Un santo para cada día: 3 de enero Santa Genoveva (La heroína y patrona de Paris)
Nos encontramos en plena expansión del cristianismo, han desaparecido ya las persecuciones y poco a poco los resquicios de la religión pagana se van disolviendo o integrándose en la nueva religión. A Lutecia, lo que es el actual Paris, van llegando los vientos de renovación religiosa, en ella el rey Clodoveo construiría una iglesia en honor a S. Pedro y S. Pablo. Ya a partir del siglo IV, a Lutecia la vemos rodeada de murallas, en ella se había venido rindiendo culto a los dioses paganos: Júpiter, Apolo, Baco, Venus, Diana, pero sobre todo a Mercurio; así “Montmartre” nos retrotrae a Mons Mercurii . En el siglo V, que es cuando vive Genoveva, estas divinidades han ido quedando postergadas y lo que se recuerda es la memoria de los mártires y la vida ejemplar de los primeros cristianos. Lo que conocemos de esta singular persona se lo debemos a Gregorio de Tours, que escribió sobre ella unos veinte años después de haber dejado este mundo.
Nanterre, próximo a Paris, fue la tierra que vio nacer a Genoveva hacia el año 409. Por sus campos y praderas, a las orillas del Sena y en las estribaciones del monte Valerio, trascurriría la vida de esta pastorcilla de Nanterrre, cuidando los rebaños de sus padres: Severo de origen franco y Geroncia de origen griego, que según parece debieron ser personas en buena posición. Por este pueblecito habría de pasar un día Germán de Auxerre en su viaje a Bretaña para combatir a los herejes; fue entonces cuando se produjo el encuentro con la pequeña Genoveva que contaría no más de diez años. Algo debió ver en ella el misionero por lo que quedó impresionado y según cuentan, predijo que esta niña iba a ser una santa. A petición de la niña, el prelado le impuso las manos, porque quería consagrarse a Dios y le regaló una medalla para que la llevara al cuello, como recuerdo de esta promesa que ya nunca dejaría de cumplir a lo largo de su dilatada vida.
Pasó el tiempo y hacia los quince años Genoveva junto a dos compañeras se presentó al obispo de Paris dispuesta a consagrarse a Dios. A partir de este momento la vida de Genoveva va a estar presidida por la oración, la penitencia y la entrega a los demás. Muertos ya sus padres se fue a vivir a Paris con su madrina. Por motivos de caridad cristiana tuvo que viajar a diversas ciudades y soportar las críticas e intrigas de quienes querían destruirla, pero gracias a la intervención de Germán de Auxerre, ya de vuelta de su expedición misionera, pudo recuperar su buen nombre y seguir adelante.
Debido a sus muchas virtudes y los numerosos ejemplos de santidad, Genoveva se convirtió en un personaje conocido ya en su época, incluso Simón Estilita sentía admiración por ella. La patrona de Paris habría de ser especialmente recordada por haber salvado a la ciudad. Atila, “El azote de Dios” iba sembrando el terror allá por donde pasaba y un día le tocó a la Galia recibir la visita de tan indeseado huésped. Las gentes de Lutecia estaban aterrorizadas y buscaron algún tipo de protección en Genoveva que ya había adquirido un reconocimiento de persona virtuosa y santa entre sus conciudadanos. Ante esta situación extrema la tradición nos la presenta animando a los parisinos con estas palabras: “Gentes de Paris, amigos míos, hermanos míos, os engañan… Atila avanza, es cierto, pero no atacará vuestra ciudad. Os lo aseguro en nombre de Dios… Que los hombres huyan, si lo desean, si no son capaces de luchar más. Nosotras, las mujeres, rogaremos tanto a Dios, que Él atenderá nuestras súplicas”. La historia corrobora que estas palabras se cumplieron y por la razón que fuera, Atila pasó de largo, para dirigirse hacia Orleans y los parisinos se mostraron enormemente agradecidos a su paisana, pero iba a haber más.
Paris tuvo que soportar también el asedio de los francos que cortaron las provisiones y vigilaron todas las puertas de las murallas para que nadie pudiera entrar ni salir. Sus habitantes quedaron en una situación desesperada; fue entonces cuando Genoveva, armándose de valor, partió con varios hombres río arriba en busca de provisiones, regresando con los alimentos necesarios para aliviar la situación y salvar así muchas vidas, no pudo evitar a pesar de todo el final asalto de la ciudad, pero sí pudo conseguir por medio de su intercesión un trato benigno por parte de sus invasores. Como en el caso de Judit, Dios se sirvió de ella para salvar a su pueblo. Con el cariño y agradecimiento de los suyos moriría hacia el año 502, siendo enterrada en la iglesia de S. Pedro y S. Pablo construida por Cleodoveo. Ya muerta esta intrépida mujer la tradición habría de recocerla otros favores por lo que justamente es considerada patrona de Paris
Reflexión desde el contexto actual:
El caso de Genoveva es uno más que pone de manifiesto que la versión de la historia que hasta ahora se nos ha ofrecido es muy sesgada, puesto que los grandes héroes son casi siempre los varones y las grandes gestas a ellos se les atribuye pasando por alto o no dando la relevancia que merece lo realizado por las mujeres. Sin duda habrá que tomar nota y hacer una reconstrucción de la historia para conceder a las mujeres el protagonismo que por derecho propio les corresponde. Si los historiadores, en lugar de haber sido hombres hubieran sido mujeres, seguramente hoy tendríamos una versión distinta de la misma, incluido el ámbito religioso.