Vivimos siendo conscientes de que la vida es breve y tenemos que saber aprovecharla al máximo.
Hay personas que han sabido escribir muchas páginas en el libro de la vida, de su vida. Unas han sido tristes, otras alegres, pero siempre intentando dar lo mejor de sí mismos.
Cuando se marchan es cuando nos queda ese libro preparado para llevar a imprenta con una huella o sello impreso único. Pero si hay algo impreso es porque han sabido vivir, vivir en plenitud, contagiando y dando lo mejor de sí mismos.
No podemos perderla pensando en lo que podía haber hecho o sido, o como hice o seré, porque con lo único que contamos es con el presente, el ahora.
Por lo tanto, hay que poner la vida y el alma en cada segundo, abrazarla y vivir con los brazos abiertos, dando lo mejor de cada uno,especialmente esos dones que nos han sido regalados para que los compartamos con los demás y siempre estando preparados para cuando llegue la hora de partir. Hasta entonces, no dejemos de caminar, porque aún hoy nos queda una “penúltima” página en blanco por rellenar, la más especial y sincera: la de nuestra existencia.
¡Cuantas personas han sabido escribir el libro de su vida día tras día dejándonoslo como herencia única ¡ y de pronto, sin más, partieron, sin esperarlo, sin pensarlo, pero nos dejaron la semilla, “su” semilla. A partir de ahí seremos nosotros los encargados de que siga dando el mismo fruto y germen como en su momento.