No dejemos de lado la esperanza

| Ana Bou
Cada vez con más anticipación vemos las calles de las grandes ciudades llenas de luces, gente corriendo de un lugar a otro, imposible de transitar, con bolsas llenas de regalos impulsados e incitados por una publicidad constante…
Esto que os estoy compartiendo lo veía yo mientras caminaba por una de esas calles céntricas; pero, en medio de todo esto, hubo algo que me llamó la atención en una escalera apartada. En ella estaba un señor sentado en un cartón acompañado de su mascota, bebiéndose un vaso de batido y un dulce. Se encontraba envuelto en una manta devorando su pequeño gran menú del día. La gente caminaba y le rodeaba sin apenas verlo, o por lo menos eso intentaban. Él guardaba silencio, no pedía nada, solo estaba… En ese momento me pregunté: ¿por qué estará ahí, cuál habrá sido su trayectoria de vida? Nunca lo sabré… pero me llamó la atención porque no “encajaba” en este ambiente ya prenavideño. Eso me hizo pensar que Jesús tampoco “encajaba” en todo esto que la sociedad de consumo hemos montado y que, al igual que este señor, tampoco era bien visto y también se encontraba en una esquina que Él sí había elegido; porque con su venida al mundo nos enseñó por dónde caminar para que seamos nosotros los portadores de ese rayo de esperanza para todos aquellos que no “encajan” en esta sociedad.
El Adviento es ese tiempo de espera y de pensar que NADIE tendría que vivir en esas condiciones, porque todos estamos invitados a comer de la misma mesa.
Éste es sólo un ejemplo de tantos como podemos ver a lo largo del día si somos capaces de ver con la mirada del corazón. Podemos seguir poniendo nuestra mirada y atención en las luces o la música; pero nuestra esperanza es saber que siempre habrá alguien que pone su mirada allá donde nosotros no sabemos o no llegamos y que nos invita a levantar la nuestra hacia esas personas que seguimos viendo al borde del camino…