#25N2024 De la violación y descuartizamiento de la concubina de un Levita (Ju 19, 22- 29) a las mujeres colombianas víctimas de la violencia sexual
| Luz Milena López Jiménez
¿Por qué matan a las niñas y a las mujeres?
Esta pregunta me la hizo una niña llorando después de conocer el feminicidio de la niña Sofía Delgado en Colombia, quien fue raptada y asesinada por Brayan Campo, el 29 de septiembre de 2024 y posteriormente después de varios días de búsqueda su cuerpo desmembrado, fue encontrado el 17 de octubre en un cañaduzal. Conviene destacar que quien la asesinó ya tenía antecedentes por el delito de acto sexual abusivo con una menor de 14 años, pero fue liberado por vencimientos de términos. (Sofía Delgado seguiría viva, si la justicia hubiera tomado las medidas oportunas y efectivas, con este hombre que luego se convertiría en su asesino)
Actualmente, vivo mi misión como mujer consagrada en el Centro Educativo Casa Mamá Margarita, una obra para niñas y jóvenes en situación de vulnerabilidad y con frecuencia, junto a mis Hermanas, somos conocedoras de la situación de violencia sexual que ellas sufren. Es por esto que, cuando las niñas escucharon sobre este feminicidio, se conmovieron mucho y una de ellas llorando me hacía la pregunta: "sor, ¿por qué matan a las niñas y a las mujeres?"
En el momento, la respuesta fue hacer silencio por Sofía y rezar por ella. Pero, hoy tomo mi voz y en la convocatoria: “De lo íntimo a lo colectivo: tus miedos, mis miedos” quiero leer contextualmente la situación de violencia que padecen tantas niñas y mujeres en Colombia mediante la reflexión de un pasaje bíblico poco conocido (Jueces 19, 22-29) que de acuerdo con la erudita biblista feminista, Phyllis Trible, junto a otros tres textos de la Biblia hebrea (la triste historia de Agar, la violación de Tamar y el del sacrificio de la hija de Jefté) hace parte de los “textos bíblicos de horror y terror hacia las mujeres” que a menudo son desconocidos por los lectores y lectoras.
Para comenzar, presento el texto bíblico para hacernos una idea de la crueldad del relato:
VIOLACIÓN Y DESCUARTIZAMIENTO DE LA CONCUBINA DE UN LEVITA
22.Mientras se recreaban, los hombres de la ciudad, gente malvada, cercaron la casa y golpeando la puerta dijeron al anciano, dueño de la casa: «Haz salir al hombre que ha entrado en tu casa para que nos divirtamos con él.» 23. El dueño de la casa salió donde ellos y les dijo: «No, hermanos míos, no se porten mal con él. Ya que este hombre ha entrado en mi casa, no cometan infamia contra él. 24. Aquí está mi hija, que es virgen, y también la concubina de mi compañero. Si quieren, se las entregaré. Abusen con ellas y hagan con ellas lo que les parezca, pero no cometan contra este hombre semejante infamia.» 25. Pero aquellos hombres no quisieron escucharlo. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la violaron, la maltrataron toda la noche y hasta la mañana y la dejaron al amanecer. 26.Llegó la mujer de madrugada y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día. 27.Por la mañana se levantó su marido, abrió las puertas de la casa y salió para continuar su camino. Entonces vio a la mujer, su concubina, tendida a la entrada de la casa, con las manos en el umbral, 28.y le dijo: «Levántate y vámonos.» Pero no hubo respuesta. El hombre, pues, la cargó sobre su burro y siguió su camino para volver a su pueblo. 29. Llegado a su casa, tomó un cuchillo y tomando a su concubina la partió, miembro por miembro, en doce trozos y los mandó por todo el territorio de Israel. (Jueces 19, 22-29)
El texto nos presenta la violación, asesinato y descuartizamiento de una mujer sin nombre, su única visibilización se da a partir del vínculo con el varón (concubina de un levita, sin los derechos de una esposa legítima) extranjera, sin voz, ni voto en el relato, agarrada y entregada por su pareja a una violación en manada para salvar su pellejo; finalmente asesinada y desmembrada en 12 partes, tal vez estando aún viva, ni en el Texto Masorético (TM), ni en la mayoría de los códices griegos, se registra que ya estuviera muerta. Solo algunas versiones de la Septuaginta (LXX) señalan que ella ya estaba muerta cuando narra la versión que más adelante el levita dará de lo que le ha sucedido, quien para disminuir su responsabilidad altera y acomoda los hechos a su beneficio (Jueces 20, 5).
Esta descripción tan escalofriante, lastimosamente se ha vuelto común en las noticias de Colombia y ni la viralidad de las imágenes de estos crímenes, ni la indignación temporal que generan estos casos, logran disminuir la violencia hacia la mujer en el país. En efecto, el Instituto Nacional de Salud señala que el 75,6% de casos sistematizados por Violencia Basada en Género (VBG) en Colombia son contra mujeres. En esta misma línea, la Red Nacional de Mujeres colombianas, ha denunciado que el 2024 ha sido uno de los años más violentos para las mujeres en Colombia. De hecho, solo hasta septiembre de este año, se han reportado 671 feminicidios en Colombia (sin contar los ocurridos en octubre y lo que va de noviembre), considerada la cifra más alta desde el 2018, en el que se registraron 668 asesinatos de mujeres. Lo anterior evidencia que, en promedio, dos mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres.
