consagrado “no sacerdote” que llevaba en sí toda el compromiso redentor hasta el final. Un hombre coherente con su fe. Después la historia quiso ponerle casulla y "capisallos". Y tal vez aún estamos en esa tentación. ¡Pero no! Era un laico y todos los primeros religiosos de la orden lo fueron como él, cuando aún nadie hablaba de misión compartida y del protagonismo de los laicos en la iglesia. Fue un pionero en eso también. Y hace ya de esto 800 años en esta noche del 2 de agosto. No fue ayer por la tarde. Y yo quiero que conste, por admiración, devoción y cariño a este hombre tan singular. Santo por los cuatros costados: san Pedro Nolasco.
No fue fácil la aventura; había que dejar mucho sin garantía de conseguir algo. Pero él como buen mercader lo apostó todo. Y ganó una vocación divina que le hizo vivir para los demás y ser inmensamente feliz. Y contagió a muchos esa vocación intrépida y arriesgada de estar dispuesto a dar la vida, si fuere necesario, por el cautivo cuya fe está en peligro. A mí me contagió también.
Y de él, para los cautivos, nació una familia religiosa en la iglesia : ¡La Merced de María de los cautivos! Mujeres y hombres, hombres y mujeres, sin distinción en su “voto de sangre”.
Y no fue hombre de latines y jaculatorias ¡Ni falta que le hacían¡ Era un laico y lo suyo era comerciar. Un consagrado “no sacerdote” que llevaba en sí toda el compromiso redentor hasta el final. Un hombre coherente con su fe. Después la historia quiso ponerle casulla y "capisallos". Y tal vez aún estamos en esa tentación. ¡Pero no! Era un laico y todos los primeros religiosos de la orden lo fueron como él, cuando aún nadie hablaba de misión compartida y del protagonismo de los laicos en la iglesia. Fue un pionero en eso también. Y hace ya de esto 800 años en esta noche del 2 de agosto. No fue ayer por la tarde. Y yo quiero que conste, por admiración, devoción y cariño a este hombre tan singular. Santo por los cuatros costados: san Pedro Nolasco.