Adviento: conversión, liberación integral, esperanza, y oración hacia el "nacimiento"..(Mateo 24,37-44).

Domingo Primero de Adviento. Año A. 27.11.2016.



Estamos dando inicio al tiempo litúrgico de Adviento. Es un tiempo rico para nuestra vida de cristianos; para nuestra vida personal y social; para nuestra vida interior y exterior.

Adviento es de liturgia, de vida y de "esperanza". Y no es una esperanza cualquiera: esperamos al que es la razón de nuestra existencia:

"Por quien vivimos, nos movemos, existimos y morimos".

Sí, el Señor está a la puerta nuestra; de nuestra puerta personal y social. Jesús quiere entrar y habitar en nosotros y en el mundo "todo y en todos"; en "todo el hombre y en todos los hombres"; esto significa, según Pablo VI en su Carta"Evangelización en el mundo contemporáneo", que:
"Nada de la experiencia humana es ajena a la Evangelización".
Por eso, esperamos a Jesús, en este Adviento 20016, y abrimos nuestra vida a Él, para que este año venga, nazca y tenga "un lugar en la posada"; y a través de nosotros, Jesús quiere nacer para el hombre y para el mundo "todo y en todos". Jesús quiere venir a salvar y no a condenar.

La misión evangelizadora encomendada por Jesús a sus discípulos, hombres y mujeres de Iglesia, debe ser de liberación integral, tanto del pecado personal como del pecado social. Es una Evangelización profética de "anuncio", de "denuncia" y de "convocación".
Por eso, el Adviento que predicamos tiene esas características. El Jesús que esperamos en este Adviento, preparándonos para su Nacimiento, viene a cada uno de nosotros para liberarnos y salvarnos del pecado personal y social; por eso este escrito pretende ser un llamado a la conversión del pecado y del pecado social, especialmente del que se vive en Chile.


Cada año es posible una Navidad personal y social. Es cierto que Jesús vino en un momento determinado de nuestra historia. Pero Jesús viene hoy y está viniendo siempre; por eso, en este tiempo de Adviendo, como preparación para la Navidad, resurge nuestra "esperanza"; y una esperanza en "Alguien", en una persona, la persona de Jesús, que nos trae nuestra liberación y salvación.
Siempre hay que estar "vigilantes", ocupados en las tareas del Reino.

"El Reino está en medio de vosotros";

Y "Jesús es el Reino".

El Reino está instaurado e inaugurado por Jesús. Tomemos conciencia, que nos corresponde a nosotros proseguir, haciendo nuestra, la construcción del Reino, aceptando a Cristo y su Evangelio, aquí y ahora, para que Cristo, a través de nuestro compromiso, le dé su plenitud cuando Él venga al fin de los tiempos; cuando Él quiera y no cuando se le ocurra a algunos, asustando y metiendo miedo, anunciando el acabo de mundo con presagios catastróficos.

Hay tres niveles en este tiempo de espera y de Adviento: "El Jesús que vino, que viene y que vendrá".
El Señor Jesús ha hecho explícito los tres niveles, y de estos tres niveles del Adviento debemos ocuparnos, en nuestra vida cristiana de hoy, que Cristo vino, viene y vendrá.
Pero, ahora, en estos tiempos nuestros, debemos insistir y preocuparnos, centrándonos en Jesús que está viniendo y naciendo en esta Navidad 2016. Sí, esperemos un Nacimiento hoy. Debemos querer y anhelar una Navidad verdadera para nuestros días, personales y sociales. Y si hablo de "Nacimiento" es porque me parece que lo que más le importa a Jesús de parte nuestra - y por eso viene - es que cada uno, que nuestra familia, nuestro barrio y nuestra sociedad, nuestro país, "todo y todos" lo reciban, y se tendrá un gran "Nacimiento".
Cristo ya nació en la historia, y ahora en esta historia de hoy, nos toca nacer a nosotros con y en Cristo. Sí, es urgente un "Nacimiento personal y social".
Hemos hablado que el Adviento es un tiempo de "esperanza"; nos da la promesa decisiva de nuestra liberación integral. Pero no debemos olvidar que nuestra "esperanza" significa un compromiso de "conversión", nunca acabada. El reino de justicia, paz y fraternidad que Jesús nos trae no se hará efectivo sin nuestra fidelidad y compromiso concreto a esos valores. La justicia, la paz y el amor fraterno no se darán sin una profunda "conversión". Y en este tiempo de "esperanza y conversión", Jesús nos habla de "vigilancia":

"Enderecen y levanten sus cabezas, pues habrá llegado el día de la liberación. "Estén alerta". "Por eso, estén vigilando y orando en todo tiempo". Lucas 21,28.34.36).

