Herodes y el extraño trío

Un trío de indocumentados y con agravante de nocturnidad

En una de las fotos de la inauguración de Notre Dame veo a Elon Musk con su cara de torta cruda mirando las bóvedas y quizá planeando comprar la catedral,  desmontarla y llevársela a Marte. No es el primer personaje cuya presencia resulta incongruente en un determinado contexto, provocando sobresaltos por su absoluta inoportunidad. 

Salvando las distancias, la aparición de los magos de oriente en Jerusalén,  sin papeles, sin cita previa, desorientados y con agravantes de nocturnidad , debió resultar también altamente intempestiva:   “-¿Qué hacen aquí este trío de indocumentados metiendo las narices donde nadie les llama?”,  debió preguntarse Herodes. “Tienen barba y canas, así que menas no son;  habrán venido con alguna de esas ONGs  patrocinadas por las mafias que traen a toda esa gentuza extranjera  a delinquir, violar y atemorizar a la población. No me malinterpreten: aquí disfrutamos de mucha libertad y tanto futbolistas de élite como turistas serán siempre bien recibidos. Pero a los otros se les acabó la fiesta del efecto llamada y los voy a poner de patitas en la frontera con sus turbantes, sus camellos y sus pajes. El oro nos lo quedamos, que bastantes gastos han generado ya y voy a pedir a la fiscalía que les haga un volcado de cofres antes de irse, no sea que filtren algún mensaje comprometido y tengamos un disgusto.”

El que está sentado en los cielos sonríe. Un arcángel le lee en alto las palabras de Francisco:  “Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar.  Es Él quien llama a nuestra puerta como forastero”. Y añade estas informaciones: “Efectos positivos de la inmigración: riqueza cultural, rejuvenecimiento de la población, incremento de la tasa de fecundidad, aumento de los contribuyentes a la Seguridad Social”.

El trío de intrusosmientras tanto, a lo suyo: encontrar al Niño y vaciar ante él sus tesoros. Con el Altísimo de su parte y muchos simpatizantes, disfrazados de ángeles, creando redes de apoyo para facilitarles el camino.

La Epifanía no ha hecho más que empezar.

 (Vida Nueva,  Enero 2025)

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