¡Bendita tú mujer y bendito el fruto de tu vientre! A la luz del relato de Lucas, paso por el corazón la vivencia que he visto en algunos pueblos originarios en mi caminar misionero, acerca del milagro de la maternidad.
Para las mujeres indígenas ser madre es un don y un privilegio. Cuando una mujer queda embarazada es rodeada y acompañada por otras mujeres: Las abuelas, la madre, las vecinas y, sobre todo, la partera.
Ésta, cuida de la futura mamá con baños, masajes y palabras suavecitas a la semilla en gestación. Esta práctica llena de ternura y cuidado me lleva a contemplar el encuentro de María con Isabel: Veo en estas dos mujeres el intercambio de caricias y palabras dulces, que hacen saltar de gozo a las criaturas en el vientre bendito de sus madres.