#triduopascualfeminista2025 La traición no es el fin del camino

| Ailin Katherine Palmera Amaya
Jesús nos acompaña en nuestros momentos más difíciles, Él fue herido, traicionado, humillado, burlado, blasfemado; Es Él quien conoce a profundidad las heridas que se anidan en nuestros corazones.
Cuando fijamos nuestra mirada en alguien y le ponemos en un pedestal, dejamos a Dios en un segundo lugar y es ahí donde se cae en idolatría, en un culto a personas en el cual cual dejamos totalmente expuesto el corazón, he aquí es donde sin percatarnos empezamos a permitir que nos hagan daño, y es en ese preciso momento que llega la traición y se inicia esa noche de lamentos, lo positivo es que no es eterna, siempre hay una salida.
Siendo Jesús el ser más perfecto que experimentó la traición
¿Por qué nosotras (os) no podemos asumirlo cómo un proceso de crecimiento en nuestra vida espiritual?
En la actualidad y durante siglos hemos podido ver y conocer múltiples testimonios de personas que han sufrido y experimentado la traición, y muchos de estos casos han sido por familiares o seres muy cercanos, esta experiencia deja secuelas.
Cristo Rey, nos enseña que ante la traición y el dolor, debemos ir a Él, solo en su presencia y en sus Santos brazos encontraremos la paz y la Calidez de un buen hogar.
Nuestra Madre la virgen María, también está atenta a nuestros ruegos, a nuestras oraciones y así llevarlas a su amado hijo Jesús; No la olvidemos a ella, pues nos acoge entre sus brazos, en su realeza como Madre del Rey de Reyes, Señor de Señores.
¡El amor vence la muerte, vence el dolor punzante de la traición!
Dice en Jeremías 12 – 6
“Porque hasta tus hermanos y tu propia familia te han traicionado y sueltan un grito tras de ti”.
Así, aunque la herida de la traición sea muy profunda y el dolor sea punzante, casi como si desgarrara el alma, Jesús no nos suelta y está a la espera para sanar nuestras heridas y darnos un nuevo Corazón.