#pascuafeminista2025 ¡PRONTAS A CREER, A COMUNICAR!

¡PRONTAS A CREER, A COMUNICAR!
¡PRONTAS A CREER, A COMUNICAR!

"Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía.  Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a Él no le vieron.  Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!"

Lc, 24,22-25

La característica del discipulado es seguir a Cristo, poniéndolo en el centro de nuestras vidas, de tal manera que desde cualquier punto en que se esté pueda uno visualizarlo con facilidad.

Cuando gracias a Concilio Vaticano II esta forma eclesial surgió, entonces la relación del discípulo con Jesús resucitado se hizo mucho más real y cercana.

Aunque pareciera una forma sencilla de ser y actuar, implica un esfuerzo continuo por perseverar.  Ser discípula/lo cristiano, conlleva el compromiso de un cambio de vida, que muchas veces, no es grato por lo incierto; otras, necesita un esfuerzo que pareciera muy laborioso por superar y otras más, situaciones incomprensibles, que con el paso del tiempo se pueden entender y otras veces no. Pero lo cierto es cualquiera que sea el resultado, el discipulado conlleva fe en quien se sigue; confianza en lo que dice al que se sigue y voluntad y decisión de escuchar y obedecer lo que el Maestro pide. Es un camino arduo que continuamente se está transitando en todas sus facetas.

No obstante, es tal el arraigo que se va creando con el Maestro que el discípulo va adquiriendo paulatinamente rasgos de Él. Esto ocasiona que se vaya creando una identificación tan fuerte entre los dos que las personas lo notan.

"y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía" Lc 24,23

En el evangelio lucano dirigido a los gentiles(es decir a todos aquéllos no judíos), la intención del evangelista es compartir con cualquiera que no conoció físicamente a Jesús, pueda experimentar si así lo decide su cercanía en la relación Maestro/discípulo. Pero también está basado en la actitud decisiva de  las mujeres que lo habían conocido, creído en Él, seguido y confiado en las enseñanzas que les había dado, pero en un entorno muy difícil, donde la voz de ellas era invisibilizada, y el trato otorgado por muchos varones hacia ellas era de menosprecio y violencia. No obstante, ellas creyeron en el Maestro y con esperanza aprendieron y transmitieron a otras lo que Aquél les decía, enseñaba y les pedía que compartieran.

Las mujeres vieron en Jesús el signo amoroso de la Madre/Padre celestial que estaba presente para cada una de ellas, la cercanía con una Diosa/Dios amoroso. Y todo lo anterior también fue dado a los varones que se atrevieron a seguirlo, a ser sus discípulos, a creer el Él.

Pero las mujeres al igual que los hombres seguidores, vieron como Jesús fue martirizado. La diferencia fue que ellas con la sensibilidad propia femenina, guardaron en su corazón la llama de lo que Él les había enseñado mientras los varones en su propia naturaleza más racional, se amedrentaron y a pesar de escuchar el mensaje de esperanza de la resurrección que ellas les compartieron, respondieron con incredulidad y temor. Una vez más la racionalidad haciendo valer su supremacía sobre la sensibilidad.

Tanto en varones como en mujeres la sensibilidad y la racionalidad son características naturales aunque en grado diverso. Ni una es más sobre la otra, pues al convivir en un mismo ser humano son necesarias de acuerdo a los momentos que se viven. Pero cuando las actitudes machistas y/o patriarcales se expresan tanto por hombres como por mujeres, se empaña el ser, no dejando manifestar la otra cara que se posee, que es igual de importante para crecer como persona.

En la resurrección las mujeres discípulas, las MIRÓFORAS, creyeron ante lo incomprensible racionalmente; esperaron ante la desesperanza del dolor, estuvieron ante la improbabilidad de encontrar, buscaron las huellas del MAESTRO, creyeron en lo enseñado por Él, se prepararon ante lo incierto, perseveraron ante lo inseguro desde la racionalidad,... se dejaron guiar por las enseñanzas esperanzadoras del Amigo, del varón respetuoso, del que les había sonreído de igual a igual, del que les había restituido en su dignidad, del que las había escuchado,... en fin de Aquél que desde cualquier punto que miraran las guiaba porque habiendo hecho el centro de su vida, podían ver, seguir, escuchar, hablar, y sentirse amadas como hijas a imagen y semejanza de la Madre/Padre creador. Sin importarles lo que los varones de su entorno pudieran decir o hacer. ¡Eran discípulas! Y cuando fueron por mandato a comunicarlo a los discípulos varones, empezaron a ejercer el apostolado para el cual habían sido preparadas.

Por eso la llamada de atención a los discípulos de Emaús: "Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!"

Mientras unas creyeron sin ver, otros lentos esperaban ver, para creer.

Martha Eugenia,

Mujer Mariposa.

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