Un santo para cada día: 20 de octubre San Cornelio Centurión. (Un gentil que cambió el rumbo del primitivo cristianismo)
En los Hechos de los Apóstoles encontramos un pasaje que va a ser trascendental en el trascurrir de la marcha de la Iglesia; en este libro sagrado se nos habla de un centurión romano llamado Cornelio que entra en relación con Pedro, lo que va a dar motivo para que el primitivo cristianismo se vaya distanciando de las prácticas judaizantes, circuncisión, alimentos impuros etc. y comience a verse como una religión abierta a todos los hombres. Situación que nos hace recordar el incidente de Antioquía en el que Pablo reprende a Pedro.
Este oficial romano vivía en Cesarea desempeñando el puesto de Centurión militar, perteneciente a la legión denominada “la italiana”, compuesta por voluntarios italianos, que se distinguían por su lealtad a Roma. Cesarea, a orillas del Mediterráneo, era por aquellos tiempos una ciudad romanizada, en la que se encontraba el cuartel general del gobernador romano de Judea. Este centurión romano se llamaba Cornelio y era tenido por un hombre bueno, piadoso y temeroso de Dios, que hacía limosnas y no olvidaba la oración, aun con todo, dada su lealtad a Roma, no era bien visto por los judíos. Aunque simpatizante con la fe de los judíos, personalmente no se había convertido al judaísmo, ni practicaba su estilo y forma de vida, era considerado simplemente como un gentil temeroso de Dios, sin formar parte de la cultura judaica.
Según se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cap.10), Dios le envió un ángel que a la hora novena entró donde él estaba y le dijo: “Tus oraciones y tus limosnas han sido recibidas delante de Dios, que se ha acordado de ti. Ahora envía hombres a Jope a llamar a Simón apellidado Pedro; él vive con un tal Simón curtidor, cuya casa está junto al mar”. La distancia que separa a Cesarea de Jope son 48 Kilómetros y seguramente Cornelio no sabía ni siquiera que existiera tal persona, pero él siempre estaba presto a cumplir la voluntad de Dios, por eso, cuando se fue el ángel, lo primero que hizo Cornelio fue llamar a dos de sus criados y a un soldado piadoso, de los que le asistían, sin duda temerosos también del Dios de Israel y les explicó lo que acababa de suceder, con el encargo urgente de que emprendieran viaje a Jope. Los Hechos de los Apóstoles continúan relatando que, mientras la comitiva hacía el camino hacia esta ciudad, Pedro estando orando en la azotea (una especie de patio) hacia la hora sexta, lugar y hora apropiados para estos menesteres, tuvo una visión en la que pudo contemplar un cielo abierto del que descendía un lienzo que llegaba hasta la tierra en el que había toda clase de cuadrúpedos, reptiles y aves, al tiempo que una voz le decía: “levántate , Pedro , mata y come”, a lo que Pedro que seguía siendo el Pedro tozudo de los tiempos de Jesús, se negó diciendo que él jamás comería alimentos impuros; la voz siguió hablándole para decir: “ Lo que Dios ha purificado no lo llames impuro”. En esto llegaron los enviados de Cornelio, que le dijeron que su jefe había recibido un anuncio del cielo para que le visitase y le hablase. Al día siguiente Pedro, aunque, como judío que era no le gustaba relacionarse con gentiles, no tuvo otro remedio que obedecer la orden que venía de lo alto, poniéndose en camino, acompañado de alguno de los suyos.
Cuando Pedro llegó a Cesarea, encontró a Cornelio acompañado de su familia y muchos de los suyos que estaban esperándole en su casa. Pedro se dirigió a ellos para decirles: “Vosotros sabéis que está prohibido a un judío unirse a un extranjero y entrar en su casa, pero Dios me enseñó a no llamar profano e impuro a ningún hombre”. El Apóstol había comprendido que tenía que cambiar su actitud referente al trato con los gentiles. Cornelio le explicó todo lo sucedido. Mientras estaban hablando, el Espíritu Santo descendió, derramándose sobre todos los que estaban allí y Pedro solo pudo decir: “¿Puede alguien negar el agua del bautismo a estos que recibieron el Espíritu Santo como nosotros? Y ordenó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo”. Quedaba claro que Dios no tiene acepción de personas y para Él lo que cuenta es lo que hay en el corazón de las mismas. Es Señor de todos sin exclusión alguna ¿Quién podía pensar que el Espíritu Santo descendería sobre los gentiles igual que sobre los judíos? Ésta fue la prueba manifiesta de que Dios amaba a los gentiles igual que a los judíos. Cornelio sin duda era un buen hombre, solo le faltaba el encuentro con Jesucristo y este se produjo a través de Pedro.
Reflexión desde el contexto actual:
Es momento también de que los cristianos de hoy hagamos examen de conciencia por si nosotros igualmente, pecamos de puritanismos y exclusivismos, acaparando para nosotros solos la Redención de Cristo. El hecho es que Jesucristo murió por todos los hombres, todos fuimos redimidos con su sangre y en este sentido bien pudiera hablarse de una Iglesia aún más universal, que es ni más ni menos que toda la Humanidad. Cabe hablar por tanto de un ecumenismo cósmico, alejado de todo sentimiento presuntuoso.