Un santo para cada día: 17 de abril San Roberto, abad (Impulsor de la vida monacal)
Cuando Roberto tenía 83 años, en 1111, Dios le avisó de que su partida de este mundo era inminente, falleciendo el 17 de abril de este mismo año. El Papa Honorio III le canonizó en 1222, siendo conocido en toda la Iglesia como Roberto de Molesmes
| Francisca Abad Martín
Nació probablemente en 1029, en Champagne (Francia). Sus padres se llamaban Teodorico y Ermegarda. Eran nobles, poseían muchos bienes y también eran muy caritativos con los pobres. El pequeño Roberto fue educado en los estudios y también en una sólida piedad. Se cuenta que cuando su madre estaba embarazada, soñó un día que la Virgen le entregaba un anillo y le decía que un día “ese anillo sería para su hijo, que llegaría a ser muy importante”.
A los 15 años ingresó en la abadía de Montier-la-Celle, situada cerca de Troyes, de la que un día llegaría a ser su abad. Diez años después, hacia 1068, es nombrado superior de Saint Miche de Tonnerre, que era un convento que se había relajado mucho por lo que se hacía preciso que alguien como él tratara de reformarle, pero no fue capaz de conseguirlo y regresó a Mintier-la- Celle.
Algunos eremitas que vivían en el bosque de Colan le piden que funde con ellos un nuevo monasterio, lo cual se lleva a efecto con la autorización del Papa Gregorio VII, siendo fundada la nueva abadía en Molesmes, el 20 de diciembre de 1075 y con Roberto, que tiene ya experiencia como abad empieza su andadura.
En los comienzos eran unas sencillas chozas hechas con ramas, alrededor de una capilla dedicada a la Santísima Trinidad, hasta que pudieron construir el monasterio. Inicialmente vivían pobremente, con el trabajo de sus manos, pero debido a las muchas donaciones que recibían, se enriquecieron y comenzó el relajamiento. Aquello no le gustaba a Roberto, e intentó alejarse de allí por dos veces, pero el Papa le obligaba a regresar.
Debido a las tensiones entre los que querían una vida más austera y los relajados, el 21 de marzo de 1090, Roberto y algunos seguidores fundaron un nuevo monasterio en Citeaux, que fue el origen de la Orden del Cister.
En 1100, los monjes de Molesmes apelaron al Papa para que volviera Roberto, pues estaban dispuestos a acatar todas sus normas de austeridad bajo la Regla de San Benito y así llegaría a convertirse en uno de los mayores centros de la Orden Benedictina. En Citeaux quedó como abad Alberico, llegando a ser, bajo su dirección, uno de los lugares más famosos de la nueva Orden Cisterciense y aún lo sería más en el Siglo XII con Bernardo de Claraval.
Cuando Roberto tenía 83 años, en 1111, Dios le avisó de que su partida de este mundo era inminente, falleciendo el 17 de abril de este mismo año. El Papa Honorio III le canonizó en 1222, siendo conocido en toda la Iglesia como Roberto de Molesmes.
Los orígenes de la reforma cisterciense están indefectiblemente ligados a Roberto, Alberico y Esteban Harding, inmortalizados en la obra de Columba Marmion “Tres monjes rebeldes”
Reflexiones desde el contexto actual:
Vidas como la de estos monjes son necesarias siempre para seguir enriqueciendo a la Iglesia desde la retaguardia y “espoleando” a las conciencias; pero lo son mucho más en unos tiempos como los nuestros en los que nos conformamos con una vida rutinaria y mediocre presidida por el bullicio y las prisas, sin otras pretensiones que no sean vivir el momento presente sin mayores pretensiones.