Retornando al texto bíblico, quiero destacar que la agresión sexual sufrida por la concubina del levita, no es un hecho aislado, sino que da cuenta de una violencia estructural de poder, que procede de la falta de leyes para proteger la mujer en contraste con las sagradas leyes de hospitalidad otorgadas por los israelitas para los huéspedes varones. Si nos fijamos en el texto, cuando los hombres de la ciudad quieren humillar al levita que está hospedado en la casa del anciano. El anfitrión no lo piensa dos veces y de inmediato clama por la protección del honor de su huésped varón, ofreciendo, en cambio, la sexualidad de su hija, de quien da el detalle de su virginidad y también ofreciendo a la mujer del levita. Ante la negativa de aquellos hombres, el levita entrega a la fuerza a su propia pareja para salvar su vida: “Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera” (Jueces 19, 25) podríamos imaginar la resistencia de la mujer y sus súplicas antes de ser sacada a la calle para que fuera abusada sin piedad por una manada de hombres, que al querer vengarse inicialmente del hombre levita, terminan desquitandose con la pobre mujer.
Paradójicamente, la mayoría de los aberrantes casos de violencia sexual hacia las mujeres no se dan en lugares extraños, sino en la propia casa o dentro del ámbito doméstico-familiar y ejecutado por personas muy cercanas como sus parejas, familiares y amigos. Como la concubina del levita, quien no alcanzó a mendigar un poco de la sagrada ley de la hospitalidad que la hubiese protegido dentro de la casa, ni la abrazó la compasión de su propia pareja, así pasa con muchas niñas y mujeres colombianas asesinadas en sus propias casas y por sus propios maridos, padres o amigos cercanos. En un afán del levita para no ser humillado por los hombres de aquella ciudad quienes querían abusar sexualmente de él, no tanto en un acto de homosexualidad, sino que más bien se trataba de un acto de xenofobia por ser un hombre extranjero y que querían vengarlo ultrajándolo como a una mujer, terminan desquitándose brutalmente con la concubina. En este sentido lo señala, la biblista feminista, Mercedes Navarro (2005): “Los ciudadanos de Gibeah, en efecto, aceptan a la mujer al final porque cuanto hacen con ella simboliza el trato que el levita les merece. Puesto que ella es de su propiedad, la conducta contra la mujer repercute en su honor masculino” (p.23).
En este sentido, urge que en Colombia se tomen las medidas eficaces para garantizar territorios y espacios libres de violencia para las niñas, adolescentes con el claro reconocimiento de ellas como sujetos de derechos junto a la implementación de políticas públicas de prevención y sanción que realmente velen por el cuidado y la protección de la mujer. Además, que la voz de quienes denuncian sea escuchada y creíble, puesto que muchas muertes podrían evitarse si ante la primera alarma se tomaran las medidas necesarias y así se haría frente a la impunidad y revictimización de las denunciantes.
En el caso de la concubina del levita, su muerte quedó en el olvido, ni su padre, ni su pareja, ni el anciano la protegieron. Después de su trágica muerte, ni una sola lágrima se derrama por ella. Al contrario, cuando se lee un poco más allá del texto bíblico de Jueces, específicamente en “Jueces 20, 1-7” el levita queda como la víctima principal del hecho, despertando una indignación y una guerra entre tribus para clamar venganza por el levita, pero de su concubina nadie se acuerda, para ellos simplemente nunca existió. Así lo manifiesta, Mercedes Navarro, (2013):
«El relato del levita es mentiroso y manipulador. Hay omisiones graves, como que fue él mismo quién echó a la concubina a los hombres que lo reclamaban, de manera que oculta conscientemente su propia responsabilidad en lo sucedido para dar la imagen de ser el único agraviado. Dicho discurso cuenta que los de Gibeah tenían la intención de matarlo a él cuando en realidad la historia decía que querían conocerlo, en sentido sexual. Es una mentira que desencadena una guerra civil y el casi exterminio de una de las tribus. Así, el levita criminal no solo queda impune, sino que ve aumentar su poder al convocar la guerra. Las tribus convocadas no muestran preocupación por la persona asesinada, a la que no nombran siquiera. En la manipulación del levita se encuentra, entre otros, el mecanismo defensivo mediante el cual el agresor se convierte en víctima ante los demás» (p. 125).
Finalmente, junto a la concubina de este texto bíblico, retratada en tantas mujeres víctimas de la violencia sexual, a quienes su dignidad y su vida les ha sido cortada en trozos, queremos unirnos en sororidad y denunciar con Trible (1984) citada por Casas y López (2023): “[l]a traición, la violación, la tortura, el asesinato y el descuartizamiento de una mujer sin nombre es una historia que queremos olvidar, pero tenemos la obligación de contar. Esta describe los horrores del poder, la brutalidad y el triunfalismo masculinos; de la impotencia, abuso y aniquilación femenina” (p. 279). Por ellas y junto a ellas, clamamos sororalmente una vez más: “vivas nos queremos, libres y sin miedo”.
Luz Milena López Jiménez. FMA
REFERENCIAS:
Casas, J., & López, E. (2023). Lectura contextual de jueces 19 en el marco de la investigación acción participativa por parte de dos grupos de mujeres colombianas que viven en condiciones de vulnerabilidad. Estudios Eclesiásticos, 98(385), 263-304.
Navarro, M. (2005). “El sacrificio del cuerpo femenino en la Biblia hebrea”. En Cuerpos de mujer en sus (con)textos anglogermánicos, hispánicos y mediterráneos: una aproximación literaria, socio‑simbólica y crítico‑alegórica, coordinado por M. Arriaga y J. Estévez, 1-38. Arcibel Editores.
Navarro, M. (2013). Violencia, sexismo, silencio. in‑conclusiones en el libro de los Jueces. Verbo Divino.