Un santo para cada día: 19 de mayo San Francisco de Coll: fundador de las dominicas de la Anunciata
Sus sermones se oirán en toda Cataluña con gran afluencia de público y palpable éxito, hasta el punto que Antonio Maria Claret llegó a decir: “Cuando ha predicado el P. Coll en una población , ya no nos queda nada que espigar a los demás”
La Congregación de la Anunciata nace bajo el lema dominicano de “ Contemplata aliis tradere”,es decir hacer partícipes a los demás de los frutos de la contemplación, tal y como Sto. Domingo de Guzmán había enseñado. Se trata de vivir en comunidad la alegría de Jesucristo, sometiéndose voluntariamente al suave yugo de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Juntas rezarán y estudiaran, juntas vivirán el ideal evangélico y tratarán de llevar a feliz término su apostólica misión, que no es otra que expandir el mensaje de vida y esperanza a los sectores más necesitados de la sociedad, sobre todo entre la juventud femenina. La idea surgió del dominico padre Coll, que conocía bien los ambientes donde se movían; las muchachas pobres, en unos tiempos difíciles de escasez y hambre en una Cataluña dominada por los franceses. Hacían falta obreros para esparcir la semilla por pueblos perdidos, barrios abandonados y para ello reclutó un grupo de jóvenes preparadas y en torno a él fue creándose la Congregación de las Hermana Dominicas de la Anunciación, donde se prepararían estas futuras misioneras. La Congregación fue aprobada el 15 de agosto de 1856 y pronto se extendería por toda España.
El padre Coll fue un dominico que había nacido en el pueblecito de Gombrén (Gerona) el 18 de Mayo del año 1812, siendo bautizado con el nombre de Francisco José. El menor de once hermanos pertenecientes a una familia sencilla. Su padre Francisco se dedicaba a cardar lana y moriría pronto, por lo que su madre tuvo que hacerse cargo de la familia, tanto por lo que respecta a lo material como a lo espiritual. Desde su infancia dio muestras de ser una persona de carácter inquieto y activo. Como a todos los niños le gustaba jugar, copiando lo que hacían los mayores y al igual que a unos niños les gusta imitar a los bomberos a él le gustaba hacer de predicador y por lo que parece no se le daba mal, pues atraía el interés de quienes le escuchaban, cosa que no todos consiguen.
Muy pronto inicia sus estudios en el Seminario de Vic, ganándose el pan ejerciendo como instructor en una casa de campesinos. Cumplidos los 18 años y siguiendo la llamada interior, ingresa en el convento dominico de Gerona, donde profesa en 1831, pero tardaría en ser ordenado sacerdote, debido a la exclaustración de las órdenes religiosas, aun así y sorteando todos los obstáculos logra que se le administre el presbiterado en Solsona el 28 de mayo de 1836, con la autorización de sus superiores. A partir de este momento el joven sacerdote se convierte durante más de treinta años en un apóstol de la palabra, dando muestras sobradas que era hijo espiritual de Domingo de Guzmán y miembro eminente de la Orden de Predicadores. Sus sermones se oirán en toda Cataluña con gran afluencia de público y palpable éxito, hasta el punto que Antonio Maria Claret llegó a decir: “ Cuando ha predicado el P. Coll en una población , ya no nos queda nada que espigar a los demás”. La mies esparcida era tanta que Coll no podía dar a basto por eso le gustaba trabajar en equipo con otros misioneros, por eso también se decidió a fundar la Congregación de la que hablábamos al principio. Animadas por el espíritu que él supo trasmitir a sus hijas, hoy esta Congregación cuenta con más de mil religiosas desparramadas por Europa, América, África y Asia.
Cuando ya tenía las manos llenas de frutos sazonados, en el año 1869, le sobrevino una dolorosa enfermedad que le dejó ciego, con sus facultades mentales perturbadas, viniendo a morir seis años después el 2 de Abril de 1979 en Vic (Barcelona). En esta misma localidad, dentro de la casa madre de la Congregación que él fundara, reposan y son venerados sus restos.
Reflexión desde el contexto actual
El motivo que lleva al P. Francisco Coll a fundar la Anunciata es la ignorancia de la doctrina cristiana en grandes sectores de la población, sobre todo los más desfavorecidos y pensamos que eso estuvo bien para aquellos tiempos; pero en estos tiempos de la super-civilización, donde lo que sobra es información una congregación misionera como ésta no tiene sentido. Nos equivocamos al pensar así porque estamos viviendo la paradoja de que en medio de la sociedad más instruida de todos los tiempos, nunca hubo tanto analfabetismo religioso.