La "vigilancia" es importante en la Evangelización de Jesús; es una actitud nuestra necesaria para discernir en los signos de los tiempos, la la presencia de Jesús, a veces desconcertante, y a veces apenas percibida, en los sucesos de nuestra vida. Entonces, en Adviento, tengamos
esperanza, conversión, vigilancia y oración.

Debemos preocuparnos de un "Nacimiento" para Chile, especialmente para los "pobres"; pongo comillas ("), pues esa es la palabra:"pobres" y no vulnerables, como hoy entre nosotros se dice, para esconder y bajar el perfil a la problemática real y verdadera, que nos hace llamar "pobre a los pobres reales". Así lo ha expresado Lucas en las bienaventuranzas. Todos somos vulnerables, pero no todos somos pobres y pobres reales; los pobres reales, además, son muy vulnerables. Los pobres y su mundo sufren una constante discriminación, opresión y escandalosa injusticia, que clama al cielo:

"Desde el seno de los diversos países del continente está subiendo hasta el cielo un clamor cada vez más tumultuoso e impresionante. Es el grito de un pueblo que sufre y que demanda justicia, libertad, respeto a los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos". (Puebla 87).

Y continúa diciendo:

"La Conferencia de Medellín apuntaba la comprobación de este hecho: "Un sordo clamor brota de millones de hombres (y mujeres), pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte". (Medellín. Pobreza de la Iglesia, 2).

"El clamor pudo haber parecido sordo en ese entonces. Ahora es claro, creciente, impetuoso y, en ocasiones, amenazante". (Puebla 88 y 89).

Estas afirmaciones de los Obispos Latinoamericanos fueron hechas hace algunos años. Hoy, las reafirmamos nuevamente. Existe el "pecado social", hay 80% de pobres en el mundo por la globalización de un sistema económico inhumano y perverso, que se muestra produciendo un crecimiento y riqueza macro económico, pero haciendo un verdadero saqueo comprobado en la micro economía; la distribución de la riqueza y del crecimiento económico es mentirosa, haciendo un abismo escandaloso entre los pocos ricos y los millones de seres humanos pobres en el mundo; es el "capitalismo salvaje" que denunciamos como un objetivo pecado mortal; mata de a poco y lentamente a los seres humanos, produciendo otros graves problemas sobre la población humana. Este sistema económico duro, inhumano y cruel se aplica en Chile desde los Chicago Boys en dictadura, hasta hoy día. Y es la negación de la esencia misma de la democracia. No hay democracia en Chile, no sólo por institucionalidad ilegítima, sino también por este cruel sistema económico, impuesto en Chile por una política egoísta, antípoda de una política del bien común, expresión eximia de amor y justicia, que construye la paz, la libertad y un país de hermanos distintos pero iguales en dignidad.


Este clamor de los pobres es un permanente Adviento; es una expectante espera de un Adviento de amor, justicia, solidaridad y fraternidad. Y de un gran "nacimiento" para Jesús, en los hermanos pobres:

"Lo que hiciste o no hiciste con tu hermano pobre, lo hiciste o no lo hiciste conmigo". (Mateo 25).

Y por esto seremos juzgados por Dios.



En estos días en Chile, todo se torna en una espera más activa. Hay una mayoría ciudadana naciente que está manifestándose pacíficamente a una minoría que la tiene secuestrada; se ha organizado en distintos momentos y lugares de la vida de nuestro país, con unión, organización y movilización, exigiendo "esa liberación que no les llega de ninguna parte".


Yo tengo confianza y esperanza en esa ciudadanía naciente. Me he unido, desde mi perspectiva sacerdotal a ellos, esperando en un Adviento popular, que más temprano que tarde pueda llegar a ser un Gobierno del pueblo soberano.
Mientras tanto los empoderados ya se preparan para elecciones presidenciales.
Hace tiempo el pueblo está expresando, de alguna manera, su rechazo a clase política, que se ha unido, en la práctica, a esa minoría secuestradora y acumuladora de dinero y poder, herencia de la dictadura, que los privilegió con las privatizaciones y con una institucionalidad ilegítima que los protege hasta hoy. Molesta a la conciencia ciudadana que los políticos ya estén preocupados de elecciones ilegítimas, no tomando en cuenta las demandas de un pueblo que le está expresando en un 70% su rechazo no votando. Ha sido una demanda y un recado de un pueblo que está diciendo: ¡Basta!
No es una abstención de una mera protesta popular o fruto de un mero fatalismo. No, se trabaja y se busca un nuevo proyecto de país. Se quiere cambiar la institucionalidad ilegítima. Se quiere cambiar la Constitución y la perversa economía. Se quiere cambiar los destinos del país, cambiando a la clase política actual. No se quiere ser más títere de esta minoría de ricos y clase política.
Se están organizando y movilizando en aras de un Frente Amplio que recupere el país.

