#sentipensares Bienaventuradas

Bienaventuradas
Bienaventuradas

Un día, una persona, después de escucharla por un largo rato, finalizó su conversación sin esperar a que yo articulara palabra, diciéndome: “Gracias por ser en este momento bienaventuranza en mi vida”.

Me quedé rumiando esa frase y me puse a pensar que en el camino de la vida constantemente nos encontramos con muchas personas y los saludos, abrazos, miradas, conversaciones, despedidas, todo va tejiendo un ritual de encuentros que a veces domesticamos y nos vamos olvidando de todas las ocasiones que ha aprovechado Dios para hacerse el encontradizo y en su creatividad lo hace cotidianamente por medio de una variedad de santas y santos de la puerta de al lado.

Hace poco, leyendo en fe adulta una reflexión del teólogo José Arregi, me llamó la atención cuando él expresaba que, si tuviera que quedarse con una única palabra del Evangelio, se quedaría con "¡Bienaventurados!" Porque ella abre y resume por completo el mensaje de Jesús.

Por esto, a todas estas personas bienaventuradas, que nos iluminan la vida, les dedico mi reflexión:

BIENAVENTURADAS, BIENAVENTURADOS...

      Quienes aman sin agenda y sin protocolos,

      quienes convierten en Teología del cotidiano las palabras del pobre,

      quienes su tiempo de escucha no es cronos sino kairos,

      quienes sirven desde el trono fértil de la madre tierra,

      quienes saborean las historias que nadie quiere escuchar,

      quienes miran de cerca a los ojos y descubren la persona,

      quienes comparten la vida en la sencillez de la cotidianidad,

      quienes abrazan con la mirada y humanizan con el diálogo,

      quienes levantan la dignidad humana y no se escandalizan con la fragilidad,

      quienes se relacionan desde la horizontalidad de la hermandad,

      quienes no temen untarse los vestidos de la necesidad del barro,

      quienes descubren la belleza del domicilio interior,

      quienes se descalzan ante la sacralidad de las culturas,

          quienes evangelizan en y desde las periferias, sin domesticarlas, sino superándolas,

            quienes contemplan un Dios siempre joven en los ojos puros de los sencillos,

            quienes se maravillan con el mosaico pluricultural de la arcilla,

             quienes se asombran de la semilla de Dios que habita en cada persona,

            quienes escuchan con la sorpresa de tener al frente a otro ser humano,

            quienes florecen Evangelio en la aridez de los prejuicios y legalismos,

            quienes abren el oído y el corazón no para oír, sino para crecer,

             quienes tejen humanidad siendo reflejo de Dios Madre y Padre,

             quienes cantan el arrullo de palabras y secretos confiados,

             quienes transforman fronteras en lugares de encuentro saturados de vida,

             quienes pregonan con su ejemplo la comunidad inclusiva del Reino,

             quienes danzan con la música sonora del “me alegro de que tú existas”.

             Quienes pasan del “yo” poseedor al “nosotros, nosotras” liberador,

             quienes reparan con el bálsamo de la ternura las heridas del abandono,

             quienes hablan desde los gestos de misericordia y acogida,

             quienes, al contemplar a los demás, solo ven hijos e hijas de Dios,

             quienes revolucionan con la potencia del Amor del Dios de Jesucristo,

           quienes tienen la mirada diáfana, capaz de sorprenderse siempre con la mejor

versión de cada ser humano.

¿Con cuántas personas bienaventuradas te has encontrado hoy?

Teóloga Luz Milena López Jiménez.

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