Misa en Hueva por el jesuita de Huelva asesinado en Perú. Comentario a la muerte del P. General de los Jesuitas
En la Iglesia de los jesuitas de Huelva , el jueves 16 de agosto, se ha celebrado una misa por el P. Carlos Riudavets, sacerdote asesinado en el Vicariato peruano del Marañón el pasado 10 de Agosto.
La celebración de esta ceremonia en Huelva ha estado motivada porque Carlos Riudavets había nacido en la pequeña localidad onubense de Sanlucar del Guadiana, habiendo sido posteriormente alumno del cercano Colegio jesuita de Villafranca de los Barros. La misa fue presidida por el obispo de Huelva, don José Vilaplana, y concelebrada por los jesuitas de la Comunidad de Huelva.
Un previo contacto había establecido conexión con los dos hermanos vivos del jesuita muerto, Amadeo, que vive en Ayamonte, y Blanca, que vive en Madrid. Los dos asistieron a la misa celebrada en Huelva, acompañados de varios de sus sobrinos. Los familiares han agradecido mucho la organización de esta Eucaristía, que ha puesto claramente de manifiesto la vinculación entre Huelva y el jesuita ahora muerto en Perú.
COMETARIOS DEL P. CARLOS SOSA
En una carta dirigida a "los familiares del P. Riudavets", el P. General de la Compañía de Jesús, Carlos Sosa, afirma: "La muerte del P. Carlos me ha recordado las siguientes palabras de nuestra más reciente Congregación General: `En el centro de la obra de la reconciliación de Dios, se encuentra la cruz de Cristo y también nuestra participación en ella. Esta misión puede conducir al conflicto y a la muerte, como lo hemos testimoniado en la vida de muchos de nuestros hermanos´(CG 36, D1, n21).
El P. Carlos ha dado testimonio de que éstas no son palabra retóricas, sino que expresan una comprensión profunda del sentido radical de su vida como misionero de la Amazonía peruana … Sin lugar a duda, su entrega a esa misión ha sido radical, desde la partida de su España natal para sumarse a la misión de la Compañía en el Perú. Por casi cuatro décadas, estuvo al servicio de los pueblos awajun y wampis, la misión central en toda su vida de jesuita en el Perú. Se entregó a ella en cuerpo y alma ha sido total, hasta la oblación total y definitiva de su vida …
A la vez que damos gracias por la vida del P. Carlos, pedimos la consolación de Dios para que no nos desanimemos en el servicio por la construcción de un mundo en el cual, la violencia, como la que injusta y brutalmente ha sufrido el P. Carlos, no pueda prevalecer, y en el cual toda vida humana sea respetada en su dignidad.
En cuanto a los responsables de su muerte, pedimos que, una vez identificados, tengan la oportunidad de tomar conciencia del mal que han realizado y, arrepintiéndose de su crimen, abandonen el camino de la violencia y de la muerte. Desde ahora les ofrecemos nuestro perdón a ejemplo del Padre de Jesús, Nuestro señor, y deseamos se abran a su Espíritu y recobren la humanidad perdida".