#triduopascualfeminista2025 Triduo Pascual Feminista

Mª Luisa Paret
Mª Luisa Paret

#triduopascualfeminista2025

El Triduo Pascual es la contemplación de la muerte, sepultura y resurrección del Señor. Se inicia con la celebración de la Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo y comprende el Viernes Santo, el Sábado Santo y la Vigilia Pascual. Todo ello no es sino las diversas fases de un solo misterio: el pascual.

Jueves Santo

Cada vez que revivimos el memorial de la cena pascual de Jesús, el Señor vuelve a entregarse por todos y cada uno/a de nosotros/as como don y testimonio del amor del AbbaDios. Y continúa pidiendo que hagamos lo mismo, que seamos capaces de lavarnos los pies unos/as a otros/as en señal de servicio.

            Podríamos recordar las claves de las lecturas. En el seno de la opresión se gesta la fiesta de la liberación (Ex 12,1-8.11-14). La comida apresurada expresa el dinamismo de los que están dando el paso hacia la liberación. La sangre del cordero es salvadora. Simboliza la vida que Dios da a su “paso”.

En medio de las diversas opresiones económicas, sociales, políticas, religiosas que imponen los poderosos ávidos de poder, quienes se hacen cómplices de sus engaños, se abren caminos de liberación: cuando me despojo de todo lo que, por mi fragilidad, inercia o conformidad me impide seguirte con coherencia; cuando me hago disponible a servir como Tú lo hiciste, a liberar a otros/as desde mis limitaciones…

 Jesús, que es el único Señor y Maestro, adopta en el seno de la comunidad una actitud de servicio. Por eso resulta incomprensible que quienes han ejercido o ejercen la autoridad en la Iglesia hayan cometido opresión, abuso o discriminación de cualquier tipo (Jn 13,1-15). Solo es posible celebrar la Eucaristía si en la comunidad se vive una actitud de servicio mutuo, de comunión con los/as hermanos/as, si la fe vivida pone en común lo propio. ¿Celebramos esto en la comunidad de los seguidores/as de Jesús?

Contemplamos ahora el cuadro que nunca osaron pintar los grandes maestros de la pintura. Recostada junto a Jesús se encuentra Mª Magdalena, la discípula amada, ‘la apóstol de los apóstoles’ como la llamó Pablo. Vemos también numerosas mujeres que cada día transitan los caminos que recorrió Jesús, aunque no son nombradas ni reconocidas: son aquellas que dan vida, trabajan, estudian, educan a contracorriente de la superficialidad de la sociedad y del mundo actual; enseñan pacientemente, predican, dan testimonio anónimo de su fe y la celebran en la iglesia doméstica que somos.

Se saben llenas de gracia, cantan, danzan, proclaman que el Señor ha estado grande con ellas y están alegres. Se arriesgan a romper las cadenas de esclavitudes ancestrales, servidumbres anacrónicas, se atreven a cambiar normas, leyes y tradiciones obsoletas en favor de la Buena Noticia de la Palabra hecha carne en cada ser humano. Son pan y se hacen pan para los demás. Son templo vivo del Espíritu Ruah que nos habita y sopla donde quiere…

También hay mujeres que le siguen de lejos; no se atreven a sentarse en la misma mesa donde está Jesús, pero Él les ha guardado un sitio. Son mujeres extranjeras que se han arriesgado a ‘salir de su casa y de su tierra’ buscando un futuro para ellas y para sus familias; vienen huyendo del hambre, de la guerra, de la violencia sexual, del desamparo; hay mujeres que han vendido su cuerpo o han caído en manos de hombres malvados que las obligan a prostituirse para saldar su deuda; mujeres que no responden al cuerpo normativo que la naturaleza les ha dado y son despreciadas, perseguidas.

También está María, la madre de Jesús, algunas vecinas y amigas que vinieron con ella. Pero todos están muy tristes, se palpa la tensión y la traición. Sin embargo, Jesús les ha dicho que ‘cada vez que hicierais esto, comer el pan y beber el cáliz, hacedlo en memoria suya’. Les ha dado el consuelo y la promesa de que Él siempre estará a su lado. Entonces comprenden el significado de ser pan y hacerse pan…

Viernes Santo

La figura del Siervo que expresa Isaías (Is 52,13. 53,12) encarna todo el sufrimiento humano incluido el de la muerte ignominiosa. Sin embargo, en esa figura el dolor se redime, es aceptado, es inocente, se sufre en favor de otros y termina en victoria. Reúne y hermana dos polos irreconciliables: la humillación y la elevación, el sufrimiento y el triunfo, la muerte y la vida.

En la Pasión según san Juan (Jn 18,1-19,42) se dice que las últimas palabras de Jesús fueron: “Está cumplido”. Hombres y mujeres tenemos encomendada por Dios una tarea a realizar. Es una tarea paradójica; solo se puede comprender a través de la fe. Pero realmente lo que puede dar sentido a la vida es acabarla con esta gran afirmación: “Está cumplido”.

Contemplamos la cruz. El grito humano que se resiste a morir no recibe por parte de Dios otra respuesta que el silencio. ‘¿Por qué me has abandonado?’ Poco pueden hacer las personas que están a su lado. Alrededor hay noche oscura. Y, sin embargo, la muerte nos da la oportunidad de realizar el acto de fe definitivo. Una fe contra toda evidencia, una esperanza crucificada pero confiada, una esperanza que traspasa la espesa noche de la nada para encontrar unas manos que nos acogen con amor infinito. ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’ (Sal 30,2).

La cruz que abraza todas las víctimas de la opresión, las/os inocentes de todas las guerras: Auschwizt, Gulag, Vietnam, Corea, Mexico, Colombia, Afganistán, Siria, Irak, los Balcanes, Sudán, Congo, Haití, Gaza, Ucrania…; las muertes sin sentido, la crueldad del ser humano: genocidios, los desastres naturales, los accidentes imprevisibles o no… El dolor humano, el clamor de la tierra, los océanos, la creación…

El amor humano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: esta ha de ser la medida del amor del/a discípulo/a y esta es la señal, la característica del cristiano. Será necesario dejarnos purificar cada día por el amor de Dios para poder entrar en la dinámica de la oblación-entrega como hizo Jesús y así celebrar de verdad la Pascua con él.

Sábado Santo

Cristo ha resucitado. Su resurrección es la respuesta a todas las preguntas que nos constituyen como seres humanos: la injusticia, la muerte, la historia, el futuro… Como creyentes, estamos invitadas a vivir con nueva fortaleza el paso que dimos en el bautismo: morir con Cristo para resucitar con él.

No basta con quedarse en la admiración o desear ser testigo de los signos, es preciso creer en ellos para pasar de ver su ausencia a ver y vivir su presencia. Nuestro compromiso es ser cauce de resurrección para nuestros hermanos y hermanas.

En la solemne Vigilia Pascual se inaugura el gozo de la Pascua de la Resurrección del Señor que inundará los cincuenta días pascuales.

Meditación

¿A qué experiencia corresponde sentarse a la mesa con Jesús? ¿Cómo lo vives?

¿Cómo contemplas la cruz en tu vida personal, comunitaria?

¿Cómo profundizar en el tiempo de espera hasta la resurrección del Señor?

Triduo Pascual. Abril 2025

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