Humanidad y Espiritualidad, unidas: SANTA TERESA

La celebración del Año Teresiano, el quinto centenario del nacimiento de la Santa (1515-2015), es una invitación para volver a su figura y admirarse constantemente de la novedad y frescura que irradian sus escritos.

Santa Teresa es un personaje que une contrarios. Es mística, sin dejar de ser profundamente humana. Las ricas cualidades que Dios le concedió como persona, no se vieron agostadas por su vida religiosa, sino que las conservó frescas y lozanas hasta su muerte. Teresa siempre fue Teresa, fue el título de un trabajo sobre la Santa preparado en mis lejanos tiempos de estudiante.

Ahora, me ha sorprendido mucho un texto redescubierto en el Camino de Perfección. En un capítulo en el que recomienda a sus hermanas buscar a Dios huyendo de todo lo que se acerque al pecado, aterriza en un terreno cercanamente práctico describiendo una consecuencia que ha de tener la virtud en el modo humano de proceder: A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas. No extrae de la santidad el rezar más o el relacionarse con Dios de determinadas maneras, sino que se fija en el comportamiento que la religiosa santa debe tener en el comportamiento humano con las restantes miembros de su comunidad.

Una línea antes, desmenuza aún más concretamente qué entiende por conversable, este término tan arcaico. Le aconseja a sus monjas: Procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren (quiere decir, tratad de comportaros con todas) que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar y no se atemoricen y amedranten de la virtud.

La virtud no debe amedrentar, generar miedo en el que convive con ella, sino que por el contrario debe resultar agradable para las personas que conviven con ella y la contemplan. Ser conversable es resultar agradable en la conversación y en el trato.

Más claro aún, en la frase que cierra el párrafo: Que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables , y agradar y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas. No se va por las ramas, sino que refiere a las personas que se encuentran inmediatas en la comunidad la conveniencia de ser afables. Todo esto, en el Camino de perfección, capítulo 41, número 7.

En el mismo capítulo,unos párrafos antes, Santa Teresa lanza un principio general, que es manifestativo de todo su talante espiritual y humano: Así que no os apretéis, porque si el alma se comienza a encoger, es muy mala cosa (Camino de Perfección, 41, 5). Su concepción de la virtud y de la santidad no conduce a apreturas o a encogimientos, sino a vivir con naturalidad el intento de resultar agradables para los demás.

Para muestra, vale un botón. Esta llamada para resultar conversable a la que quiera ser santa descubre una forma de entender la santidad que no aleja de la humanidad, sino que manifiesta la unión indisoluble que para ella tenía el buscar a Dios y el mantener los rasgos humanos. Teresa siempre fue Teresa, no dejó de ser rabiosamente humana por ser místicamente santa. Para convencernos de ello, este año -en su centenario- hay que volver a su obra, hay que releerla... o enfrentarse por primera vez con su lectura. Siempre, ganaremos en santidad y en humanidad.
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