#LectioDivina Feminista Reconocer, valorar y descubrir al Jesús que se entrega
MARCOS 12,38-44
| Amaya Modrego
Nos acercamos al Evangelio de hoy con apertura de corazón, dejando que se nos regale la Palabra que tiene para cada uno y cada una de nosotras. Palabra que nos configura al estilo de Jesús cuando nos dejamos convertir a ella. Hoy aprendemos de Jesús a mirar la realidad con los ojos y la mirada de Dios.
MUJER, VIUDA Y POBRE… Así es la protagonista del evangelio de hoy. Es en ella que Jesús pone su atención y a quien contempla con admiración. Es en ella que Jesús invita a fijar la mirada a sus discípulos, que obnubilados con el lujo del Templo han perdido la capacidad de reconocer lo verdaderamente valioso. Jesús la saca de la invisibilidad y la reconoce como modelo a seguir. ¿Qué vio en ella? ¿Se sintió identificado? ¿Qué vemos cada uno de nosotros cuando contemplamos este relato?
Jesús resalta su generosidad: “ella ha dado todo lo que tenía para vivir”. Detrás de dos pequeñas e insignificantes monedas hay una fe sencilla y una enorme confianza en el Dios de la vida que le permite soltar, darlo todo, no buscar seguridades, ser radicalmente solidaria y tremendamente libre frente a la mirada de los demás. Su autenticidad contrasta con aquellos escribas y letrados llenos de sí mismos que más que portadores de Buena Noticia, se han convertido en fuente de escándalo.
¿Fue para Jesús un referente? ¿Se sintió identificado con ese gesto de entrega? Posiblemente si. Este relato también lo encontramos en Lucas 21, 1-4. Las primeras comunidades lo rescataron en sus asambleas, porque en el recordaban una y otra vez, las actitudes y valores propios del seguimiento de Jesús y las condiciones para hacer de la comunidad de seguidores verdadera fraternidad- sosoridad. Este texto en Mateo 23,1-12 tiene otra variante. Jesús expresa en un corto discurso como tienen que ser las relaciones en comunidad, todo menos patriarcales. “No os dejéis llamar Rabbi, ni llaméis a nadie Padre… vosotros sois todos hermanos y hermanas… El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado… “Son relaciones de igualdad, que se dan cuando cada uno vive con actitud de entrega de la propia vida, humildemente, desde la sencillez del evangelio. Jesús encuentra en la pobre viuda, el mejor modelo. La ensalza, no porque este por encima de nadie, sino porque su autenticidad es referencia para todos y todas, es el modo que construye sororidad, que construye Reino.
Jesús nos invita hoy también como invitó a los discípulos a enfocar la mirada, a afinar para ver aquello que a veces por cotidiano y cercano no valoramos y nos pasa desapercibido, gestos de nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras hermanas y compañeras, cargados de entrega, esfuerzo y generosidad. Reconocer, valorar y descubrir al Jesús que se entrega en cada una de ellos, como un sacramento.
Jesús nos anima, como ánimo a la viuda, a seguir entregando nuestra vida toda en cada gesto que hacemos por el cuidado del medio ambiente, en la defensa de los DD HH, en la búsqueda de reconciliación y paz, en la lucha por la justicia. En cada gesto por humanizar la realidad de nuestros hermanas y hermanos migrantes, por consolar y aliviar, sabiendo que por pequeño que sea, nada se pierde. Que nada nos desanime ni la amplitud de los problemas, ni el sentirnos a contracorriente en un mundo que parece cada vez más loco.
Jesús nos propone aprender de tantas personas anónimas, la mayoría mujeres, mujeres pobres de nuestros pueblos, que comparten lo poco que tienen con generosidad, sin buscar reconocimiento, ni paga… Mujeres que han conocido el dolor, la pérdida, la pobreza, pero su fe, su compasión y amor a la vida es más fuerte, y siguen hacia adelante, poniendo sus dones, su ternura y compasión por ayudar a otras y otros, siguen apostando por lo común, por la solidaridad, por lo que construye comunidad, superando el propio dolor y la pérdida. Mujeres valientes que arriesgan su propia vida.
Que diferente sería nuestra Iglesia si hiciéramos de estas mujeres nuestras maestras en la fe, nuestras guías espirituales, mujeres sencillas, pero auténticas, con una fe recia que les sostiene