#advientoenclavedemujer ¡Shalom!

¡Shalom!
¡Shalom!

Shalom!
Que el silencio contemplativo de esta Navidad ilumine nuestras conciencias y despierte en nosotras y nosotros la sabiduría y la compasión necesarias para nunca dejar a nadie tirado a la vera del camino.
Como el buen samaritano, estamos llamadas y llamados a ser un pueblo solidario, a tender la mano a quienes hoy sufren: a las personas migrantes que enfrentan la angustia de la deportación; a las niñas, niños y sus familias que han sido desplazados forzadamente por la violencia provocada por el narcotráfico, cargando el peso del desarraigo en estas fechas; a las madres y abuelas que enfrentan el vacío de una silla en la mesa navideña por la ausencia de sus hijas e hijos desaparecidos o asesinados; y a todas las comunidades que claman por justicia y dignidad.

La Navidad nos recuerda el poder transformador de la solidaridad y el amor. En el alumbramiento de María reconocemos el coraje de quienes luchan contra la adversidad y el compromiso de acoger a quienes buscan refugio y esperanza. Esa es nuestra vocación: nunca abandonar a quienes sufren, sino ser quienes tienden la mano para caminar juntas y juntos hacia un mundo más justo.

Que esta celebración sea un llamado a renovar nuestro compromiso con la Justicia Social, los Derechos Humanos y la paz verdadera. El milagro de la Navidad está en abrazar la compasión como guía y en no permitir que nadie quede olvidado.

¡Feliz Navidad! Que la justicia y la esperanza nazcan en cada corazón y en cada comunidad.

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