Un santo para cada día: 28 de mayo San Germán de París: apóstol y amigo de los pobres
s recordado también por convertir al rey franco Childeberto I y prohibir los excesos que se llevaban a cabo en la mayoría de las celebraciones cristianas de la época
Uno de los clubs más importantes de futbol lleva su nombre: “París San Germain” y ya se sabe de la trascendencia que tiene en nuestra sociedad el deporte rey
| Francisca Abad
Siempre se recordará a San Germán, obispo de París, como el apóstol y amigo de los pobres. Fue una de las glorias de Francia en el siglo VI. Restableció el culto y reorganizó las ceremonias litúrgicas, llenas de excesos y desviaciones. Los franceses le veneran como Patrón de la gran ciudad de París.
Nació en Autún, en la Borgoña, en el último tercio del siglo V. Sus padres, Eleuterio y Eusebia, no querían ese hijo que estuvo a punto de morir por un intento de aborto. Fue abandonado después y le recogió una tía, pero un primo suyo que estudiaba con él casi le envenena por celos. Por fin, el obispo Agripín de Autún l ordena sacerdote, al que después habría de ser su suceso. El obispo Sinforiano, le nombra abad del monasterio que llevaría su nombre. Era tal el cariño que sentía hacia los necesitados, que los frailes, temiendo que les diera hasta su propia comida, le cerraban los arcones y la despensa, pues un día llegó a repartir entre los pobres las raciones de pan que tenían para comer los frailes. Ese día hubo muchas protestas y fray Germán debió rezarle mucho a Dios, porque al día siguiente se presentaron en el convento dos carros llenos de panes y de comida para los frailes. Entre los muchos milagros que se cuentan de él, dicen que un día apagó con una rociada de agua bendita, un incendio en el pajar que amenazaba con arruinar al monasterio.
Estando en París en el año 555, quedó vacante la silla episcopal de París, por la muerte del obispo Eusebio y ante la aclamación unánime del pueblo fue elegido él, de modo que Childeberto pidió que consagraran a Germán. Siendo ya obispo, asistió en el 557 y 573 al tercer y cuarto Concilio de París y en el 556 al segundo de Tours.
Es recordado también por convertir al rey franco Childeberto I y prohibir los excesos que se llevaban a cabo en la mayoría de las celebraciones cristianas de la época. También se dice que curó al rey, cuando estuvo enfermo de gravedad en el castillo de Celes, desahuciado por los médicos, solo con imponerle las manos y orar por él durante toda la noche. Luego el rey, en agradecimiento, donó su castillo de Celes para que allí hicieran una abadía. Pero no faltaron también los malos ratos, pues un obispo, celoso de las cosas buenas que se decían de Germán, levantó una calumnia contra él y logró que fuera encarcelado. Dicen que las puertas de la cárcel se le abrieron, como a San Pedro, pero él no se marchó hasta que el mismo obispo que le había acusado, arrepentido, fue a liberarlo y a pedirle perdón.
Como su vida fue larga, hubo en ella muchos acontecimientos, que no podemos reseñar en esta breve biografía. Murió a los 80 años, el 28 de mayo del 576 y fue enterrado en el monasterio de San Sinforoso, pero el abad Lanfrido mandó después que fuera trasladado a San Vicente, que hoy se conoce ya como ”San Germain des pres” (San Germán de los prados). En una urna de plata, que hicieron los orfebres de París en el año 1408, reposan sus restos.
Fue canonizado por el Papa Esteban II en el año 754.
Reflexiones desde el contexto actual
San Germán es universalmente famoso, no tanto por su santidad, cuanto porque uno de los clubs más importantes de futbol lleva su nombre: “París San Germain” y ya se sabe de la trascendencia que tiene en nuestra sociedad el deporte rey.