Mientras tanto, como un deber y derecho ciudadano, con un discernimiento ético y de conciencia, mirando y conociendo las políticas y proyectos de país de los mismos de siempre, seguiré acompañando a los pobres de mi patria,"no votando". No es un capricho; es un deber moral de conciencia. No seré cómplice del abuso y opresión a mi pueblo. No seré cómplice de una mentirosa "democracia" negociada por políticos, a espaldas del pueblo con dictadura. A esta altura de mi vida como ciudadano y sacerdote chileno no me hago proyectos personales a futuro y a largo plazo. Ya me pregunto:

"¿Cuándo iré a contemplar el rostro de mi Señor"?

Pero trabajo por las nuevas generaciones tanto de Chile como de mi Iglesia. Repito no es un no votar, lavándome las manos como Poncio Pilato. No, trabajo desde mi perspectiva de pastor de los pobres por un Chile fraterno de todos los chilenos, y por una Iglesia como la quiere Jesús.
Ya llegará el momento de un nuevo Chile, con un Gobierno representativo verdadero de los pobres y del pueblo chileno. También, vivo un Adviento, por una Iglesia de Jesús, pobre y de los pobres.


Adviento es un compromiso vigilante de todos, buscando la liberación integral. La esperanza de Adviento no es "espiritualista", ni de omisión y evasión enajenante ante el pecado social que sufren tantas familias y sectores pobres de Chile. Es la obligación nuestra de construir con eficacia y esperanza, en la historia real de los pobres, y de todos los chilenos, el Reino.

La esperanza es un don de la Navidad para los pobres, pero también debe hacerse con nuestro compromiso eficaz, atento y vigilante, prueba de nuestra conversión al mundo de los pobres. La esperanza debe ser testimoniada, dando signos concretos de liberación, en Cristo, de cada uno y de los chilenos, en especial de los pobres, predilectos de Cristo. Se trata de anunciar buenas nuevas para el pueblo, buenas nuevas de liberación; buenas nuevas de un "Nacimiento" para el perdón de los pecados y para la liberación de toda servidumbre humana. Tenemos que ser prueba fehaciente de esa liberación que Jesús nos trae:

"¿Eres tú el Mesías o debemos esperar a otro?".

Recordemos una respuesta de Jesús: no es ninguna clase de teología. Se trata de una respuesta de hechos concretos y reales de liberación:

"Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una buena nueva llega a los pobres". (Mateo 11, 4-6).

Y sin olvidar a la Virgen María, en su Adviento, y en su Mes de María, que le estamos celebrando en estos días; ella esperando a su Hijo, y anunciando las promesas del Mesías que ella engendraría, nos dice con respecto a Él:

"Derribará del trono a los poderosos y enaltecerá a los humildes. Colmará de bienes a los hambrientos y despedirá a los ricos con las manos vacías". (Magnificat).

Estas promesas y anuncios de María con respecto a su Hijo, el Mesías, es, entre otros textos bíblicos, una inspiración de nuestra Teología de la Liberación; de la verdadera y no de la caricatura que se hace de ella interesadamente, para después criticarla y condenarla, respondiendo a intereses mezquinos y egoístas. Hasta hoy, la Iglesia nunca la ha condenado. Al contrario, recordando a Juan Pablo II en Brasil, viendo él la situación de pobreza, recordando ciertas Instrucciones, especialmente aquella Universal sobre "Libertad Cristiana y Liberación",les dijo a Obispos de Brasil:

"Esta última dirigida a la Iglesia Universal, tiene en Brasil un innegable relieve pastoral".

Y después de otras consideraciones necesarias les dijo:

"Estamos convencidos, Nosotros y Ustedes, de que la Teología de la Liberación es no sólo oportuna, como útil y necesaria". (CJuan Pablo II a Obispos de Brasil. 09.04.86).

Se trata de la Teología que proviene del Reino, del plan de salvación, de la liberación integral, por tanto no sólo de "almas", sino del "hombre todo y de todos los hombres".

Que este tiempo de Adviento, que hoy comenzamos, sea una verdadera vigilia; es decir, mostrando, con los hechos derivados de nuestros compromisos, que está llegando la hora de Dios, especialmente para los pobres y oprimidos. Entonces, podremos decir que nuestro Adviento es de una espera comprometida para llevar adelante en "todo el hombre y en todos los hombres", la liberación integral de Jesús, su Reino, que ya está entre nosotros, llamándonos a la conversión a Dios y al hermano,especialmente al pobre.

Que nuestro Adviento 2016 sea muy necesario para todos, y más necesario que nunca, y que sea con oración, esperanza, conversión, vigilancia y compromiso de liberación con y para los pobres.
Amén.

Como ayuda a esta reflexión les sugiero leer Puebla: 27-50; 73,171,172,282; 937,968-970.

Que tengan un bienaventurado Adviento.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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