Un santo para cada día: 14 de octubre S. Calixto. (Un esclavo que llegó a ser un gran papa)
La esclavitud en la Roma antigua no solo estaba permitida, sino que estaba institucionalizada, más aún en ella descansaba, al menos en parte, el modelo económico social, montado sobre la base de una desigual relación entre señor y siervo, siendo éste uno más de entre los objetos de su posesión, por lo tanto podía ser vendido, comprado, cedido, incluso hubo tiempos en que podía ser castigado por su dueño con la pena de muerte. Cualquiera podía permitirse el lujo de tener esclavos en su casa, ello pasó a representar un símbolo de poder económico y social. Los esclavos fundamentalmente se nutrían de las guerras y formaban parte del botín que se cobraban los vencedores y lo mismo que había esclavos griegos o egipcios, podía haberlos también romanos, todo dependía de quien fuera el vencedor. Lo más extraño de todo, es que con esta costumbre salvaje e inhumana estuvo conviviendo el cristianismo en la antigua Roma, sin oponerse frontalmente a ella, lo más que hizo fue suavizar las condiciones de trato y por supuesto, otorgarle la categoría de poderse llamar hijo de Dios como cualquier ser humano, lo que suponía no solo tener la posibilidad de ser admitido a recibir los sacramentos, sino también las órdenes sagradas, incluso podía llegar a ser papa como fue el caso de Calixto.
Las fuentes biográficas de que disponemos para rastrear la vida de este personaje excepcional proceden de los Philosophoumena de S. Hilario, un enemigo declarado de Calixto, por cuya razón hay que tomar con toda cautela los datos que se nos ofrecen. Sabemos que era de origen griego, nacido a finales del siglo II y que el dueño al que perteneció era un cristiano como él, que se llamaba Carpóforo, quien consciente de su valía le confió una cantidad importante de dinero para que la administrara, acabando perdiéndola en una desafortunada gestión bancaria. Esto supuso unas funestas consecuencias para el esclavo, que vio como se le desterraba a trabajar a las minas de Cerdeña, pero al final había de tener suerte, porque Marcia, una pro-cristiana, concubina del emperador Cómodo, pudo interceder por él sacándole de ese infierno.
Una vez liberado anduvo vagando por Andium y viviendo de la caridad, que el papa Victor I y algunas familias cristianas le dispensaban y así pasó algunos años hasta que fue llamado a Roma por el papa Ceferino, que consciente de sus excepcionales dotes, le nombró secretario personal suyo, encomendándole la organización del cementerio cristiano en la Vía Apia, que después habría de conocerse como las catacumbas de S. Calixto. A la muerte del Papa fue elegido su sucesor en la cátedra de Pedro, a lo que se opuso Hipólito como contrincante suyo y al que perseguiría como si fuera su sombra, llegando a acusarle de herético y corrupto; gracias que al final de su vida pudo lavar sus deslealtades con el Papa sufriendo un martirio heroico, por lo que alcanzó la santidad.
Siendo papa tuvo que enfrentarse al montanismo rigorista, que contaba con el respaldo de Tertuliano e Hipolito, según los cuales había ciertos pecados, como la apostasía, adulterio y homicidio, que la Iglesia no tenía la capacidad de perdonar. Pero Calixto supo mantenerse firme en su postura prudente y mesurada, frente al puritanismo rigorista intemperante e inmisericorde de aquellos que despectivamente le apodaban el equilibrista. Algo parecido sucedió con los sabelianistas, que metidos en interpretaciones del dogma trinitario, mantenían la tesis de una unidad radical en la esencia divina, sin dejar espacios para distinción de personas.
Durante los cinco años que Calixto estuvo al frente de la Iglesia lo hizo con tacto, humildad y prudencia, pudiéndose decir que en su pontificado se impuso la cordura, dejando las cosas en el lugar que convenía, siendo coronada su obra por el martirio, seguramente no proveniente de las instituciones oficiales, sino originado por algún grupo de fanáticos, que le asesinaron en su domicilio particular en el Trastévere.
Reflexión desde el contexto actual:
Desde nuestra mentalidad actual, la esclavitud aparece ante nuestros ojos como signo de barbarie injustificable, desde cualquier punto de vista; es por ello que el cristianismo ha tenido que soportar las más severas críticas al no oponerse abiertamente a él en su momento y prohibirlo, pienso no obstante que en su descarga puede aducirse el hecho de que en la Iglesia nunca hubo acepción de personas y un esclavo liberto como Calixto pudiera alcanzar la máxima dignidad de papa para regir los destinos de la Iglesia. Todo esto fue posible porque existía el convencimiento que ante Dios todos somos iguales.