Un santo para cada día: 25 de agosto S. José de Calasanz (Fundador de los escolapios, pedagogo amoroso)
José de Calasanz fallece con más de 90 años, un 25 de agosto del año 1648. El 31 de agosto de 1948. Pío XII lo proclamó patrono universal de las escuelas cristianas del mundo. La Iglesia lo sigue considerando el santo patrón de los educadores y maestros, junto con San Juan Bautista de la Salle y San Juan Bosco
| Francisca Abad Martín
Pedagogo y legislador de pedagogos, que manejó a los niños, incluso a los más difíciles, con “mano de santo”. Fundador de la primera escuela cristiana popular de Europa. Nace en la villa aragonesa de Peralta de la Sal el 11 de septiembre de 1557. Era hijo de Pedro Calasanz, alcalde del pueblo y de María Gastón, madre ejemplar, que educó cristianamente a todos sus 7 hijos (5 chicas y 2 chicos). José era el benjamín y por él sintió su madre una predilección especial, inculcándole una tierna devoción a la Santísima Virgen.
Con 11 años dejó su pueblo y se fue a estudiar a Estadilla (a 20 Km.). Cursa humanidades con los Padres Trinitarios. Era estudioso, responsable, generoso y dotado de una simpatía personal, que le granjeó buenos amigos. A los 14 años ya tiene claro que quiere ser sacerdote y va a Lérida a estudiar filosofía. En Valencia y Alcalá de Henares cursa los estudios de teología. Su padre no estaba muy de acuerdo en que fuera sacerdote, pues al morir su hermano mayor, a él como varón le correspondía el mayorazgo sobre sus hermanas, pero José tenía muy claro el camino que había escogido. Es ordenado sacerdote en 1583, a los 25 años, por el obispo de Urgel y después va a Roma, donde trabaja como preceptor en casa de la familia Colonna.
A los 6 años de estar en la Ciudad Eterna, el río Tíber se desbordó, provocando una gran catástrofe en la ciudad con miles de muertos y damnificados. Calasanz trabajó infatigablemente ayudando a centenares de familias que lo habían perdido todo. Se integra después en una Cofradía para ayudar a los enfermos y al recorrer los barrios más afectados ve la cantidad de niños que no pueden ir a la escuela por falta de medios económicos. Era una época en que la educación tenía por destinatarios casi exclusivamente a los hijos de las familias adineradas.
Propone entonces la idea de crear escuelas gratuitas, para que la educación pudiera estar al alcance de todos, pero ni las autoridades civiles, ni las eclesiásticas, ni la gente rica se muestran favorables a tal proyecto. Entonces decide lanzarse solo a la aventura. Pide que le dejen una vieja sacristía en la parroquia de santa Dorotea del Trastévere, en uno de los barrios más pobres de Roma y allí, en 1597, comienza su primera escuela gratuita, a la que da el nombre de “Escuela Pía”. Del escaso dinero que tiene ahorrado saca para ir comprando el material escolar y con la ayuda de otros profesores jóvenes, que se solidarizan con su idea, sigue adelante. A los niños abandonados, a los niños agresivos y rebeldes, a los que se les había herido y robado su infancia, se les abría un lugar para la esperanza que tenía detrás a un protector con corazón de padre que no les iba a abandonar nunca, como el mismo diría: “En Roma he encontrado la manera definitiva de servir a Dios, haciendo el bien a los niños pobres, y no los dejaré por nada del mundo”.
Esa concepción pedagógica de clases masivas y gratuitas chocaba con la idea que se tenía en esa época, donde la enseñanza estaba reservada a grupos minoritarios y ricos. A partir de ahora comenzaría a funcionar el grupo escolar popular. Esta preocupación generalizada de la enseñanza extendida a todas las clases sociales, comenzó después a prender en los gobiernos hasta el día de hoy, en que éstos a través de los ministerios de educación son conscientes de esta realidad, pero bien podríamos decir que lo que ahora se ve como normal tuvo su origen en la genial intuición del calasancio.
El maestro de los niños pobres deja después el arrabal y se introduce en el corazón de Roma y cambiando varias veces de local, se establece por fin en San Pantaleón. En el año 1617 surgía una nueva Congregación de sacerdotes, los Escolapios, de la que él era su fundador. Como es lógico hubo persecuciones y humillaciones, llegando casi a la extinción de su orden, pero al final llegaron a triunfar con la ayuda de Dios y hoy están repartidos por todo el mundo.
José de Calasanz fallece con más de 90 años, un 25 de agosto del año 1648. El 31 de agosto de 1948. Pío XII lo proclamó patrono universal de las escuelas cristianas del mundo. La Iglesia lo sigue considerando el santo patrón de los educadores y maestros, junto con San Juan Bautista de la Salle y San Juan Bosco.
Reflexión desde el contexto actual:
Con visión certera, José de Calasanz llegó a comprender que la educación es la base y el fundamento de una sociedad. La educación para él es la que promueve no solo los valores culturales y económicos, sino también y fundamentalmente los valores humanos y trascendentes, que mejoran la convivencia entre todos. La educación ha de ser algo más que una mera instrucción y ha de estar orientada fundamentalmente a la formación integral de la persona, realizándose de forma personalizada; con semejante concepción de la enseñanza se estaban sentando las bases de la pedagogía moderna. Es por esto que a Calasanz le cabe el honor de haber introducido una verdadera revolución en el mundo de la educación