#cuaresmafeminista2025 ¡Qué rápido es darse la vuelta!

¡Qué rápido es darse la vuelta!
¡Qué rápido es darse la vuelta!

Somos tan influenciables, ya sea por la opinión de la gente, por los intereses que podemos conseguir al modificar nuestra relación, etc. Y curiosamente, somos capaces de jurar fidelidad hasta la muerte (en tiempos de paz) pero cuando sospechamos posibles amenazas directas hacia nosotras, actuamos cobardemente. Negamos todo vínculo, toda responsabilidad con el acusado.

El mismo Mesías aplaudido por la gente, horas después debe soportar sus latigazos.

El mismo pueblo que alaba a Jesús, horas después lo condena.

El mismo Pedro que juraba fidelidad, horas después llora amargamente su traición.

Ser coherente tiene un precio.

El miedo en todas sus versiones provoca la muerte del inocente. Un miedo disfrazado de inseguridad por la posible pérdida de poder, de estatus social. La necesidad de supervivencia se alía al miedo a la muerte. Miedo a ser condenado por Dios provoca el estricto cumplimiento de la Ley, considerar blasfemo a quien se reconoce divino. Miedo al compromiso de ser libre, provoca la atadura a la esclavitud de la ley.

Curiosamente solo un condenado asume la responsabilidad de sus actos, acepta la condena y reconoce al inocente. Cree que quien está a su lado le puede dar la vida eterna.

Y las mujeres dejaron atrás la cobardía, manifestaron públicamente su relación y afecto con el condenado, no temieron estar a su lado, sintiendo como su corazón se rompía a cada golpe de martillo. Mujeres que siguen velando por el cuidado de quien yace en la sepultura, pues solo Él les devolvió la vida.

María Pizá

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