Ha muerto Ramón Echarren, un amigo
El hecho de que al conocer la noticia de la muerte de Ramón Echarren la primera palabra que me ha venido a la mente es amigo, ya indica mucho sobre la manera de ser de este peculiar obispo. Ya hace bastantes días que murió, pero no quiero dejar de comunicar estos recuerdos,
Ha muerto en Las Palmas, de donde fue obispo titular durante 27 años y donde permaneció 9 años más como simple obispo emérito. Ya en esto nos dio una sorpresa a muchos, porque pensamos que al jubilarse se iría a vivir a su Navarra natal o al Madrid donde vivió tantos y tan importantes años, y se quedó en la tierra que había adoptado como suya, en Canarias y en Las Palmas.
Recuerdo de él, al primer golpe, su empeño a rajatablas de que todos le llamasen de "tu". No es sólo en la conversación personal en la que insistía en ello, sino también en los actos públicos en los que los formalismos se imponen con más frecuencia. Recuerdo un diálogo en un acto colectivo, celebrado en una parroquia y en el que habría más de cien personas, en el que, cada vez que uno iniciaba una pregunta hablándole de "usted", al instante lo cortaba en seco exigiendo el uso del "tu". Esto y las frecuentes manifestaciones de que le gustaba el fútbol, de que iba a ver por la tarde un partido televisado, etc., configuraban un aspecto de su personalidad que se podría tal vez tachar de "populismo", pero que en él resultaba muy sincero y que, con el paso de los años, ha quedado como clara manifestación de su deseo espontaneo de sentirse popular y cercano a la gente. De hecho, creo que es el único obispo al que le he habla de tu con total naturalidad.
Aunque era muy hablador, y hasta incluso en ocasiones un tanto "voceras", era un hombre también claramente profundo. Todavía recuerdo, después de tantos años, la profundidad, sinceridad y hondura, con las que le oí hablar un día de la fe en Jesucristo, del papel que debe llenar Jesucristo en la vida de un cristiano o de un sacerdote. De él se podía afirmar que, al hablar en público, no decía tonterías, que siempre comunicaba algo de interés y bien pensado.
Era un hombre muy bien preparado, con una formación muy solida. Había empezado la carrera de Ingeniero de Caminos, cuando se inclinó hacía el sacerdocio. Dentro del itinerario clerical, era Bachiller en Filosofía por la Universidad de Salamanca, Licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y Licenciado en Sociología por la Universidad de Lovaina. Era buen lector, pues, aunque también en su populismo entraba el pavonearse de leer mucho, de hecho se veían muchos, recientes y usados libros, al ir a su despacho.
Había ocupado puestos importantes, antes y después de ser obispo. Recuerdo que, antes de ser destinado a Canarias, le hice una entrevista periodística siendo yo todavía estudiante en Granada, en la que que, como Secretario General de Caritas y como Secretario Nacional del Clero, me hizo planteamientos que aún recuerdo como interesantes: "Caritas no es sólo para el pordiosero, sino para el necesitado, un concepto mucho más amplio, que cubre el desarrollo integral de la persona"; "los problemas del clero -expuso varios y muy diversos- no son conocidos por la sociedad", etc.
La última vez que vi a don Ramón Echarren fue hace un par de años, en una visita mía a Canarias ya desde la península, estaba él ya jubilado y se encontraba sentado en uno de los bancos de la Plaza de Santa Ana de Las Palmas, me impresionó que calzado con una babuchas y acompañado por las personas que le han acompañado hasta su muerte. Hacía años que no nos veíamos, pero como siempre estuvo muy efusivo y tuve la impresión de que incluso me había reconocido personalmente... Lo recuerdo ahora y espero que, ya desde arriba, junto a Dios, también me reconozca y se ría con su espontaneidad de siempre por la cosas que ingenuamente he dicho de él...
Ha muerto en Las Palmas, de donde fue obispo titular durante 27 años y donde permaneció 9 años más como simple obispo emérito. Ya en esto nos dio una sorpresa a muchos, porque pensamos que al jubilarse se iría a vivir a su Navarra natal o al Madrid donde vivió tantos y tan importantes años, y se quedó en la tierra que había adoptado como suya, en Canarias y en Las Palmas.
Recuerdo de él, al primer golpe, su empeño a rajatablas de que todos le llamasen de "tu". No es sólo en la conversación personal en la que insistía en ello, sino también en los actos públicos en los que los formalismos se imponen con más frecuencia. Recuerdo un diálogo en un acto colectivo, celebrado en una parroquia y en el que habría más de cien personas, en el que, cada vez que uno iniciaba una pregunta hablándole de "usted", al instante lo cortaba en seco exigiendo el uso del "tu". Esto y las frecuentes manifestaciones de que le gustaba el fútbol, de que iba a ver por la tarde un partido televisado, etc., configuraban un aspecto de su personalidad que se podría tal vez tachar de "populismo", pero que en él resultaba muy sincero y que, con el paso de los años, ha quedado como clara manifestación de su deseo espontaneo de sentirse popular y cercano a la gente. De hecho, creo que es el único obispo al que le he habla de tu con total naturalidad.
Aunque era muy hablador, y hasta incluso en ocasiones un tanto "voceras", era un hombre también claramente profundo. Todavía recuerdo, después de tantos años, la profundidad, sinceridad y hondura, con las que le oí hablar un día de la fe en Jesucristo, del papel que debe llenar Jesucristo en la vida de un cristiano o de un sacerdote. De él se podía afirmar que, al hablar en público, no decía tonterías, que siempre comunicaba algo de interés y bien pensado.
Era un hombre muy bien preparado, con una formación muy solida. Había empezado la carrera de Ingeniero de Caminos, cuando se inclinó hacía el sacerdocio. Dentro del itinerario clerical, era Bachiller en Filosofía por la Universidad de Salamanca, Licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y Licenciado en Sociología por la Universidad de Lovaina. Era buen lector, pues, aunque también en su populismo entraba el pavonearse de leer mucho, de hecho se veían muchos, recientes y usados libros, al ir a su despacho.
Había ocupado puestos importantes, antes y después de ser obispo. Recuerdo que, antes de ser destinado a Canarias, le hice una entrevista periodística siendo yo todavía estudiante en Granada, en la que que, como Secretario General de Caritas y como Secretario Nacional del Clero, me hizo planteamientos que aún recuerdo como interesantes: "Caritas no es sólo para el pordiosero, sino para el necesitado, un concepto mucho más amplio, que cubre el desarrollo integral de la persona"; "los problemas del clero -expuso varios y muy diversos- no son conocidos por la sociedad", etc.
La última vez que vi a don Ramón Echarren fue hace un par de años, en una visita mía a Canarias ya desde la península, estaba él ya jubilado y se encontraba sentado en uno de los bancos de la Plaza de Santa Ana de Las Palmas, me impresionó que calzado con una babuchas y acompañado por las personas que le han acompañado hasta su muerte. Hacía años que no nos veíamos, pero como siempre estuvo muy efusivo y tuve la impresión de que incluso me había reconocido personalmente... Lo recuerdo ahora y espero que, ya desde arriba, junto a Dios, también me reconozca y se ría con su espontaneidad de siempre por la cosas que ingenuamente he dicho de él...