#pascuafeminista2025 ¡Bendita la que viene en Su nombre!

DOMINGO DE RAMOS. Bendición de las Palmas
| Luz Estela (Lucha) Castro
1. “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
(Mateo 21,9; Marcos 11,9-10; Lucas 19,38; Juan 12,13)
Esta exclamación de la multitud puede ser leída hoy como una bendición al liderazgo que llega en nombre de la justicia, la dignidad y la paz. Desde una perspectiva feminista, no es sólo Jesús el “bendito” que llega, sino cada cuerpo históricamente excluido, que se atreve a irrumpir en espacios de poder, de vida pública y de transformación social “en el nombre del Señor”, es decir, en nombre del amor, la verdad y la liberación.
Así como la multitud reconoce a Jesús sin necesidad de títulos oficiales, hoy reconocemos y bendecimos a quienes llegan desde abajo, desde los márgenes, trayendo vida nueva: las personas defensoras de derechos humanos, las lideresas comunitarias, las mujeres indígenas, las madres buscadoras, tantas figuras que también son signos de la presencia de Dios actuando en la historia.
Esta frase nos invita a bendecir y no silenciar la autoridad espiritual y social de quienes traen liberación, aunque no vengan revestidas del poder tradicional o patriarcal.
2. “Si estos callan, gritarán las piedras.”
(Lucas 19,40)
Esta afirmación subraya que la verdad no puede ser silenciada. En un mundo que históricamente ha intentado acallar las voces de las mujeres, de las víctimas, de los pueblos oprimidos, Jesús declara que la realidad misma clamará justicia aunque quienes tienen voz oficial quieran callar.

Esta frase es también un eco del grito de tantas que fueron invisibilizadas: las mujeres que alzan la voz contra la violencia, las que rompen el silencio de siglos en la Iglesia, en las comunidades, en la sociedad.
Hoy, las piedras que gritan son los cuerpos heridos, son las historias enterradas que salen a la luz, son las genealogías de resistencia que resurgen.
Jesús, en este contexto, no es sólo el “varón mesiánico” tradicionalmente leído, sino el rostro de la solidaridad divina con toda vida que se niega a ser destruida o anulada.
Esta frase nos desafía a ser parte de esos clamores, a no temer gritar junto a las piedras vivas que siguen anunciando otro mundo posible.