'Proyecto Cobijo' para la acogida a cubanos en España Una foto en la pared
"Cuando en un año se han marchado más de doscientos cincuenta mil habitantes de la Mayor de las Antillas, es casi imposible no preguntarnos ¿qué sucede en nuestra nación que no es capaz de producir expectativas de permanencia en su gente?"
"Tras la salida definitiva de sus hijos del país, hay una generación de entre cuarenta y cinco y sesenta y cinco años que de pronto ven su vida interpelada por la decisión de quedarse y esperar la 'mejoría' de la situación existencial o marcharse para empezar de nuevo junto a los suyos en otro contexto"
Julio Pernús corresponsal en República Dominicana
Mientras la abuela mira con detenimiento esa foto enmarcada en la pared, su mente viaja con cuidado reposo hacia los lugares donde viven sus nietos: Barcelona, Miami, Chile, Santo Domingo... Tras repasar cada rostro, una sonrisa se posa en su cara y no falta el agradecimiento a Dios por acompañar a la descendencia en su esfuerzo migratorio. La Cuba de hoy parece flotar desperdigada por cualquier lugar del hemisferio.
Será por aquello de la “maldita circunstancia del agua por todas partes”, descrita por Virgilio Piñera en su poemario La Isla en Peso, que el partir por tiempo indefinido nunca se ha visto de forma natural por los cubanos. Hoy, cuando en un año se han marchado más de doscientos cincuenta mil habitantes de la Mayor de las Antillas, es casi imposible no preguntarnos ¿qué sucede en nuestra nación que no es capaz de producir expectativas de permanencia en su gente?
La Iglesia en Cuba suele apostar por el acompañamiento del pueblo en todos sus contextos. Una pastoral de la migración, pese a no estar oficialmente instituida, se va institucionalizando en la práctica con pequeños espacios como el proyecto Cobijo, impulsado por el P. Vladimir de Camagüey, para dar una mano a los cubanos que lleguen a España. Esta maternidad eclesial suele reciprocarse en asociaciones de migrantes cubanos que, como los jóvenes de Miami vinculados a la Red Católica Juvenil, se unen para dar apoyo de algún tipo a los católicos de la Isla.
Ahora ¿qué hacemos nosotros?
En los últimos tiempos la pregunta: ¿qué hacemos nosotros ahora? ronda la cabeza de no pocos padres cubanos. Tras la salida definitiva de sus hijos del país, hay una generación de entre cuarenta y cinco y sesenta y cinco años que de pronto ven su vida interpelada por la decisión de quedarse y esperar la “mejoría” de la situación existencial o marcharse para empezar de nuevo junto a los suyos en otro contexto. Sea cual sea la decisión tomada, los jóvenes cubanos debemos de estarles agradecidos a esas madres y padres que en pleno periodo especial se atrevieron de forma valiente a la creación de una familia, y que ahora, sin las mismas fuerzas de treinta años atrás, siguen haciendo todo lo que está en sus manos para ver a los suyos salir adelante.
En alguna conversación sostenida entre un grupo de jóvenes y el P. Jorge Cela sj, él comentó que “para los cubanos es importante abrir bien los ojos para comprender la condición de inhumanidad en que vivimos, a causa del aplastamiento cotidiano que sufrimos de nuestra dignidad”. Si logramos interiorizar esa reflexión, se hace oportuno descubrir qué provoca esta situación de tristeza y rabia existencial, y desolidarizarse de esos elementos, sean personas, relaciones o estructuras. Pero, también optar por un estilo de vida que sea coherente con la Cuba esperanzadora que deseamos construir.
Mientras lees este artículo quizás se te ocurra mirar hacia la pared, o la mesita, para ver esa imagen donde están tus seres queridos felices. La vida, tan difícil de atrapar en un flash instantáneo, puede regalarnos unos segundos de alegría, al mirar un momento especial encerrado en una fotografía.
Pidamos a Dios porque toda la familia cubana pueda seguir construyendo recuerdos en el presente de su tierra, sin que su memoria dependa de una foto colgada en la pared.
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